Capítulo 16
822palabras
2024-01-09 00:17
Elliot se puso un poco nervioso ante la mirada inquisitiva del director. Siempre le había parecido un hombre intimidante y misterioso, ya entendía por qué los demás evitaban cruzarse con él.
—No, señor. Tuve algunos contratiempos, pero ya logré resolverlas —respondió Elliot, tratando de sonar convincente —. Además, me ofrecí ayudar a la señorita.
Lo último no le agradó a Jeremiah, pero se contuvo para no dejar ver sus celos.

—Vaya, un hombre considerado, que bien. Pero recuerda, Elliot, el trabajo de los demás no te corresponde, deja que cada uno se ocupe de lo suyo.
Elliot asintió y miró al director con disculpa en sus ojos.
—Lo siento, señor. No volverá a ocurrir —dijo el Chef.
—En cuanto a la señorita Nora, no intente hacer el trabajo usted sola. Si bien estoy enterado, hoy le correspondía a la señorita Hellen lavar los trates, ¿Por qué lo hizo usted? —inquirió el director y Nora lo miró temerosa.
Estaba hecha un manojo de nervios.
—Yo... —comenzó a decir pero Elliot se adelantó.

—La señorita Hellen se le presentó un inconveniente, por lo que no pudo venir hoy —se limitó a decir el Chef sin dar más detalles —. Y le pidió a Nora que la suplantara solo esta vez.
—Creo que la señorita es capaz de hablar por sí sola, ¿O va abogar siempre por ella? —cuestionó el director.
—Señor, es mi responsabilidad como jefe de cocina informarle lo que sucede con mi equipo. Es por eso que he respondido por la señorita Nora —argumentó Elliot.
—Bien, entonces como jefe de cocina no permita que su equipo se ausente siempre que le plazca. Deben saber separar el trabajo de lo personal y cumplir con su labor sin importar el inconveniente que se les presente —dijo el director recordándole las reglas del lugar.

Elliot asintió aunque no estaba de acuerdo con la manera de pensar de su jefe. El trabajo no lo era todo, también era importante el bienestar de los empleados, y esto incluía a la familia.
—Sí, señor.
Nora quién había permanecido en silencio, se atrevió a hablar en defensa de Elliot.
—El Chef no tiene la culpa, señor. Ha sido mía al no lograr terminar mi trabajo a tiempo. Discúlpeme —explicó y Jeremiah la miró fijamente.
—Si le resulta muy difícil el trabajo puede decírmelo —ella asintió creyendo que estaba siendo comprensivo, sin embargo, no fue así —. Hablaré con el gerente para que le dé una labor en la que sea más competente.
Nora sintió rabia al escuchar a Jeremiah llamarla incompetente. Se sintió humillada e insegura de sus habilidades, pero decidió defenderse a pesar de todo. Al hablar, su voz tembló ligeramente, denotando su incomodidad en la situación.
—No se preocupe, señor. Trabajaré arduamente para ser eficiente en mi labor —le sostuvo la mirada a Jeremiah quien terminó asintiendo complacido.
El valet apareció conduciendo el Lamborghini negro de Jeremiah, aparcó el coche frente a ellos y se bajó para abrirle la puerta del auto al director.
—Bueno, creo que es hora de irme. Señorita nora, venga mañana a mi oficina en cuanto llegue a nuestras instalaciones —ordenó con seriedad y Nora asintió —. Hasta luego. Espero verlos mañana.
Ambos se despidieron del director y lo vieron marcharse en su auto. Mientras tanto, Jeremiah se quedó observándolos por el espejo retrovisor con una mezcla de celos. No sabía por qué se sentía así, una sensación flameante en su interior que no debía consumirlo de ese modo, sin embargo estaba ocurriendo.
Sabía que algo estaba creciendo dentro de él, pero aún no sabía exactamente de qué se trataba.
Por otra parte, Elliot se ofreció a llevar a Nora hasta su casa alegando que era tarde para esperar el transporte público.
—¿Siempre es así? —quiso saber Nora, refiriéndose a Jeremiah.
—¿Quién? —el Chef la miró ceñudo.
—El director —mencionó ella —. Su rostro está serio todo el tiempo cuando me ve, creo que no le agrado.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Elliot abriendo la puerta para que ella subiera a su auto.
—No lo sé, es lo que he notado.
El Chef rodeó el auto subiéndose al coche.
—Si lo dices por lo de hace minutos, no creas que es solo contigo. Desde que lo conozco es así, nunca te hará un cumplido aunque hayas hecho un gran trabajo —emitió él mientras encendía el motor —. No te tomes a pecho lo que te diga el director, es apático con todo el mundo.
Nora asintió.
Durante el trayecto a casa, se quedó pensando en las palabras de Elliot. Le parecía extraño que alguien como el director fuera la misma persona que la abrazó aquella noche del incidente.
Incluso pensó por un instante que tal vez lo estaba confundiendo con otra persona, pero era imposible.
Recordaba claramente aquel par de orbes azules que le transmitieron paz en ese momento tan abrumador para ella.
Entonces, ¿cómo es que él no se acordaba de ella?