Capítulo 56
1223palabras
2023-12-11 10:30
Durante la cena en la mansión Ávila...
Joaquín estaba en su estudio, viendo con toda la concentración del mundo las noticias.
"Papá, ¿puedo pasar?", preguntó Jacinta, frente a la puerta.

"¡Sí!", respondió él, sin quitar los ojos de la pantalla de plasma de 43 pulgadas.
La joven abrió la puerta y se encontró a su padre sentado en la silla masajeadora, frente a la ventana francesa, con una copa de brandy en la mano.
"Papá, ¿qué haces? ¡No me digas que ya extrañas a mamá!", broméo Jacinta, mientras le quitaba a su padre la copa de la mano. Su mamá se había ido de viaje con unos amigos a Irlanda y parecía que desde entonces su papá siempre estaba estresado. Sin embargo, cuando el hombre volteó se dio cuenta de que estaba viendo las noticias.
"¿No es ese el director del imperio Hidalgo?", preguntó, entrecerrando los ojos, para ver mejor la imagen de la pantalla.
"Así es. ¿Lo conoces?", contestó Joaquín, con una sonrisa perfecta en los labios.
"¡No! No he tenido el gusto. Aunque me he encontrado varias veces con su hermana", respondió la chica, levantado una ceja al acordarse de Elvira.

"¿Su hermana menor? ¿Cómo?", sondeó el padre, con ganas de obtener más información.
"¡Todo es gracias a Thiago! Ella siempre lo está molestando. Aunque no sé como se conocieron. ¡Él nunca me ha querido decir!", contó la chica, encogiéndose de hombros.
"Por cierto ¿qué haces viendo las noticias?", preguntó la joven, mientras su padre se tomaba la copa de un solo sorbo y colocaba el vaso sobre el comedor.
"Ah, es que quería saber si un rumor que escuché es verdad. Y en las noticias lo confirmaron: el director Hidalgo vendrá a Londres la próxima semana y haré todo lo posible por conocerlo", respondió el padre, saliendo de su estudio.

