Capítulo 20
1566palabras
2023-10-27 14:26
Elvira estaba sentada en la cama de su habitación pensando en Graham cuando unos golpes en la puerta llamaron su atención.
"¡Está abierto!" Dijo en voz alta.
Le daba pereza moverse siquiera un centímetro. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho. El médico no le había puesto una vía intravenosa, así que no entendía por qué los paramédicos la llevaron al hospital.
Mientras sus ojos enfadados miraban fijamente a la puerta, la imagen del hombre que llamó a la ambulancia y la razón principal por la que estaba ahí apareció frente a ella.
"¡Tú!" Señaló a Graham. Se levantó y caminó apresuradamente hacia él. "¿Por qué me hiciste esto? ¿Qué hice mal?" Gritaba y jadeaba de rabia. No paraba de golpearle el pecho, pero Graham simplemente la ignoró.
Sabía que ella estaba enojada con él, así que la dejó desahogarse. Cuando sus gritos cesaron, su cuerpo se debilitó y cayó a sus pies. Ahora estaba llorando.
Graham la levantó como a un bebé y la dejo caer suavemente sobre la cama. Elvira lo miró con algunas lágrimas rodando por sus delicadas mejillas. Le secó las lágrimas con el pulgar mientras la miraba seriamente.
"¿Sigues enojada?" Preguntó.
Una leve sonrisa se dibujó en su rostro cuando vio que le salía una burbuja en la fosa nasal. Tomó un pañuelo de papel de la mesa y le indicó que estornudara.
Elvira se sentía muy avergonzada pero no lo demostró. En vez de eso, hizo todo lo que el le ordenó.
Graham terminó de secarle las lágrimas con un pañuelo. Le cepilló el cabello castaño y rizado con los dedos y le colocó algunos mechones detrás de las orejas.
"¡No pareces un bebé, pero siempre actúas como uno! ¿Te crees muy linda señorita Hidalgo?" Graham le preguntó de repente con una mirada seria.
"¿A ti qué te importa si actúo de esta manera?" Elvira refutó enojada. Esta frunció el ceño y miró de reojo evitando su mirada.
"Señorita Hidalgo, tengo mis razones para confinarla aquí por dos días. Esta noche me voy de viaje de negocios y estaré fuera por un par de días, ¡así que será mejor que se comporte y actúe como una adulta!" Graham le explicó cuidadosamente.
Cuando escuchó que se iba de viaje, frunció más el ceño.
"¡¿En serio?! ¡La próxima vez solo méteme en una jaula si cree que no sé comportarme y actuar como un adulto, señor Zhang!"
"Es una buena idea. ¡Lo haré la próxima vez!" Graham arqueó las cejas y le sostuvo la barbilla.
"¿Por qué no me dices la razón por la que me haces esto?" Trataba con todas sus fuerzas de descubrir su verdadero objetivo.
"¿Por qué no me dices la razón por la que estabas trotando cerca de mi casa?" Graham preguntó.
El apartamento de Elvira estaba a veinte minutos en auto del suyo, así que era muy extraño verla trotar tan temprano cerca de su edificio.
"¿Planeaba visitarte?" Estaba sorprendida. Durante un rato, Elvira no supo cómo decirle que le había estado observando desde lejos.
Graham volvió a levantar la ceja. "¿Me estabas acosando?" Su rostro severo se transformó en una expresión burlona.
Elvira inmediatamente evitó sus ojos burlones pero encantadores.
"¡No! ¿Por qué haría eso? Me gustas, ¿¡pero acosarte?! ¡Es demasiado!" Aunque ella lo negó con sus palabras, su rostro enrojecido decía lo contrario.
Los labios de Graham se curvaron ligeramente.
"¡Está bien! No te torturaré más. ¡No quiero que pierdas la cabeza!"
Se dio la vuelta y estaba a punto de irse cuando...
"¡Espera!" Elvira gritó.
Graham se detuvo y suspiró profundamente. Se dio la vuelta lentamente con una mirada malhumorada.
"¿Podrías quedarte otro rato?" Suplicó en un susurro. Inclinó la cabeza tímidamente.
"¿Por qué quieres que me quede?" Se paró frente a ella con las manos en la cintura. Ella, en cambio, estaba sentada en el borde de la cama. Sus manos se aferraban con fuerza el colchón del hospital.
"Te vas de viaje por dos días y me obligaste a quedarme aquí en el hospital. ¡Creo que al menos me debes una!" explicó mientras su cabeza miraba sus zapatos.
Se le quedó mirando fijamente por un momento y luego se sentó a su lado. Se cruzó de brazos, mientras veía la pared frente a ellos.
"¿A qué hora sale tu vuelo?" Elvira miró al hombre que estaba a su lado.
"¡Ocho!" Graham respondió rápidamente sin dejar de mirar la pared.
"¿Irás solo o estarás con alguien?" Elvira pensó en una persona que podría acompañarlo en ese viaje de negocios. Esperaba que esa persona no fuera, pero para su sorpresa...
"¡Jacinta irá conmigo!" Esta vez Graham desvió la mirada hacia ella.
"¡Ya veo!" Elvira volvió a inclinar la cabeza. Su voz era suave y seria. Se sentía desesperada y derrotada.
