Capítulo 41
1063palabras
2023-11-26 00:01
Después de colgar, los sentimientos de Elvira se volvieron un revoltijo. No había pasado ni una hora desde que se fue del hospital y ya tenía que regresar de nuevo.
«¡Como sea! Igual me iré de viaje la próxima semana. ¡Voy al hospital solo para despedirme!», se murmuró para sí misma antes de caminar de forma apresurada hasta su auto.
Solo le tomó media hora en ir desde el estudio de su tía Tabita hasta el hospital donde habían internado a Graham, por lo que no salió de inmediato cuando llegó al estacionamiento, sino que se dedicó a mirar su entorno y todo lo que estuviera al alcance de su vista. Aun así, no dejaba de pensar en el paciente que estaba en aquella habitación VIP. Entonces, apretó el volante, cerró los ojos por unos segundos y comenzó a recordar vagamente ciertos eventos.
Enseguida, comparó la cantidad de veces en las que Thiago la había ignorado y las ocasiones en las que pensó que se preocupaba por ella. Sea cual fuera el resultado, ella tenía todas las de perder, puesto que solo se trataba de sus propias hipótesis y no hallaba la manera de comprobarlas.
Al final, terminó dando otro suspiro profundo. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces había resoplado en ese día. Tras bajarse de su vehículo, caminó hacia la entrada, y cuando llegó al ascensor, un hombre entró detrás de ella.
Como el sujeto notó que ella no presionaba ningún botón, le preguntó con torpeza: "Señorita, ¿a qué piso se dirige?".
No fue hasta entonces que Elvira por fin reaccionó: "¡Ah, al quinto piso, por favor!", ella le sonrió con timidez al desconocido que se encontraba a su lado.
"¡Claro, no hay ningún problema!", respondió de manera breve.
Tan pronto como el ascensor se detuvo en el quinto piso y la puerta se abrió, Elvira salió a toda prisa, haciendo que el golpeteo de sus tacones crearan un ruido constante en el suelo de vinilo. Al llegar a la habitación de Graham, dudó en girar la perilla, por lo que llamó a la puerta para asegurarse de que su llegada no le tomara por sorpresa a la persona de adentro.
"¡Adelante!", un hombre respondió desde el interior.
Si bien había estado escuchando su masculina voz por muchísimo tiempo, todavía no lograba acostumbrarse. Por tal razón, cada vez que el joven Liu hablaba, ella se quedaba perpleja por unos segundos.
La joven Hidalgo giró el pomo con lentitud, y cuando abrió la puerta por completo, sus miradas se encontraron. Ella se quedó de pie junto al marco de la puerta mientras el magnate se hallaba sentado en la cama. Se quedaron observándose el uno al otro por un buen rato.
"¿Por qué no entras? ¿O quieres que te cargue?", preguntó con molestia.
Sus repentinas interrogantes la sacaron de su trance, así que entró y cerró la puerta de inmediato. "¿Cómo te sientes?", inquirió con frialdad.
Dado que a Thiago le molestó el tono que utilizó la mujer, se recostó en el colchón e ignoró su presencia.
"¿Cómo tuviste un accidente? ¡Que yo sepa, siempre has tenido mucho cuidado al manejar!", Elvira hizo a un lado su actitud distante hacia él. Luego, se acercó y tocó su frente vendada.
Al sentir su cálida palma, el empresario la miró fijamente. "¿Viniste solo para regañarme? Si es así, mejor vete. ¡Necesito descansar!", protestó con dureza y se cubrió los ojos con una mano.
Ella se mordió el labio inferior y se aclaró la garganta. "¡Está bien! En vista de que ya estás fuera de peligro, no te seguiré molestando", respondió sin hacer ninguna pausa. Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta, él la agarró de la muñeca.
"Estoy aburrido, así que quédate conmigo por un rato", sugirió con gentileza y sin apartarse la otra mano de los ojos.
Como la señorita Hidalgo no sabía qué hacer, se quedó al lado de la cama y sin liberarse del agarre de Graham.
"Puedes sentarte si quieres, ¡no te quedes ahí como una estatua!", él gruñó de repente.
"¡Bueno, está bien!", la mujer pronunció. En el instante que intentó sentarse en el sofá que se hallaba cerca de la cama, el hombre la jaló para que se acercara más a él.
"¿Qué haces, Thiago?", Elvira se quedó confundida por sus acciones y por poco se caía. Debido al impacto del fuerte tirón, su cuerpo se inclinó de forma automática hacia él y sus labios casi aterrizaron en la mejilla del empresario.
Entonces, Graham abrió los ojos y se movió hacia el otro costado de la cama para darle espacio a que la mujer se acostase. "Ven y acuéstate. ¡Haces que me maree de solo mirarte!", ordenó sin soltarla en ningún momento.
"Pero la cama es muy estrecha", Elvira se quejó.
"Querida princesa, no esperes demasiado de una cama de hospital. Aunque la habitación es VIP, no estamos en un hotel…".
"De acuerdo, lo entiendo. ¡Me acostaré ahora mismo!", lo interrumpió para acomodarse a su lado.
Por su parte, Graham se rio un poco por su reacción, y dado que una de sus muñecas tenía un suero intravenoso conectado, tuvo que reposar su mano sobre la espalda de la chica. Al cabo de unos segundos, se posicionó de tal forma que era como si la estuviera abrazando.
"Oye, Thiago… ¿Por qué no me cuentas cómo te lastimaste?", Elvira le preguntó antes de apoyar la cabeza en su pecho.
"Porque no es importante", el joven Liu respondió con sequedad.
"¡Pero es relevante para mí!", ella se levantó un poco y lo miró con intensidad.
Él la contempló con una mirada cariñosa y preocupada, se giró un poco y envolvió la cintura de la mujer con su brazo derecho.
"No tienes que saber tanto respecto a mi vida", susurró con firmeza.
"Thiago, te hago todas esas preguntas porque me preocupas", insistió.
"Nunca te pedí que te preocuparas por mí… Quiero dormir, ¿podrías guardar silencio?", se quejó en un tono malhumorado, la abrazó con fuerza y cerró los ojos de nueva cuenta.
Elvira no tuvo más remedio que permanecer callada mientras lo observaba de manera detallada.
"¡Duérmete también!", le indicó después de unos minutos de silencio, tomó una de sus manos y la impulsó a que ella también lo envolviera por la cintura.
Un rato más tarde, los dos se quedaron dormidos sin que dejasen de abrazarse mutuamente.