Capítulo 31
788palabras
2024-01-11 11:35
Como ese día no había muchos automóviles en la carretera, en pocos minutos, Elisa ya había llegado a la entrada del hotel.
Cuando ella y Lucía llegaron al vestíbulo de la habitación privada, aún faltaban dos minutos para la hora pautada.
El camarero abrió la puerta y Elisa entró.

"Sr. Gallego, Sr. Boll, soy Elisa, la gerente de la sucursal del Grupo Marques en Los Ángeles. El Sr. Baker tiene algo que hacer hoy, así que me pidió que hablara con ustedes. Espero que no les importe que haya llegado un poco tarde, el tránsito me detuvo".
Al escuchar sus palabras, Berman se mostró algo insatisfecho, pero Ríos no se lo tomó en serio, incluso sonrió e invitó a la joven a que tomara asiento.
Ríos miró a Berman y éste calmó su expresión, para comenzar a hablar: "Sra. Marques, es usted muy educada. Acordamos reunirnos a las seis y media. No llega tarde, nosotros lo hicimos muy temprano".
Elisa sonrió y contestó: "Deben tener hambre, primero pidamos la comida".
Lucía sabía que ambos ya habían estado tomando antes de que ellas llegaran.
Elisa pidió una botella de Lafite, y cuando le entregaron el vino, primero brindó agachando la cabeza: "Perdón por hacerles esperar", y tomó un sorbo del vino tinto.

Ella escuchó atentamente a ambos hombres hablar mientras los platos que habían pedido llegaban a la mesa.
Luego de dos botellas de vino y casi toda la comida sin hablar, sólo escuchando sus palabras, Berman y Ríos comenzaron a ponerse ansiosos.
"Sra. Marques, díganos directamente si está dispuesta a cumplir con nuestros requisitos. Si es posible, debemos finalizar el contrato cuanto antes. Después de todo, si lo seguimos retrasando, no sería nada bueno para su empresa”.
La joven miró a Berman casi con desdén, le sonrió y dijo: "Sr. Gallego, entendemos lo que quiere decir, pero tengo algunos documentos que compartir con ustedes".

Le hizo una seña a Lucía, y ella le entregó el mapa planificado que había preparado con anticipación.
Elisa miró a los dos hombres y dijo con soltura: "La ubicación de Spring Valley Village es de hecho una fortaleza central. Si no está dispuesto a mudarse, tendrá un gran impacto en la planificación de nuestro sitio".
"Pero después de nuestra discusión de los últimos días, descubrimos que este problema se puede resolver. Hemos elaborado un nuevo plan que puede evitar fácilmente Spring Valley Village. Si los residentes de este lugar se muestran reacios a mudarse, podemos comenzar el segundo plan".
Tan pronto como Elisa dijo eso, los hombres se mostraron enojados, y Berman, que había bebido unas copas de vino tinto y estaba un poco borracho, golpeó la mesa y se levantó diciendo: "Sra. Marques, ¿nos está amenazando?"
Elisa miró de reojo a Ríos y sonrió: "Sr. Boll, no me entendió bien. ¿Cómo podría yo amenazarlo? Pero si los ciudadanos de Spring Valley Village se muestran reacios a abandonar el lugar donde han vivido durante tantos años, el Grupo Marques no podría ni siquiera pensar en forzarlos".
Las palabras de Elisa eran claras, no había sido el Grupo Marques quien les había rogado a esos hombres que firmaran el contrato y se mudaran, sino que Berman y Ríos le habían pedido al mismo que borrara la locación.
“¡Creo que usted vino hoy sólo a hablar t*nterías! Exijo ver al Sr. Baker. ¡Dígale que venga aquí de inmediato!"
Berman estaba demasiado enojado, parecía violento y el tono de su voz era extremadamente alto.
Sin embargo, Elisa no mostró ni un solo titubeo. Miró a Berman a los ojos y expresó tranquilamente: "Sr. Boll, el Sr. Baker me ha pedido que yo misma me haga cargo de este asunto".
Hizo una pausa y luego agregó: "Y estoy siguiendo los pasos que el mismísimo Sr. Baker ordenó".
Como Elisa sabía que Alan buscaría complicarle la vida, entonces ella no les mostraría piedad a esos hombres tampoco.
"¡Es usted una mentirosa!”, vociferó Berman. “¿De qué t*nterías estás hablando? El mismo Sr. Baker me prometió ayer que mientras yo…”.
Antes de que Berman continuara con sus palabras, Ríos lo interrumpió: "Sra. Marques, gracias por los documentos. Lo analizaremos en profundidad".
Miró a Elisa con amabilidad y acomodó sus gafas tranquilamente.
Elisa tomó de nuevo los documentos y dijo sin mostrar expresión alguna: "Sólo les doy tres días para pensar en ello. Una vez que comience el proyecto, será inútil que los señores Boll o Gallego vuelvan a verme".
Después de decir eso, Elisa miró a Lucía, esta asintió, y ambas se retiraron de la habitación privada.
El vino que había tomado Elisa la hizo tambalear un poco al salir, hacía muchos años que no bebía de esa manera, y el efecto comenzaba a afectarla fuertemente, sus pies perdiendo fuerza.