Capítulo 12
1583palabras
2023-07-19 05:23
En otro lugar del mundo, Pamela y su prima tienen una tarde de charla y es hasta entonces que ella se ha abierto a contarle el verdadero motivo por el cual decidió huir de su esposo.
―¿Qué harías si te encuentras con tu esposo y te quiere quitar al bebé? ―Pregunta la prima de Pamela.
―Si en estos meses no me ha buscado, ¿tú crees que tengo la posibilidad de un día encontrármelo por accidente?, no, no lo creo, así es que por esa parte no me preocupo.
Responde Pamela, ella se siente decepcionada cada vez que recuerda a su esposo y le pide a Dios que el bebé no se parezca al padre sino a ella.
Sin embargo, tres semanas después sucedió lo que ella tanto temía. El bebé nació y es idéntico a su padre, Taylor ha marcado muy bien su pinta de hombre guapo y eso a Pamela le desespera porque tendrá que ver prácticamente todos los días a su esposo en el rostro de su hijo.
…
Un mes después, Sandy también dio a luz a una hermosa niña, la familia demuestra alegría por la llegada de la nueva integrante a la familia, sin embargo, en cada uno de ellos surge la duda de que si en verdad lleva su sangre, ya que no se parece a sus genes.
―Hermano, no quiero que pienses que soy malo contigo, pero, te sugiero que le hagas una prueba de paternidad a mi sobrina, sin mentir, ella a leguas se nota que no es tuya. ―Dice, su hermano Tristán.
―No seas idiota, no te atrevas a volver a mencionar eso. Además, que importa si la niña es mi hija o no, ella llevará mi apellido y me llamará papá. ―Se defiende Taylor, reprochando en su interior aquel día cuando le propuso a Pamela que se casara con él y ahora no es al hijo de ambos que carga en sus brazos.
Aquella estúpida era del agrado de todos ustedes y me abandonó, a la que deberían de tenerle respeto y agradecimiento es a Sandy, ella si vale la pena como mujer.
Taylor está tan dolido y jura que si se vuelve a encontrar con Pamela la denunciará y meterá a la cárcel por abandono de hogar, y el divorcio deberá de firmarlo a la brevedad de la luz.
Eso es lo que él cree, sin embargo, ni el mismo sabe si será capaz de ver y desearle el mal a la mujer que ama con todo su corazón y a la cual extraña en casa cada día, y más cuando conozca a su pequeño hijo que es como una gota de agua con él.
…
Han pasado cuatro años y Pamela ya se ha convertido en una hermosa, atractiva e inteligente pediatra. Su vida y la de su hijo han mejorado en gran manera, ahora ya no sufre de calamidades como lo hizo hace unos años cuando el bebé estaba recién nacido y por ende la corrieron de su trabajo y nadie más le quería dar una oportunidad de empleo y para mayor desgracia su prima tuvo que regresar a su lugar de origen para cuidar de sus padres.
Taylor ya se ha acostumbrado a la vida de pareja que sostiene con Sandy y la hija que le ha dado. Ella es una niña muy enfermiza y a cada momento debe de pasar con tratamientos recetados por su pediatra.
Este día saldrá de viaje toda la familia, se dirigen a Canadá, allí estarán de vacaciones por una semana y los hombres aprovecharán a hacer unos cuantos negocios importantes con algunos interesados.
―¡Oh no!, se me ha pasado por alto guardar el medicamento de la bebé y ahora ella se siente mal. ―Exclamó Sandy, poniendo en alerta a su marido.
―Eso te pasa por estar solo con el celular, no sueltas ese aparato y mira lo que has ocasionado. ―Le reclama Taylor, mientras se acerca a la bebé que descansa sobre la cama.
―Es el colmo que me quieras culpar a mí por todo lo malo que le ocurre a nuestra hija, tú no comprendes que yo paso preocupada de que nunca me ames y sigas pensando en esa estúpida que te abandonó. ―Reclama Sandy, rechinando los dientes por la cólera que siente y que tanto ha deseado sacar a la luz ese secreto.
―Pero que dices, mujer. ―Indaga Taylor, haciéndose como si él no es a quien ella se refiere.
―Conmigo no te hagas el humilde, sé que en ocasiones lloras por ella y te reprochas de haber aceptado someterte a la operación, yo misma te he escuchado cuando te emborrachas y te encierras para gritar que la odias, pero que no la puedes olvidar.
Sé que gracias a ella es que ahora estás con vida porque fue ella la que te incentivó a que lo hicieras, pero joder Taylor, eso ya es demasiado contigo, ya supera a esa perra que te humilló al abandonarte en una cama de hospital.
