Capítulo 19
784palabras
2024-01-10 11:16
Lo que Fabián dijo generó incomodidad en Elisa, quien ya no estaba de humor para más charlas. Así que decidió irse con Anna.
Inesperadamente, apenas unos minutos después de ponerlo en marcha, su auto se averió de la nada, obligándola a detenerse al costado de la carretera.
"¡Qué d*monios! ¿No es este un auto nuevo?", exclamó Anna, visiblemente molesta mientras salía del vehículo.
"No te preocupes", dijo Elisa tratando de calmarla. Luego, sacó su teléfono y llamó a su asistente.
Lucía, que siempre desempeñaba su trabajo con gran eficiencia, se puso en contacto con el área correspondiente para solucionar el problema. Ella aún recordaba lo que pasó aquella vez que conocieron al club de motociclistas; por lo que sabía que dos mujeres varadas en la carretera por la noche no se encontraban en una posición segura.
Elisa colgó el teléfono y sacó su chaqueta del vehículo. Justo después de ponérsela, un Maserati se detuvo lentamente junto a su automóvil.
"Elisa, ¿necesitas ayuda?". La ventanilla bajó lentamente, revelando el rostro sonriente de Hugo.
"No hay problema, gracias. Mi asistente estará aquí dentro de poco", contestó ella, notando que Fabián estaba con él.
"Conduce", ordenó su exesposo con frialdad.
Esta declaración hizo que Hugo se congelara. Él estaba a punto de salir de su automóvil para poder ayudarla. "Fabián, su auto se averió. ¿Qué te pasa?".
"¿Y qué tiene eso que ver conmigo?", respondió el otro hombre, indiferente.
Después de que Fabián pronunciara esas palabras, Hugo encendió el auto. La sonrisa en el rostro de Elisa se desvaneció al escuchar lo que el hombre había dicho.
Aun así, no permitió que su insatisfacción se hiciera evidente. Sin embargo, Anna estaba furiosa y estuvo a punto de lanzar una maldición.
Antes de que su amiga pudiera decir algo, otro vehículo se detuvo junto a ellas. Fernando salió del auto y dijo: "¿Se averió su coche?".
Elisa asintió. "El remolque está en camino y mi asistente llegará pronto, felizmente".
Lucía llegó justo después de que ella hizo esa declaración.
"Señorita Marques, por favor, utilice mi auto y vaya a casa con la señorita Anna. Yo esperaré al remolque aquí", dijo su asistente, extendiéndole la llave del automóvil.
Después, Fernando se acercó y comentó: "Si ustedes dos se van, su asistente tendrá que tomar un taxi a casa más tarde. ¿No creen que es peligroso?".
Elisa hizo una pausa, reconociendo que esa era exactamente su preocupación.
El hombre notó su inquietud y se apresuró a agregar: "Estaré encantado de llevarlas a casa".
"Muchas gracias, Sr. Dawson", expresó Anna antes de que ella pudiera responder.
Elisa se volvió para mirar a su amiga, quien le sacó la lengua y se acomodó en el asiento trasero.
La casa de Anna no estaba lejos del lugar del banquete, así que ella abandonó el vehículo a los pocos minutos. Después de eso, solo quedaron Fernando y Elisa en el automóvil.
Durante el trayecto, ambos permanecieron en silencio. La situación entre ambos era un tanto extraña.
Finalmente, arribaron a la residencia de Elisa. Esta última estaba a punto de salir cuando Fernando intervino.
"Señorita Marques, parece que no le agrado".
"¿Por qué cree eso?", indagó Elisa, arqueando las cejas.
"Parece que me está evitando todo el tiempo", expresó él, mirándola a los ojos. "Es evidente que la estoy cortejando. ¿Por qué no puede darme una oportunidad?".
Fernando era conocido como un playboy, y estos siempre parecían sinceros cuando se confesaban, razón por la cual muchas mujeres se enamoraban de él.
"Señor Dawson, no estoy entre las mujeres con las que puede coquetear", respondió Elisa con franqueza.
"Sé que no tengo buena fama, pero prometo que no miraré a nadie más", aseguró Fernando.
"¿Cómo puede garantizar eso?", inquirió Elisa al escuchar tal afirmación.
"Señorita Marques, comprendo que no confía en mí", afirmó Fernando, adoptando nuevamente una expresión asertiva. Ajustó su corbata y prosiguió, "Pero también sé que el Grupo Dawson puede ser una excelente elección si desea establecer su base en Los Ángeles".
"No sé por qué desea salir conmigo, pero permítame ser franca. Será mejor que se rinda. No estoy buscando una relación en este momento", comentó Elisa, bajando la cabeza y esbozando una sonrisa.
Fernando recordó la primera vez que la conoció y descubrió su belleza, especialmente cuando sonreía. Sintió que su corazón daba un vuelco al ver esa sonrisa de nuevo.
Sin embargo, Elisa ya no tenía interés en continuar la conversación. Desabrochó el cinturón de seguridad, abrió la puerta del auto y salió.
"Muchas gracias, señor Dawson", expresó la mujer inclinándose mientras se dirigía a Fernando, quien permanecía en el asiento del conductor.
Él no respondió a la gratitud de Elisa. En cambio, con una leve sonrisa, declaró: "No me rendiré".