"Papá, ¿hay algún problema con la empresa?", sondeó la muchacha, mientras seguía a su progenitor hasta la sala.
Por su parte, Joaquín se sentó en el gran sillón de cuero blanco, cuestión que su hija aprovechó para sentarse junto a él.
"Papá, ¿por qué quieres conocer al director Hidalgo?", insistió la joven, mirando a su padre a los ojos.
"¡Quiero que tengas una cita con él!", respondió el hombre, sosteniéndole la mirada a su hija.
Jacinta había sospechado algo así. Se sintió horrorizada por la forma en la que la su padre la veía. ¡La estaba usando como moneda de cambio para salvar la empresa familiar!
"¿Y si me rehúso?", lanzó ella, mordiéndose el labio.
"Jacinta, ¿sabes que casi todas las mujeres del mundo están locas por él? Deja de hacerte la única y especial y haz lo que te digo", estalló el patriarca.
"Papá, por mí esas mujeres pueden quedarse con el director Hidalgo. Yo estoy enamorada de otra persona", respondió la decidida joven.
"¿Enamorada de quién? ¿Del representantucho ese? Sé que Thiago es tu amigo de la infancia, pero nosotros estamos casi en la ruina. ¿Quieres que lo perdamos todo?", rugió Joaquín, extendiendo sus brazos para que su hija apreciara lo opulenta que era su vida.
No podía darse el lujo de perder algo que le había costado a toda su familia sangre, sudor y lágrimas.
"Papá, Thiago es un chico refinado y...", comenzó ella.
"Thiago no es nadie comparado con el director Hidalgo. Si fuera el presidente del Grupo Liu, otra cosa sería, pero por ningún motivo aceptaré que salgas con un simple representante", la interrumpió Joaquín.
"¡Papá!", chilló la chica, a punto de ponerse a llorar.
"¡Sin peros! ¡Lo conocerás y se acabó!", sentenció el hombre, antes de salir de la estancia y encerrarse en su recámara.
Jacinta se quedó petrificada. No sabía qué hacer y entonces se le ocurrió algo. Sacó su celular y le marcó a Graham.
"Bueno, ¿pasa algo?", contestó él.
"¿Crees que pueda ir a verte a Grupo Liu?", soltó ella.
"Claro. ¡Le pediré a Naín que pase por ti!", respondió un sorprendido Graham.
Minutos después, el Maybach de Graham se estacionó frente a la mansión Ávila. De este salió Naín, quien le abrió la puerta trasera a Jacinta tras saludarla. El empleado notó que los ojos de la chica estaban hinchados y sus mejillas estaban húmedas.
"¡Hola, Naín! ¡Muchas Gracias!", dijo la mujer, antes de subirse al vehículo.
Acto seguido, Naín comenzó a manejar rumbo a Grupo Liu. En el camino admiró la belleza de la pasajera por el espejo retrovisor. Sintió una profunda tristeza al notar que sendos lagrimones corrían por las mejillas de la delicada chica.
Por inercia, le ofreció un pañuelo.
"Gracias", respondió ella levemente.
Naín le dedicó una reconfortante sonrisa y se concentró en el camino. Cuando llegaron a Grupo Liu, llevó a la joven hasta el elevador privado de la presidencia. Ella quedó maravillada por la amplitud y elegancia del interior.
«¿Desde cuando los elevadores son tan elegantes?», se preguntó. Sin embargo, no le dio tiempo de darle más vueltas al asunto, pues el elevador se detuvo en el último piso y se abrió de par en par.
Jacinta no perdió tiempo y se dirigió de inmediato a la oficina de Graham. Abrió la puerta y abrazó con fuerza a su amado, de tal forma que su cabeza quedó oculta en su pecho. Casi al instante, comenzó a llorar.
"¿Qué pasa?", preguntó él, pasándole la mano por la espalda.
"¡El director Hidalgo vendrá a Londres la siguiente semana!", dijo la recién llegada.
"Ah, sí. ¡Vi la noticia en la mañana!", respondió casualmente él.
"¡Mi papá quiere que tenga una cita con él!", se quejó Jacinta, entre sollozos.
Al principio el hombre no entendió el problema, pero tras unos segundos se dio cuenta de que lo más probable era que su amiga de la infancia no quisiera salir con ese hombre. Para confirmar sus sospechas, preguntó: "¿Tu padre te está obligando a tener una cita con alguien que no te gusta?".
Jacinta asintió, con la cara enterrada en el pecho de su amigo. Había llorado tanto que la camisa de Graham estaba empapada.
"La empresa de tu padre está pasando por un mal momento, ¿verdad?", sondeó él, mientras le daba suaves palmaditas en la espalda a la joven.
Graham ya sabía la situación de la Corporación Ávila, pero quería que ella se lo confirmara.
Como había hecho desde que llegó, Jacinta únicamente asintió.
"Bueno pues te ayudaré. ¡No dejaré que nadie te obligue a salir con un hombre al que no amas!", prometió Graham. Luego, le contó que la forma de sacarla del embrollo era apoyando a la Corporación Ávila.
Luego, le pidió a Naín que fuera a su oficina. Apenas el empleado entró, se encontró a Jacinta abrazando a su jefe, mientras él le acariciaba la espalda.
"¡Dile al presidente Ávila que Grupo Liu se hará cargo de sus proyectos, incluida la financiación!", indicó Graham.
Naín y Jacinta se quedaron estupefactos. No podían creer lo rápido que Graham había tomado la decisión.
Hasta Naín que sabía que su jefe era Graham Thiago Liu no daba crédito a esas palabras. Seguía sin dimensionar lo rico que era el guapo soltero.
Acababan de perder una millonada por sacar a Constructor Morales de un proyecto, por culpa de una mujer; ahora también estaban a punto de perder su credibilidad, ¡y también por culpa de una mujer!
«Vaya que las mujeres causan problemas», pensó, Naín, mientras salía de la oficina.