Capítulo 32
559palabras
2023-11-09 13:38
A lo largo de su vida, se había encontrado con todo tipo de mujeres. Sin embargo, nunca le llamaron la atención. ¡Incluso odiaba cuando se le acercaban!
¡Cha era la única que le provocaba algo!
¡Solo ella podía sacudir sus instintos y relajar su mente!
Desvió la vista, temiendo perder el control si continuaba adorándola.
Sin embargo, la culpable ni siquiera se percató de lo que le estaba provocando. Es más, ¡sus manos se movieron como enredaderas y se arrastraron hasta tocarle la piel por debajo de su camisa!
La empujó a un lado con un dejo de frustración y enfocó su atención en la ventana.
Cha se quejó al perder el calor de sus brazos, pero se reclinó en el asiento y volvió a quedarse dormida. Sus cejas se fruncieron con fuerza, probablemente debido al malestar en su estómago.
Media hora después, el auto se detuvo en la entrada de la villa. Zhou le abrió la puerta Shenxing y éste entró la mansión con la mujer a cuestas.
Para su mala suerte, tan pronto como entró al vestíbulo, Cha le vomitó encima dañando su camisa blanca.
La tía Lan se cubrió el rostro al ver la escena desde la sala de estar.
Preocupada de que su joven maestro se molestara al punto de querer echar a Cha de la casa, se apresuró a asistirlo:
"Señor, déjeme a la señorita Chu. Vaya a lavarse primero...".
"No es necesario, tía Lan", desestimó, sin intenciones de entregarle a la mujer. En cambio, le pidió: "Por favor, prepárale un vaso de agua con miel".
"Sí, señor", murmuró con asombro. ¿El hombre no estaba enojado? Estaba obsesionado con la limpieza ¿y ni siquiera frunció el ceño cuando la señorita Chu le vomitó encima?
¡Efectivamente, ella era la némesis de su joven maestro!
El hombre la llevó escaleras arriba y la arropó en la cama del dormitorio principal.
Le echó una última mirada a su pequeña figura y buscó un pijama limpio antes de entrar al baño.
Después de ducharse, la encontró en la alfombra de terciopelo junto a la cama y el edredón todo arrugado a su lado.
Arqueó una ceja y no se atrevió a elogiar su postura al dormir.
Con un suspiro, la levantó del suelo. La puso en la cama y recogió el edredón para taparla una vez más.
Tan pronto como la arropó, la chica apartó el edredón de una patada y murmuró ensoñadora: "No, hace demasiado calor...".
"¡No importa, hay que ponerse la manta!". Presionó sus piernas traviesas hacia abajo y la retó: "¡No te muevas!".
Aunque era una orden, había una imperceptible gentileza en su voz.
Después de eso, Chu dejó de luchar y se quedó dormida como un gatito.
La cálida luz de la lámpara de pared se extendió suavemente sobre el rostro de ella cubriendo sus delicados rasgos como una aureola. Su piel impecable y suave como la crema lo llevó a querer tocarla.
Extendió lentamente la mano hacia ella y...
En ese momento, la tía Lan llamó a la puerta y entró con un vaso de limonada endulzada con miel. Este retiró la mano como si fuera un ladrón atrapado en el acto. Se puso de pie con tranquilidad y le dijo:
"Por favor, ayúdala a beberlo".
"Sí, señor...". La mujer no notó el movimiento de Shenxing, pero se percató de su actitud nerviosa.