Capítulo 56
823palabras
2024-01-16 09:15
Elisa miró con indiferencia a su exesposo y luego pasó junto a él con sus tacones altos.
Ante eso, Fabián dijo de repente: "¿Crees que puedes ponerme incómodo con ese comportamiento?".
La chica se detuvo enseguida y se giró para dirigirse al hombre con una sonrisa.
"Sr. James, ¿me está hablando a mí?", preguntó ella con una mirada indiferente.
A Fabián no le agradó la forma en que ella lo vio, pues nunca antes lo había observado así. Sin mencionar que sus palabras también le molestaron mucho.
Él frunció el ceño y su rostro se tornó serio en un instante. "No me dejaré llevar por tus jueguitos", contestó.
Al escucharlo, Hugo no pudo evitar respirar profundamente.
A decir verdad, su amigo estaba buscando problemas por nada.
Elisa se rio enfadada y dijo: "¿Mis jueguitos? Fabián, ¿en serio crees que yo todavía te amo? ¡Por favor! ¿Quién te hizo pensar eso?".
Mientras hablaba, la mujer mostró una expresión sumamente seria en su rostro. Entonces, antes de que su exesposo pudiera responder, ella continuó: "Fabián, te lo dejaré más claro. Nosotros estamos divorciados. Y yo no soy una estación de reciclaje como para aceptar a un pedazo de bas*ra como tú. Y si aún no me entiende, pídale al Sr. Hurtado que se lo explique. Creo que él sabe a lo que me refiero".
Elisa miró a Hugo por unos segundos, se dio la vuelta y se fue.
Por supuesto, aquello dejó sorprendidos a los amigos del joven James, pues esta era la primera vez que alguien se atrevía a regañarlo.
El joven Hurtado volvió a respirar profundamente y se dirigió a su amigo: "Fabián, creo que Elisa te acaba de decir 'bas*ra'".
Al hombre le enfado más el comentario de Hugo, así que se puso más serio.
Por otro lado, Raúl vio que Fernando salió detrás de Elisa, por lo que enarcó las cejas y se giró para mirar a su amigo. "Fabián, creo que le estás dando mucha importancia a simples coincidencias. Tranquilo".
El joven James se quedó parado allí, en un estado miserable. Él se sintió avergonzado, pues las palabras de su exesposa fueron como una fuerte bofetada.
A pesar de eso, Hugo no dudó en empeorar las cosas. "Creo que Elisa ha logrado evitarte muy bien desde que ustedes se divorciaron. Ella nunca nos saluda cuando nos ve, así que estoy de acuerdo con Raúl".
La expresión de Fabián se volvió aún más tenebrosa al escuchar al joven Hurtado. Él lo miró con furia y le preguntó: "¿De quién eres amigo? ¿De ella o de mí?".
"Yo solo creo que estás pensando demasiado, cuando la realidad es otra", sonrió Hugo.
"¡Entonces busca a Elisa para ir de fiesta la próxima vez!".
Ante eso, el chico enarcó las cejas y contestó: "Yo saldría con ella, pero no quiere ni verme".
Ignorando a su amigo, Fabián quiso largarse de ese restaurante italiano.
Mientras se iba, Elisa pensó en lo creído que era su exesposo. Claro que esperaba que lo fuera, sin embargo, nunca creyó que llegaría a tanto.
Si bien ella nunca más lo saludó después de que se divorciaron, eso no le daba derecho a Fabián para decirle que se hacía la difícil.
¡Esa fue una broma bastante ridícula!
De repente, la mujer escuchó la voz de Fernando desde detrás. "Oye, ¿necesitas un abrazo?". Solo entonces se dio cuenta de que el chico iba tras ella.
"Sr. Dawson, creí que prefirió quedarse en su restaurante", dijo, totalmente seria.
Cuando estuvo frente a ella, Fernando también se puso serio.
"¿A qué te refieres?", le preguntó.
"Como ves, Fabián no siente nada por mí. Así que, si quieres molestarlo en verdad, será mejor que te metas con Cecilia. Con ella obtendrás un mejor resultado".
Elisa sabía que el joven Dawson y su exesposo eran enemigos acérrimos, por lo que era demasiado raro que Fernando le haya dicho que la amaba justo después de que se divorciara de Fabián.
A fin de cuentas, ella llevaba pasando el rato con Dawson durante mucho tiempo y ya estaba algo aburrida.
Al oírla, Fernando sintió que un escalofrío recorrió todo su cuerpo. "¿Crees que te estoy cortejando solo para molestar a Fabián?".
"¿Y por qué otra cosa?", inquirió Elisa.
Luego, se rio entre dientes y añadió: "Fernando, nosotros hemos salido varias veces, pero sabes que tú vida era igual de buena antes de que me divorciara o me conocieras. De hecho, hoy ya te he acompañado mucho tiempo, así que déjame ir".
"Claro, tú puedes irte cuando quieras. Pero aún me debes algo".
"¿Qué?".
El hombre tomó por sorpresa a Elisa, jalando el brazo de la chica hacia arriba.
Ella se quedó atónita, y justo cuando estaba a punto de hablar, Fernando le quitó una pulsera que llevaba en la muñeca.
"Esto es mío", le dijo.
A Elisa no le agradó para nada lo que el hombre hizo, así que reclamó con incredulidad. "¿Qué? ¿Cómo podría ser tuyo?".