Capítulo 54
870palabras
2024-01-15 16:17
Después de recuperarse. Mónica dijo: "Pues, sí. De cierto modo, esa es la razón".
La mujer creyó que Elisa se sentiría incómoda si comentara la verdadera razón, así que se quedó callada.
"Así que ustedes aprendieron mucho de mi matrimonio fallido", dijo la joven Marques, arqueando las cejas.
Anna le dio palmaditas en el hombro a la chica y respondió: "¡Así es! Gracias a ti, sabemos que no podemos ser humildes en el amor".
"Ya es suficiente, Anna. No es gracioso", alzó la voz Elisa.
La chica notó la mirada molesta de su amiga y se asustó al instante. "Vale, vale. No dije nada".
Mientras charlaban, la puerta del ascensor, que estaba cerca de su mesa, se abrió. Enseguida, Fernando salió del elevador. Él iba de traje y usaba unos zapatos de cuero. A primera vista, parecía un hombre de clase alta. Además, su rostro serio, junto a sus delgados ojos oscuros, lo hacía lucir encantador.
En cuanto Elisa levantó la cabeza, notó que el hombre la observaba.
Al parecer, Fernando ya sabía que ella se hallaba allí, pues la buscó con la mirada en cuanto salió del elevador.
Aquello tomó por sorpresa a Elisa. Mas, antes de que pudiera reaccionar, Anna saludó al hombre: "¡Sr. Dawson, buenas noches!".
Fernando se acercó y dijo: "¡Buenas noches! ¡Qué coincidencia encontrarlas esta noche, señoritas!".
Riendo ligeramente, Anna comentó: "No, para nada. Lo que pasa es que estábamos acompañando a Elisa. Ella lo ha estado esperando para hablar con usted".
Mientras hablaba, jaló a Mónica, se puso de pie y añadió: "Pero nosotras ya nos vamos, para que ustedes puedan conversar mejor".
"¿Esperándome?", preguntó Fernando, riéndose entre dientes.
Sin mirar al hombre, Elisa agarró su bolso, se puso de pie y declaró: "Lo estuve esperando porque necesito que me haga un favor, señor Dawson".
Los ojos marrones de Fernando se iluminaron en cuanto oyó a la chica. "En ese caso, ¿te gustaría acompañarme a comer algún refrigerio de medianoche?", dijo él.
"Es que hoy bebí y no puedo conducir".
Mientras el joven Dawson hablaba, su secretaria se marchó discretamente.
"Bueno, yo no he bebido", contestó Elisa, entrecerrando los ojos.
"¡Genial! ¿Vamos juntos, entonces?".
"De acuerdo", asintió la chica.
Mientras ellos hablaban, el ascensor se abrió de nuevo, dando paso a Fabián, Hugo y sus demás amigos.
Al verlos, Fernando entrecerró los ojos y agarró la muñeca de Elisa. "Srta. Marques, ¿podría ayudarme? Estoy un poco ebrio".
Cuando salió del elevador, Fabián los vio juntos, lo que no le gustó para nada.
Hugo, que estaba hablando, también se sorprendió y gritó subconscientemente: "Elisa, Fernando, ¡qué casualidad encontrarlos aquí!".
Al oír aquella voz familiar, la chica observó la mano del joven Dawson en su muñeca. A continuación, levantó la vista detrás de él y miró a Hugo y los demás.
Ella los miró con indiferencia para luego agitar el brazo con el fin de apartar a Fernando.
Sin embargo, el hombre de repente dio un paso hacia ella, se tambaleó y terminó agarrando a la chica por la cintura.
"Está bien si no quieres que me apoye en tu muñeca. También puedes ayudarme a mantener el equilibrio de esta manera", le dijo.
El cálido aliento de Fernando acarició la oreja de la chica. Ella levantó la mirada y notó que el hombre estaba sonriente, lo que la molestó.
De inmediato, Elisa lo empujó, poniendo distancia entre ellos. "Sr. Dawson, creo que su secretaria debe estar cerca aún. Ella podrá ayudarlo".
Ya que estaba tan borracho, un refrigerio de medianoche era innecesario.
Casi al instante, el hombre retiró su mano de la cintura de la chica.
Al notar el repentino cambio, Elisa enarcó las cejas y miró a Fernando con sorna.
"No se preocupe. Ahora estoy mucho más sobrio", contestó Dawson con una sonrisa.
Tras eso, el hombre dirigió su mirada despreocupada hacia Fabián, quien se hallaba muy serio. "Sr. James, Sr. Hurtado, Sr. Fernández, ¡qué sorpresa que estén aquí!", los saludó.
Fabián los miró frente a él, notando que ellos estaban demasiado cerca. De hecho, desde su ángulo, parecía que Fernando estaba abrazando a su exesposa.
Del mismo modo, el joven James notó que Elisa no volvió a mirarlo más desde que salió del ascensor.
Entonces, con el ceño fruncido, el hombre miró seriamente a Fernando y se marchó.
A fin de cuentas, Elisa no le debía ninguna explicación, pues ya estaban divorciados.
Pese a eso, Fabián no descartó la idea de que ella haya actuado así para llamar su atención.
Si eso fuera cierto, esa chica era demasiado ingenua.
Aunque, al pensar en eso, el hombre aceleró el paso enojado.
Ante la escena, Hugo se quedó atónito por un momento. Mas, segundos después, asintió hacia la Srta. Marques y el joven Dawson antes de ir tras su amigo.
Fernando miró a Fabián alejarse y entrecerró los ojos. Luego, se giró hacia Elisa para hablar con ella. "¿Me acompañaras a un refrigerio de medianoche o no?", le preguntó.
"¿Hiciste toda esa escena a propósito?", sonrió la chica.
Los hermosos ojos del hombre se iluminaron ligeramente. "Si fuera así, ¿te enojarías?".
"Siendo sincera, no".
Elisa hizo una pausa y añadió: "Solo me siento un poco aburrida".
"En ese caso, ¿qué te parece si hacemos algo interesante?".