Capítulo 6
1441palabras
2024-01-22 09:22
Rodrigo bajó de su auto con cinco guardaespaldas armados que salieron de los dos vehículos negros que lo seguían.
"Raelynn, ¡compórtate! Ya he tolerado demasiado esta mañana. ¡Detente!", exclamó él mientras la mujer caminaba golpeando el suelo con fuerza.
De repente, Raelynn se detuvo y giró, diciendo: "¡Vamos! ¡Muestra al verdadero Rodrigo! Deja de actuar como un hombre pasivo cuando estás muy lejos de serlo. ¿Es mi culpa que hayas decidido arruinar mi almuerzo hoy? Tenía mucha hambre y estaba a punto de comer cuando llamaste, pero hablas como si solo tu tiempo fuera valioso. Después de un año de trabajo, finalmente tengo tiempo libre y ¿adivina cómo lo estoy gastando?".

"Yo no tengo la culpa de tus problemas personales. Ya podríamos haber llegado a la oficina del abogado si hubieras mantenido la boca cerrada".
"Bueno, si fueras inteligente, habrías entendido que no iré a ninguna parte contigo", contestó, girándose para seguir caminando.
Rodrigo le sujetó la muñeca para detenerla, y ella estuvo a punto de protestar, pero la aspereza de su mano la dejó pasmada.
"¿T-tus manos?", le agarró la otra mano y tocó la palma con sus dedos. Al notar su expresión sorprendida, Rodrigo retiró sus manos y se alejó al menos a un metro de distancia.
"¿Qué pasa con mis manos?", preguntó, observándolas para ver si tenían algo inusual. "¿Me han crecido garras de Wolverine?".
"Son muy ásperas. Nunca había visto unas tan callosas, excepto las de mi abuelo. Él era un trabajador agrícola".

Rodrigo suspiró y pensó: '¿Comenzará a hablar sobre todo su árbol genealógico? Si la interrumpo, hará otra rabieta'.
"¿Eres un impostor, como en esas historias donde el pobre se hace pasar por el rico y dirige las empresas temporalmente?".
Rodrigo pensó que era una broma, pero el rostro de la joven era serio, como si estuviera considerando esa posibilidad como única explicación. De repente, sintió las primeras gotas de lluvia mojar su espalda e incluso vio una gota deslizarse por la nariz de Raelynn, pero ella ni siquiera se percató.
"Has tenido que ver muchas películas de mala calidad para llegar a tan ridícula conclusión. Hago pesas", dijo, secándose las gotas de lluvia de la frente.