―Sandy, las cosas no son así, entiende que Pamela ya ha quedado en el pasado y ahora eres tú y mi hija las que están en mis pensamientos. ―Se defiende Taylor, ya que no quiere pelear con ella porque siente que le debe mucho agradecimiento por haberlo cuidado en su convalecencia.
―Claro, lo has dicho muy bien. Estoy en tus pensamientos, porque en tu puto corazón es tu maldita esposa la que ocupa ese preciado lugar.
―Piensa lo que quieras, Sandy, ahora te dejo porque tengo asuntos pendientes que resolver y tú no ayudas en nada.
Taylor se levantó del bordo de la cama, se retiró fuera de la cabaña y Sandy se quedó hecha una furia, ella lo quiere mantener controlado y que solo haga lo que a ella le parece bien, pero ahora al parecer se le ha dado vuelta la moneda y eso la ha molestado.
Sandy le dio un vistazo acusador a su hija que descansa sobre la cama, nota que su pecho comienza a subir y bajar en señal de que el asma está volviendo a molestar, ella se acercó a la cama y la tomó en sus brazos para desatar su enojo.
―Tú, escoria, no sé en qué momento apareciste en mi vientre, se suponía que servirías como puente para que este estúpido millonario se enamorara de mí y me eligiera como su esposa, pensé que lograrías que se divorciara de aquella perra.
Pero no, ahora sé que todo ha sido en vano, por tu culpa he perdido mi libertad y ahora solo paso en los hospitales porque tú no tuviste la dignidad de nacer sana.
¡Ash, escuincla!, no sabes cuánto te aborrezco. ―Reniega Sandy, mientras mueve de forma grosera a su hija.
―¡Qué haces! ―Grita la señora Valquiria, ella ha llegado en el momento justo en el que la bebé estaba siendo zangoloteada por la loca de su madre. Por desgracia no escuchó o no entendió lo que estaba diciendo.
―Perdón, suegra. Estoy desesperada y no sé qué más hacer por mi bebé, ella está teniendo un ataque y una vez le escuché a una enfermera que al moverla así ella se va a controlar. ―Mintió para defenderse.
―No seas tonta, lo que vas a lograr es molestarle su cabecita con tanto movimiento innecesario y peligroso. Dame a mi nieta, buscaré una clínica en donde la pueda examinar un médico.
―Yo voy con usted, señora Valquiria, sé que no soy de su agrado, pero ella es mi hija y es mi deber velar por su salud.
Sandy le quitó la niña de los brazos a su suegra y juntas salieron de la villa para tomar un taxi e ir al centro médico.
―Señora, usted ha tomado una buena decisión, en esta clínica trabaja la mejor pediatra del país, tome asiento y en un momento le tocará su turno. ―Anunció la chica de recepción.
―Qué suerte que encontramos pronto una pediatra, de lo contrario, me tocaría estar aguantando los berrinches de esta escuincla. ―Se dijo Sandy para sí misma.
―Mamá, Sandy, he venido tan pronto me habéis avisado. ―Dijo, Taylor, mostrándose agitado por la prisa que trae.
―Ah, ya que has venido, me harías un gran favor si pasas con la niña a la consulta. ―Le ordenó la chica.
―No hace falta hijo, yo entraré con mi nieta.
―No, déjelo, señora, es su hija y también su responsabilidad para que vele por ella.
―Qué mujer tan fastidiosa está. ―Se reprocha en su mente la señora Valquiria.
Y es en momentos así cuando se pone a recordar que durante el tiempo que Pamela estuvo conviviendo con ellos no hubo un día en que ella le faltara el respeto, siempre se mantuvo bien portada y atenta.
Por lo complicada de salud que ha llegado la bebé, la pediatra decidió atenderla antes que a otros pacientitos que solo iban por revisión de rutina.
La chica de la recepción pidió a los padres que pasen con la pequeña y llorona paciente, fue Taylor quien finalmente tomó a la bebé en brazos y entró.
―Buenas tardes, tienen suerte de que les atienda ahora, solo lo hago mediante citas, pero con su hija haré una excepción. ―Dijo, la pediatra sin levantar su rostro del teclado de la computadora en donde está anotando los detalles finales de su anterior consulta.
―¡Pamela! ―Exclamó el hombre al reconocer la voz de su esposa, en ese momento sintió algo inexplicable, alegría, emoción o confusión y enojo.
―¡Taylor! ―Exclama Pamela después de quedarse muda por unos segundos.