Capítulo 2
1138palabras
2023-09-26 09:46
PRIMERA PARTE
«Muchos se preguntarán cómo es la vida través de los ojos de un vampiro. Yo responderé: es oscura, llena de tinieblas, palpitante de sentidos y olores, pero el único sabor que despierta en mi interior la más salvaje de las pasiones es la sangre.
Es como si el mundo se observara a través de un cristal color rojo. Así es como veo cada día, teñido de borgoña que espera ser degustado por el experto catador. Plagado de sensaciones que me llevan a querer poseer las delicadas y suaves curvas de cualquier criatura. Sentir sus gritos de dolor, mezclados con gemidos de pasión, cuando decido que ha llegado el momento de hacerla mía.
Es ese aroma que mueve al mundo, aquel que pasa desapercibido para todos los mortales, pero que para mí es el secreto de mi existencia. El elíxir que incita cada uno de mis movimientos, que hace que mi corazón siga latiendo y que el flujo que corre por mis venas se acelere.
Puedo decir que no hay mayor satisfacción que la que siento cuando mis manos recorren el cuerpo de la que pronto se convertirá en mi víctima. Cuando mis sentidos se agudizan ante el inminente hecho de que aquel cuello pronto será rasgado, corrompido, desgarrado lentamente por mis crueles colmillos, y así liberaré el delicioso néctar que me dará de beber.
Para los mortales mi existencia puede resultar una pesadilla llena de fantasmagóricas figuras que aterran a cualquiera. Para mí la oscuridad es luz, la noche es día, la muerte es vida. El deseo, la pasión y el terror van de la mano, y las tinieblas son el manto que me cubre ante los ojos de quienes no creen o no quieren creer.
Así es que no dudes mi doncella, mi querido amor, no dudes, porque esta noche el velo que cubre tus mortales ojos por fin caerá y yo te llevaré a conocer el mundo que nunca imaginaste que podía existir. Solo déjame tocar tu cuello y envolver tu cuerpo, y prometo que nunca más volverás a sentir miedo ni dolor.»
V.T
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«La muerte es el comienzo a la inmortalidad.»
Robespierre
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«¿Es posible que haya vampiros en el siglo XVIII,
después del reinado de Locke, de Saftersbury,
de Trenchard y de Collins?
¿Y en el reinado de d'Alembert, de Diderot,
de Saint Lambert y de Duclós
se cree en la existencia de los vampiros,
y el reverendo benedictino dom Agustín Calmet
imprimió y reimprimió la historia de los vampiros
con la aprobación de la Sorbona? …”
“…El resultado de todo es que una gran parte de Europa
estuvo infestada de vampiros durante cinco o seis años,
y que hoy ya no existen;
que hubo convulsionarios en Francia durante más de veinte años,
y que hoy ya no los hay;
que resucitaron muertos durante algunos siglos,
y que hoy ya no los resucitan;
que tuvimos jesuitas en España, en Portugal, en Francia y en las Dos Sicilias,
y que hoy ya no los tenemos…»
Voltaire
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Capítulo Uno
Más allá de la ficción
En la bahía de San Blas, al sudoeste de la provincia de Buenos Aires, nunca pasaba nada interesante. Como todo pueblo pequeño los que allí vivíamos nos conocíamos desde toda la vida y los niños se las ingeniaban para inventar historias que hicieran más divertida nuestra existencia en aquella isla.
La leyenda de Camilla comenzó mucho antes de que yo naciera. Desconozco cuándo se habló de ella por primera vez, pero mi madre ya contaba su historia cuando di mis primeros pasos. El hecho de que su casa estuviera justo frente a la nuestra, apenas a unos metros, franqueada por una cerca de madera alta y robusta, hacía que para mí fuera mucho más real.
La vivienda era enorme, demasiado para que una mujer viviera allí sola. Se trataba de una casona antigua, de principios de 1900, que había sufrido un incendio hacia los años veinte y había quedado medio destruida, por lo que tuvo que reconstruirse pocos años después. Quizá se tratara de la catástrofe que había acabado con la vida de una familia o el edificio era demasiado lúgubre como para que alguien quisiera vivir en él lo que había motivado a que permaneciera deshabitado hasta 1960, cuando Camilla lo compró para internarse en él.
Ciertamente, se había convertido en todo un misterio. No es que jamás saliera, sino que lo hacía con ínfima frecuencia, solo dos o tres veces al año, y siempre de noche. Eso había llevado a crear miles de especulaciones sobre aquella bella aunque críptica ermitaña y al final todos convergían en lo mismo: en que era un vampiro, una criatura de la noche, un ser extraño y especial no humano que buscaba alimentarse de algún extranjero que paseara por casualidad por los alrededores.
Si de historias se trata, no es que la de Camilla fuera la única en el lugar. Por el contrario, esta se ha encontrado plagada de anécdotas y mitos que se remontan a dos siglos atrás. Piratas y corsarios son los principales protagonistas, que según cuentan, usaron las tierras de la bahía para ocultar sus ostentosos tesoros de cofres rebosantes de oro y joyas de la corona. La más conocida sea posiblemente la del barco Alemán, que a principios del siglo XX encalló en la costa de San Blas, con la tripulación enferma que luego murió allí mismo. A causa de ello todos alguna vez han contado sobre apariciones de piratas fantasmas que aúllan por las noches en la playa.
Sin embargo, ninguna de aquellas fábulas que proliferaban entre los pobladores como parte de la mitología y cultura local logró atraer tanto mi atención como la idea de que entre nosotros viviera un ser tan especial y extraordinario como un vampiro.
Desde pequeña me había caracterizado por ser una completa fanática de la literatura fantástica. No había libro del género que no hubiera pasado por mis manos, lo que ayudaba a inflamar la llama de mi imaginación.
Algunas noches me sentaba en la cama y abría la ventana para observar la vivienda que se alzaba imponente al final del camino. Entonces la veía: una sombra esbelta y perfecta se arrebujaba contra el ventanal y clavaba su profunda mirada en mí. Es posible que se debiera a simples ensoñaciones, pero me gustaba creer que era cierto.
Así, la leyenda de Camilla, se había instalado en mi mente hasta el punto de decidir que la única forma en que mi intriga se vería por fin apaciguada, era atravesar la reja y tocar a su puerta para saber la verdad. Claro que nunca imaginé que no estaba preparada para lo que allí me esperaba, ni para lo que ella me iba a contar y, menos aún, para los extraños acontecimientos que se sucederían después y cambiarían mi vida de forma drástica.