Capítulo 23
1162palabras
2023-10-27 14:27
Unas horas antes de que Graham llegara al bar, se acostó en la cama tamaño king y miró fijamente al techo. Estaba exhausto a causa del vuelo, aunque solo duró alrededor de dos horas. Se sentía molesto de solo pensar en la mujer que apareció y desapareció del avión como un fantasma.
"¡Qué tonta eres! ¿Quién te crees como para viajar a otro país en medio de la noche? ¡La influencia de tu familia no podrá protegerte en todas las situaciones! ¿Qué pasa si te topas con un criminal o con un matón?", murmuró para sí mismo, imaginando que regañaba a Elvira. Al recordar su última frase, se levantó y caminó al estudio de su tío.


"Tío, ¿estás ahí?", Thiago susurró para evitar que su voz resonara en la tranquila mansión.
"¡Sí, adelante!", Naín respondió.
Cuando Graham abrió la puerta, vio a su tío hablando con alguien por teléfono.
"De acuerdo, cariño. ¡Ah! Por cierto, Graham llegó hace un rato, ¿quieres charlar con él?", estaba conversando con Montse, la tía de Thiago.
Dado que eran las siete de la mañana en China, sabía que su tía estaba despierta y que probablemente había estado regando las orquídeas de su jardín.
Tan pronto como Graham tomó el teléfono, escuchó la encantadora y preocupada voz de Montse: "¿Por qué sigues despierto, Graham? Son más de las doce y debes estar cansado por el viaje".

"Hola, tía. No logro dormir y necesito preguntarle algo al tío Naín", respondió con amabilidad y respeto.
"¡Está bien! Procura cuidar de tu salud. Por otro lado, ¿podrías informarme si ves a tu tío fumando de nuevo?", Montse le ordenó con severidad a su sobrino, y como Naín alcanzó a escucharla, frunció el ceño.
Graham sonrió con ligereza al notar lo amorosos que eran la pareja. "No te preocupes, ¡cuenta conmigo, tía!", respondió a la par que observaba al señor Exposito.


Al colgar el teléfono, le preguntó con desesperación al otro hombre: "Tío, ¿de casualidad ya la han encontrado?".
Naín le guiñó un ojo a su sobrino luego de analizar sus expresiones y no tardó en burlarse de él: "Estabas tan tranquilo cuando hablabas con tu tía, ¡pero mírate ahora, actúas como si nunca más vas a volver a ver a esa chica!". De alguna manera, le encantaba molestar a su sobrino, pues lo consideraba como su hijo mayor.

"Por favor, tío, esto no es gracioso. No estoy preocupado por ella, es solo que…", Graham desvió la vista hacia otro lado de la habitación al no atreverse a sostener la mirada de su tío, quien no dejaba de examinar su semblante ni de sonreírle con diversión. "¡Me siento culpable!", completó al fin. "¡M*ldita sea, Elvira Hidalgo! ¡Más te vale que estés bien o, de lo contrario, haré que me las pagues!", murmuró, olvidando el hecho de que su tío estaba justo enfrente de él.
Entonces, Thiago procedió a contarle a Naín sobre lo que sucedió en el avión, y al percatarse de que fue muy duro con Elvira al obligarla a sentarse al lado de un desconocido, se jaló el pelo con fuerza.
Al ver a su sobrino tan angustiado, el señor Exposito le dio palmaditas en la espalda y emitió un suspiro. "Mis hombres ya la están buscando. Deberías descansar, te prometo que te avisaré tan pronto como reciba noticias".
"No puedo dormir", Graham se quejó.
Después de casi dos horas, llegó una llamada para avisarles que Elvira se hallaba en un bar cerca del aeropuerto. De inmediato, el joven Liu tomó prestado el Maybach negro de la mansión y salió. Como la casa de Naín quedaba a una hora del aeropuerto, llegó pasadas las tres de la madrugada.
Cuando entró al establecimiento y vio que un hombre estaba agarrando a Elvira, apretó las manos en puños y arrugó la frente. Había llegado justo a tiempo; si hubiera arribado más tarde, se habría lamentado de que algo malo le sucediera.
Luego de ayudar a que la mujer se zafara de aquel insistente sujeto, trasladó a Elvira al asiento del copiloto y puso su equipaje en el maletero del auto.
Mientras conducía, Graham no dejaba de echarle uno que otro vistazo a la chica. Vio que tenía los ojos hinchados y que algunas lágrimas se habían secado en sus suaves mejillas. Tenía los párpados cerrados y su respiración era serena, lo cual indicaba que se había quedado dormida.
Al llegar a la mansión, Graham la cargó, y la sirvienta se despertó para ayudarlo con el equipaje. Por su parte, Naín se quedó observando a la mujer que su sobrino traía en brazos.
"Conque ella es la hermana menor de Ferran Jarrín Hidalgo. Parece que tiene la misma edad que Lesath", al decir aquello, el señor Exposito se sintió feliz al recordar a su hija que vivía en Los Ángeles. Pese a que se comunicaba de forma constante con su familia, estar presencialmente con sus hijos y su esposa era inigualable para él.
"¡Sí, hasta creo que tienen la misma personalidad!", Graham negó con la cabeza al mirar a la mujer que se hallaba sobre la cama. Incluso, dejó escapar un profundo suspiro para desaprobar su forma de ser.
Al escuchar su comentario, Naín se rio y pensó: «En efecto, Lesath es la más problemática de la familia, aunque solo lo es un poquito».
Una vez que el señor Exposito salió de la habitación, el joven Liu fue al baño, tomó un recipiente y sacó una toalla blanca del gabinete. Luego, vertió agua fría en el lavabo y sumergió la toalla para mojarla.
Se dispuso a limpiarle el rostro a Elvira y, de repente, ella empezó a hablarle mientras estaba dormida. "¿Cómo te atreves a ponerme al lado de un desconocido? ¿Piensas que soy una mujer barata o qué?", se notaba que estaba furiosa dentro de su sueño. Además, agitaba las manos en el aire, llegando a golpear la cara de Graham en varias ocasiones; y como si fuera poco, también rompió a llorar.
El joven Liu se limitó a mirarla, dejando que ella llorara y descargara su ira en su sueño. Cuando Elvira alivió sus sentimientos, dejó de moverse y volvió a dormir.

"¡Thiago, eres la persona más descarada que he conocido!", murmuró una vez más.
Graham dejó de limpiarle la cara, puso el lavabo y la toalla en la mesita de noche y se dedicó a observarla.
"Y creo que soy la mujer más estúpida del mundo. ¡Ojalá no me hubiese topado contigo esa noche en la suite!", aunque se quejó con delicadeza, el empresario percibió su dolor.
Él se quedó de pie delante de la joven, pues se encontraba alterado después de oírla. ¿En verdad se arrepentía de haberlo conocido? Al pensar en ello, sintió como si varias espinas le pincharan el corazón. Entonces, se inclinó y susurró: "Lo siento".

Después de cubrirla con una cobija, la besó en la frente y se fue con rapidez. Al regresar a su habitación, seguía pensando en ella y no podía dormir.