Capítulo 46
758palabras
2023-11-13 15:02
En el comedor.
Solo Cha, Aiguo y Dehua se encontraban sentados en la mesa.
Después de diez años, esa era la primera vez que Cha comía en el comedor. En el pasado, ella solo podía esconderse en la cocina y comer las sobras junto a la servidumbre. Y a veces ni siquiera eso.

Aiguo dispuso que Cha se sentara a su derecha y luego pidió que colocaran todos los deliciosos platos frente a ella.
Dehua no tardó en tomar un trozo de costilla de cerdo agridulce con la intención de ofrecérsela a Cha. "Cariño prueba esto. Yo misma lo cociné. Estoy segura de que lo disfrutarás más que Sisi. Esa niña no tiene buen paladar".
Antes de que la mujer terminara de servirle a Cha, ella la detuvo, lo que provocó que el trozo de carne aterrizara en el rostro de Dehua. Presa del pánico, la mujer acabó derramando el caldo de pollo con abulón que estaba frente a ella.
"No pretendas ser atenta conmigo. ¡No me gusta la gente hipócrita!", exclamó Cha con rudeza.
Pronto, la señora Chen, una de las ayudantes, fue a buscar una toalla y se la dio. "Señora Chu, aquí tiene para que se limpie...".
Dehua dijo con agravio: "Cha, mi trato es sincero...".

"¿Me llamaste Cha?". Su voz sonó aguda; aunque su tono no era ni sumiso ni arrogante. Con sus ojos brillantes y penetrantes miró a Dehua. "Señora Sun, si mal no recuerdo, usted era solo la secretaria de mi padre y que cuando vino a nuestra casa, dijo que necesitaba refugio. ¡Creo que aún no conoce las reglas! Para empezar, ¿sabe cómo debería llamarme?".
"Tú...". Dehua estaba furiosa, no solo por las palabras de Cha, sino también porque Aiguo no la ayudó como siempre lo hacía. En el pasado, ¡cuando Cha se atrevía a humillarla, Aiguo sin pedir razones, la golpeaba!
"Ella tiene razón. ¡Deberías llamarla Señorita Chu!", dijo Aiguo luciendo digno y decidido.
"Cariño...", Dehua protestó con voz lastimera. Aun así, se tragó su orgullo y suavemente dijo: "Señorita Chu". Esa mujer no era ninguna tonta, sabía que no podía ser grosera con Cha en esos momentos.

Verla así de humillada hizo feliz a Cha.
Unos segundos más tarde, Cha miró a la señora Chen, quien se encontraba detrás de Dehua. La criada era un pariente lejano que esa mujer malvada contrató hacía unos años para que trabajara allí. Por mucho tiempo, le hizo la vida de cuadros a Cha.
"Señora Chen, ¿cómo la llamó hace un momento?".
La mujer respondió: "Sra. Chu...".
"¿Cree usted que la amante de mi padre puede hacerse llamar señora Chu?".
"¡Cha, no te sobrepases!". Esa mujer tenía mal carácter y estaba acostumbrada a darle malos tratos a Cha, por eso al ver que ella la regañaba, quiso reprenderla".
"¿Quién te crees que eres, ah? ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera?". Cha entrecerró sus ojos y miró a Aiguo. "Papá, ¿estás seguro de que esta sigue siendo mi casa? Si es así, ¡explícame cómo una simple criada puede tutearme y ser así de irrespetuosa conmigo!".
"Querida, no te enojes. Ella es solo una sirvienta. ¡Si no te agrada, la despediré de inmediato!", dijo Aiguo y pocos segundos después ordenó a la señora Chen que hiciera las maletas y se fuera.
"Cariño, la señora Chen ha estado trabajando en nuestra casa por más de diez años. Ella ha trabajado mucho y sin pedir nada a cambio...".
"¡Cállate! ¡Si dices una palabra más, te irás con ella también!", espetó el hombre golpeando la mesa. ¡Qué mujeres tan est*pidas! ¿No podían darse cuenta de que todo lo que estaba haciendo era complacer a Cha y que todo era una farsa? ¡Vaya desastre!
"Está bien...". Dehua no dijo más durante la cena.
Cha sonrió de satisfacción y dijo con sinceridad: "Sé que no me trataste bien antes, pero después de todo eres mi padre. La sangre es más espesa que el agua, así que te perdonaré".
"¡Oh, mi buena hija! ¡Aquí tienes, come de este pescado!". Aiguo vio que la actitud de Cha cambió y se sintió aliviado, era como si la piedra que lo oprimía en el pecho finalmente se caía. ¡Mientras esa b*starda estuviera dispuesta a perdonarlo, el siguiente paso sería mucho más fácil!
Por ahora le daría todos los gustos, y cuando su empresa reviviera, ¡buscaría la manera de deshacerse de ella!
Al mirar el pescado en el plato, Cha sintió un escalofrío.
Tenía miedo, pero no de comer lo que su padre le ofrecía, ¡sino de no poder digerir sus falsos halagos!