Capítulo 54
985palabras
2023-12-09 00:01
El fin de semana había llegado y el tiempo era cada vez más cálido. Maturo le pidió a su jefe dos días de vacaciones por ser fin de semana y este accedió.
Enseguida se fue a su pequeña casa de las afueras. Extrañaba mucho a Maura. Durante el trayecto, hablaba con ella por teléfono.
"¿Qué estás haciendo ahora?", preguntó al tiempo que sonreía.

"Estoy regando nuestras plantas. Hace dos semanas que intenté plantarlas, pero aún no crecen", comentó enfadada.
"Llevará tiempo. ¿Qué plantaste?", Maturo sentía curiosidad por saber qué había hecho hasta ahora. Hacía una semana que no la veía.
"Algunas son verduras y otras plantas con flores", contestó. "Maturo, ¿puedes comprarme algo de esto de camino?", preguntó ella.
"¡Seguro! ¿Qué te compro?", contestó él. Mientras más se acercaba a ella, más la echaba de menos.
Cuando Maturo llegó a su casa, vio a Maura preparando la cena. Se quitó los zapatos, se puso las pantuflas de casa y caminó lentamente hacia ella.
Al estar de espaldas a la sala, no se percató de que él ya estaba detrás de ella.

Maturo rodeó lentamente su delgada cintura con sus fuertes brazos y le dio un beso en la mejilla. "¡Mmmm! ¿Qué estás cocinando?", le preguntó mientras la llenaba de besos.
"¡Me has asustado!", Maura se quedó atónita, pero cuando sintió su olor, se relajó al notar su calor. Se dio la vuelta y le rodeó el cuello con las manos. Lo observó con ojos cariñosos y anhelantes.
Se quedaron así por un breve instante. Cerraron los ojos mientras se abrazaban con fuerza.
"¡Te eché de menos!", le susurró.

"¡Yo igual!", contestó ella.
Ella cocinó distintos tipos de comida para la cena. Siempre que él llegaba a casa era como una fiesta.
"¿Intentas hacerme engordar?", bromeó.
"¡Jum! No pasa nada si engordas. Te seguiré queriendo pase lo que pase", le respondió mientras le ponía un poco de cerdo en el plato.
"¡Bueno, si subes de peso, ya no te querré! Buscaré a otra mujer que sea atractiva y más guapa", comentó él sonriente al tiempo que enarcaba una ceja.
"¡Puedes intentarlo, señor Ramos!", exclamó enfadada.
Maturo se burló de ella. Luego se levantó de su asiento y se acercó a ella. La abrazó por detrás y le dio un beso en el cabello. "Lo lamento. Era una broma. No te lo tomes a pecho. Te querré tengas el aspecto que tengas", le susurró.
"¡Jum! Ni se te ocurra engañarme. Te cortaré eso", gritó Maura con los ojos muy abiertos mientras lo fulminaba con la mirada.
Él se rio mucho con sus expresiones y sus últimas frases. Le fue imposible no llevarla en brazos y besarle los labios.
"Después podemos comer esto, ahora quiero comerte a ti primero", le susurró en tono de broma mientras la llevaba a su habitación.
"¡Pero qué dices!", exclamó ella mientras reía. Él le mordía el cuello, lo que le hacía cosquillas.
Disfrutaron de la noche como si no hubiera mañana. Tras una larga cita romántica en privado, cayeron rendidos mientras se abrazaban con fuerza. Ella apoyaba la cabeza en el pecho de él y él tenía la mano de ella en la cintura.
A la mañana siguiente, Maura se despertó adolorida por su encuentro de la noche anterior. Al mirar a su lado, Maturo ya no estaba junto a ella. Percibió el calor y el olor que había dejado antes de levantarse.
En cuanto salió de la habitación, lo encontró en la cocina preparando el desayuno. Ella se puso de puntillas para sorprenderlo pero...
"¡Buenos días!", la saludó sin mirarla.
"¡Eso es injusto! ¿Cómo te diste cuenta?", preguntó ella al tiempo que la abrazaba por detrás.
"Sentí tu olor", comentó sonriente.
"Espera en la sala. Voy a tostar el pan", explicó él.
Unos minutos después, preparó la mesa. Ambos estaban desayunando felices cuando mencionó: "¡Más tarde iremos al parque de atracciones!"
"¡Por supuesto! ¡Al parecer volverás a estar ocupado los próximos días!", contestó con mirada sombría.
"Volveré a estar ocupado. Lo lamento, no suelo estar en casa", contestó en tono de disculpa mientras le ponía algo de comida en el plato.
"No pasa nada. Lo comprendo. Con tal de que estés a salvo, siempre entenderé tu trabajo", sonrió con dulzura.
Lo que ella le dijo lo alegró. No se equivocó al elegir a esta mujer para él. Ella le sirvió como antídoto para su agotadora y espantosa vida hecha por su jefe.
"Por cierto, ¿para qué querías ayer que comprara abono? ¿Planeas hacer de nuestro patio trasero un pequeño parque temático?", inquirió entre risas.
"¡Mmm! El otro día nuestros vecinos de edad avanzada nos dieron unas semillas de hortalizas. Quiero plantarlas junto a la valla", contestó sin más.
Tras desayunar, él la ayudó primero con la jardinería. Le enseñó a plantar y regar bien las semillas.
"¿Ya has cultivado un huerto antes?", le preguntó ella al ver que se le daba bien plantar.
"Lo he hecho un centenar de veces. Mis padres fueron granjeros hasta su muerte", contestó con desgana.
Cuando oyó que sus padres ya habían fallecido, se le quedó mirando con lástima.
"¡Debes echarlos mucho de menos!", comentó con afecto.
"¡Sí! ¡Ambos fueron unos padres extraordinarios!", la miró y sonrió.
"Yo también quisiera ser madre. ¿Y si tenemos un hijo?", le preguntó ella de repente, lo que lo hizo reflexionar.
"¿Estás segura? Con mi trabajo podría ser difícil para nosotros, sobre todo para ti", inquirió él algo preocupado.
"No te preocupes por mí. Llevo mucho tiempo deseándolo. Nací sola y me criaron como huérfana. Quiero una familia", afirmó con ojos suplicantes.
Sintió que con Maura se le había abierto un mundo completamente nuevo. Al ver el anhelo en sus profundos ojos castaños, supo que era la mujer que había estado esperando toda su vida.
Estuvieron juntos solo dos días y dos noches, pero todo valió la pena. De vuelta a su trabajo, su aura y su energía estaban renovadas.