Capítulo 53
857palabras
2024-01-15 16:16
Anna resopló: "Bueno, ese hombre debe estar arrepentido después de causarte tantos problemas antes. Lo más probable es que no haya podido dormir bien anoche tras enterarse que eras la hija de los señores Marques".
"Eso no me importa", se encogió de hombros Elisa.
"Por cierto, Mónica nos invitó a cenar", comentó Anna.
"Genial", contestó la chica con una sonrisa.
Mónica demostraba su generosidad muy rara vez. De hecho, ella solo les había dado un carné de socios después de que Elisa y Anna trabajaron mucho para ayudarla a conseguir clientes para su negocio.
Cuando llegaron al restaurante, ya eran más de las once. La jovencita Marques se bajó de su auto y, sorpresivamente, vio a Fabián y sus amigos allí.
Anna siguió la mirada de su amiga y también vio al hombre. Ella rápidamente observó de vuelta a Elisa y dijo: "Vaya, vaya. ¡Mira quién está allá! ¿Vamos a saludarlo?".
La chica negó con la cabeza y contestó: "Claro que no. ¿Para qué acercarnos?".
Tras eso, Elisa se dio la vuelta y entró en el restaurante.
Hugo quiso ir a saludarla, mas, cuando vio que la chica se metió en el local, se quedó pasmado. "¡Por favor! Huyen como si fuéramos unos monstruos".
Al oír aquello, Fabián mostró una expresión seria en su rostro.
Hugo se percató de la molestia de su amigo, pero lo pasó por alto y dijo: "Oye, Fabián, Elisa se tomó muy en serio lo de no volver a relacionarse contigo después del divorcio".
Mientras veía a la mujer alejarse, el joven James vociferó: "¿Quieres callarte?".
"No sé por qué te molestas si tú mismo dijiste que querías divorciarte de ella hace mucho tiempo".
"¡Ya basta!".
Al ver la ira que irradiaban sus ojos, Hugo sintió un escalofrío en su espalda. "Está bien. Solo no me hagas caso".
Por otro lado, Mónica tenía una razón para invitar a Elisa y Anna a cenar.
Su negocio estaba yendo muy bien, así que ella quería abrir una sucursal. Después de todo, era muy exitosa y tenía el dinero suficiente.
Mónica ya había encontrado un local en una zona céntrica, la cual era perfecta para su negocio.
Ella compró un restaurante español. Mas, como le pareció que era demasiado pequeño, también adquirió la tienda de abajo. Al final, quería convertir los dos pisos en uno solo.
Sin embargo, la mujer no consiguió los permisos para hacerlo.
Al escucharla, Elisa finalmente entendió. "Por lo que veo, necesitas mi ayuda", le dijo.
Mónica sonrió a medida que se servía un vaso de agua. "Lo que pasa es que ese sector industrial le pertenece al Grupo Dawson, así que Fernando es el único que puede tomar la decisión".
La señorita Marques miró la taza de té que tenía delante y se rio. "¿Y por qué crees que Fernando me dará esos permisos a mí?".
"Por favor, Elisa. Todo el mundo sabe que le gustas a ese hombre", sonrió ligeramente Mónica.
"Ese es solo un rumor".
Claro, la mujer sabía que una cena no sería suficiente para que Elisa la ayudara. Por lo tanto, preparó un contrato con anticipación, el cual sacó enseguida. "Mira, revisa esto. Si me apoyas, te daré el cinco por ciento de las acciones".
La joven Marques lo miró y, con una sonrisa, respondió: "Esta es una colaboración, querida. Invertiré un millón, pero quiero el diez por ciento de las acciones".
Mónica se quedó atónita durante unos segundos, mas, terminó por aceptar.
Ella dijo: "Bien, no hay tiempo que perder. He oído que Fernando dará un banquete hoy en este lugar. ¿Por qué no nos quedamos para hablar con él?".
Siendo honesta, Elisa no quería hablar con Fernando en ese momento. No obstante. Mónica y Anna no dejaban de persuadirla.
Entonces, tras insistir tanto, la chica accedió y fueron al vestíbulo del hotel para esperar al hombre.
Después de sentarse, Mónica le susurró algo a la camarera, quien poco después regresó con tres tazas de té y pastel.
"Vaya, parece que el servicio aquí es bastante bueno", comentó Anna, sorprendida.
En ese momento, Elisa miró a Mónica y dijo: "Si Fernando no está aquí en quince minutos, me iré".
La mujer mostró una expresión de disconformidad al instante. "¿No crees que es muy poco tiempo?", contestó.
"Bueno, quizá debería irme ahora", refutó la chica con una sonrisa.
De inmediato, Mónica extendió la mano para detenerla. "Ya, está bien. Quince minutos son suficientes", aceptó.
A Elisa le hacía gracia la actitud de la mujer. Ella recordó que, cuando estaban en la escuela, Mónica quería casarse con algún hombre adinerado para vivir una buena vida.
Pero ahora, estaba fascinada con hacer dinero por ella misma.
"Mónica, ¿qué pasa contigo? ¿Por qué de repente quieres hacer tu propio dinero?", inquirió Elisa, como para pasar el tiempo.
La mujer, que acababa de tomar un sorbo de té, se atragantó en cuanto escuchó la pregunta. Por ende, Anna se tomó la libertad de contestar: "La respuesta no es tan sorprendente, Elisa. En realidad, todo se debe a ti. Después de que Mónica notó lo mal que te trataban en la familia James, sintió que no podía confiar en un hombre".