"¿A dónde irás entonces?" Se mordió el labio inferior mientras preguntaba. Reposó sus manos sudorosas en su regazo.
"¡Estocolmo!" Fijó su mirada sobre la de ella. No pudo comprender sus sentimientos en ese momento cuando vio la tristeza en sus ojos.
"¡Está bien! ¡Cuídate entonces!" Elvira soltó un pequeño sollozo y Graham lo escuchó. En lugar de consolarla, la regañó aún más.
"Escúcheme, señorita, no me mire como si hubiera matado a su mascota o destruido uno de sus juguetes favoritos. Eso no funciona conmigo. Tal vez, si le pones esa cara a otro hombre, ¡puede que funcione!" Graham estaba furioso por una razón que no podía descifrar.
Solo se llenó de un sentimiento de culpa y remordimiento mientras miraba a Elvira, cuya expresión era de desconcierto. Esta última sintió que su mundo entero se venía abajo.
"¿Por qué te enojas conmigo tan de repente? ¡Solo te preguntaba por tu vuelo! ¿Es un crimen?" Estalló Elvira.
Estaba a punto de volver a llorar cuando Graham le sujeto la cara y la besó en los labios con fuerza. Estaba aturdida, pero cuando el beso se prolongó se sintió eufórica. Le rodeó el cuello con los brazos. Él solo la soltó cuando ya estaba jadeando por aire.
"¡Creo que esta es la única manera de sellar sus labios, señorita Hidalgo!" Dijo burlonamente. "¡Madura! ¡Tu estilo no es exactamente mi tipo!" Susurró y caminó rápidamente hacia la puerta.
Elvira quedó boquiabierta. Pero después de un silencio inquietante, tomó su teléfono y llamó a su guardaespaldas secreto. Su guardaespaldas era una mujer y se llamaba Ruth. Era muy buena en todo, especialmente en artes marciales.
Después de hablar entre ellas, se arregló y salió de la habitación. No tardó mucho en llegar Ruth. Elvira la arrastró hasta su habitación y cerró la puerta.
"¿Dónde está?" Esta preguntó con entusiasmo.
"¡Aquí! Todo lo que necesitas está aquí. ¿Estás segura de que no necesitas que vaya contigo?" Ruth se mantuvo firme en no querer dejarla ir sola.
"¡Es mejor si voy sola!" Tomó la bolsa y fue al baño. Después de unos momentos, se apresuró en dejar a Ruth sola en la habitación. Esta última miró a su alrededor mientras negaba con la cabeza.
Al caer la noche, la enfermera de turno le envió algo de comida a Elvira. "¡Señorita Hidalgo, aquí está su cena!" pronunció mientras miraba a la mujer que yacía de lado mirando hacia el lado opuesto. Su cuerpo estaba cubierto con una manta hasta la cabeza.
"Déjalo ahí. ¡Comeré más tarde!" resopló en cada palabra.
"Señorita Hidalgo, el señor Zhang solo estaba preocupado por usted, por eso está haciendo esto. ¡No se lo tome a pecho!" Explicó amablemente la enfermera.
"Lo sé. ¡Comeré cuando te vayas! Así que, por favor, vete y cierra la puerta. Si no, ¡no comeré un bocado!" dijo con un tonito de fastidio que hizo que la enfermera saliera de la habitación a toda velocidad.
En el aeropuerto, Jacinta sostenía la mano de Graham mientras este le acariciaba el dorso de la palma. Estaban en la zona de salida para un viaje a Estocolmo, Suecia. Graham iba a visitar Alonso International. Una empresa comercial gigante propiedad del padre de sus primos, Naín Exposito. Jacinta le rogó para llevarla con él, ya que estaba en casa sin hacer nada.
Cuando estuvieron dentro del avión, los dos se dirigieron directamente a la cabina de clase ejecutiva.
No tenían idea de que detrás de ellos había una mujer con grandes gafas y un pañuelo. Aunque sus gafas no estaban de moda, aún así lucía deslumbrantemente hermosa y elegante. También se sentó en uno de los asientos de la cabina de clase ejecutiva que estaba solo dos filas detrás de ellos. El asiento a su lado estaba vacío. Ella los estaba observando en secreto.
Estaban a mitad del vuelo cuando Graham se levantó y fue al baño. Cuando estaba a punto de regresar a su asiento, se quedó estupefacto como si hubiera visto un fantasma.
De repente, sonó su teléfono. Inmediatamente contestó sin dejar de mirar a la persona frente a él.
"Señor Zhang, la señorita Hidalgo ha escapado. ¡No podemos encontrarla!" Una voz frenética jadeaba al otro lado de la línea.
"¡Ya lo sé! ¡Si no la encuentras para mañana, será mejor que renuncie!" Graham estaba furioso.
No iban a poder encontrarla sin importar lo que hicieran. Pero quería castigar a sus hombres por ser tan negligentes. ¿Cómo podría una mujer escapar un hospital abarrotado y subir al avión?
"¡Hola, señor Zhang! ¡¿Sorprendido de verme?!" Elvira lo saludó alegremente.
Ella sonreía mientras su rostro enrojecía. Justo en ese momento, este quería estrangular su hermoso cuello.