"¿Pesas?".
"Levanto pesas en el gimnasio. ¡Dios, Raelynn! ¿Tienes siquiera electricidad en tu ciudad natal?".
"Siempre encuentras la manera de comportarte como un idiota, ¿no?", frunció las cejas. Aunque estaba molesta, casi se derrite ante él cuando lo vio pasar su mano sobre su espeso cabello y volver a colocarla en su cadera.
"La paciencia se me está agotando. Bastaría un segundo para que estos hombres te suban a la parte trasera del auto y te lleven arrastrando hasta donde yo decida", Raelynn siguió su mirada y se sorprendió al ver que sus guardaespaldas armados estaban a solo unos metros de ellos, esperando sus instrucciones.
Estuvo tan aborta mirando a Rodrigo y examinando sus manos que apenas sintió las gotas de lluvia golpeando su rostro. Al observar a los hombres, recordó haber visto a uno de ellos en la puerta de la azotea anoche y no pudo evitar soltar una carcajada.
Rodrigo se puso firme, cruzó los brazos y advirtió: "Voy a contar hasta tres, después de eso, ordenaré tu secuestro". "Uno..."
Ella lo ignoró y siguió parloteando: "Pensé que solo los guardaespaldas de las películas eran malhumorados. El de la izquierda parece estar estreñido, y el de su lado está tan enojado como si su esposa le hubiera quitado el control remoto mientras veía fútbol. ¿Cómo seleccionas a tu personal? ¿Buscas hombres con esa apariencia en las entrevistas?".
Sus ojos estaban fijos en los hombres de negro, y ni siquiera notó que Rodrigo se acercaba a ella para cargarla por la cintura. "Este corte de pelo... ¡Suéltame, Rodrigo! ¡Auxilio!".
Aferró sus piernas a su torso y abrazó sus hombros musculosos, temiendo ser arrojada al maletero del auto. Fue en ese momento cuando las sutiles notas de su perfume, una mezcla de pachulí y bergamota, llenaron sus fosas nasales.
"Si dejo que sigas hablando, estaremos aquí toda la noche", dijo, apartándole el cabello mojado que se le pegaba a la cara.
Uno de los guardaespaldas abrió la puerta del auto y Rodrigo le soltó las piernas antes de empujarla dentro del auto.
"¿Por qué tienes el pelo mojado?", preguntó ella, mientras una gota de su cabello húmedo tocaba la barbilla de Rodrigo, que se inclinaba para abrocharle el cinturón.
"Con ese suéter grueso y la capucha, es obvio que no sentirás...", hizo una pausa involuntaria al verla tomar sus mejillas con sorpresa y respirar profundamente.
"No noté que estaban frías y mojadas", dijo ella con voz temblorosa, observando cada detalle de su rostro húmedo. Luego, se mordió los labios con nerviosismo.
Él la ignoró y cerró la puerta.
"¿Por qué no contratas a un chofer como lo suelen hacer los tipos ricos?".
"Conducir es mi escape antiestrés después del trabajo".
"Bueno, el mío también...", contestó, sintiendo melancolía al recordar su auto nuevo.
Él la interrumpió: "Excepto cuando la compañía que tengo habla como una lora".
Aceleró la velocidad en la autopista, desafiando al viento, la lluvia y el tráfico. Raelynn nunca había vivido algo así antes, por lo que sentía que su corazón estaba listo para salirse de su pecho.
"Estoy a punto de sufrir un infarto", dijo, conteniendo la respiración.
"Bien, ahora sé que debería atarte a mi auto y conducir a gran velocidad cada vez que quiera hablar contigo. Aunque, a decir verdad, nunca querría hablar contigo".
Ella lo ignoró y distrajo su atención con el tablero en lugar de mirar la carretera. Al buscar la estación de radio local, se detuvo al escuchar una versión LoFi de "Fly Me to the Moon" de Frank Sinatra.
"Alguien te está llamando", le dijo Rodrigo, incapaz de reprimir una sonrisa al ver su rostro aterrorizado.
"Por favor, mira hacia adelante", le suplicó la joven mientras buscaba su celular en el bolso.
Tras ver el nombre de su hermana, la ignoró. Estaba cansada de que Ariana la llamara innumerables veces para preguntarle por los detalles de estos días. Para variar, su madre tampoco tardaría en llamarla para reprocharle por no haber devuelto la llamada en Año Nuevo. Finalmente, notó llamadas perdidas de Damien, y solo entonces se dio cuenta de que no había pensado en él desde que Rodrigo la llamó.
De repente, un viento frío la golpeó desde la derecha. Al levantar la mirada, vio a Rodrigo sosteniendo la puerta para que ella saliera.
"¡Oh!".
"¿Estás viva?", él sonrió.
Raelynn lo ignoró y entró al ascensor en el estacionamiento subterráneo, actuando como si conociera el lugar. Se cuestionó por olvidar a Damien y se culpó por su infidelidad. Aunque solía reprocharlo por mirar a otras mujeres, ahora reconocía que su propia conducta era más censurable. De repente, se percató de que no había recepción en ese piso del edificio, pero prefirió guardar su celular en lugar de llamar a Rodrigo.
Rodrigo la siguió, pulsó el botón del piso 15 y aguardó, observándola sentirse incómoda y enojada.
'Dios, ¿por qué está enojada ahora? Solo necesito que firme los papeles y listo', pensó. Su padre ya había encontrado a una mujer de respaldo con quien casarse si las cosas con Raelynn y sus padres no funcionaban. Prefería elegir a Raelynn, que tenía novio y una razón sólida para no querer casarse.
El grupo de guardaespaldas y otro hombre del bufete de abogados los acompañó al entrar en la oficina legal.
"El señor Evilthrift estará disponible en un minuto. Está terminando con un cliente", dijo el asistente del abogado mientras Rodrigo y Raelynn tomaban asiento.
Sintiéndose incapaz de resistir el hambre, Raelynn sacó magdalenas y café de su bolso y los devoró en un instante.
"¡Vaya, sorprendente!", expresó el Sr. Evilthrift con una sonrisa sarcástica, susurrando algo a Rodrigo mientras observaba el atuendo de Raelynn. En respuesta, la joven se limpió la mano en sus pantalones y la extendió.
"Ahórrate tus comentarios. No arruines esto", murmuró Rodrigo antes de golpear el brazo de su amigo abogado.
"Soy Easton. Encantado de conocerte, Raelynn", sonrió con amabilidad y colocó gran cantidad de papeles sobre su escritorio de caoba.
"¿La boda es en nueve días? ¿Y no se llevará a cabo en la India?", Raelynn se puso de pie en desacuerdo al leer la primera página del contrato.
"¿Por qué tendría que ser en la India? Soy estadounidense de tercera generación y no tengo lazos con ese país", dijo Rodrigo. Al notar que Raelynn estaba a punto de obligar a su abogado a reescribir el contrato, criticando y hablando sobre las ostentosas bodas de sus amigos, suspiró profundamente y miró a Easton con impotencia.