Capítulo 50
1564palabras
2023-08-12 00:02
Siento como si me hubieran metido algodón en la boca. Esto es lo primero que pienso al despertarme. Un momento... ¿Tengo algodón en la boca? Me llevo los dedos a los labios y suspiro de alivio cuando percibo que estoy perfectamente bien. Abro los ojos y noto que estoy acostada en la cama de Gonzalo. Durante unos segundos no consigo recordar por qué estoy aquí, y luego los recuerdos comienzan a inundarme el cerebro. Emanuel debe de haberme quitado el hechizo del sueño, porque no soñé nada. ¡Gracias a Dios!
Recuerdo que temía que él me traicionara, pero cumplió su palabra y me salvó la vida. No olvido que fue él quien me puso en peligro, pero parecía lleno de remordimiento mientras se esforzaba por enmendar el mal. Aún tengo mucho que decirles, a él y a Emanuela, pero ahora solo quiero un poco de agua. Y café. Y comida. Sí, quiero un suculento bufet y, si a alguien no le gusta, es su problema.
Al cambiar de posición en el asiento, siento un dolorcito en el brazo izquierdo. Veo que tengo una infusión intravenosa, y lentamente empiezo a quitar el esparadrapo. Me estremezco cuando saco el pequeño tubo de mi brazo. No puedo bajar las escaleras e ir a buscar comida arrastrando un portasueros. Mientras pienso en la comida, me levanto con ansiedad con la intención de ir hacia la puerta, pero tengo las piernas como si se fueran a derretir. Caigo al suelo como un saco de papas y gimo ante mi estupidez... ¿Cuántas horas dormí?

La puerta se abre de golpe y me impactan el calor y las chispas, lo que indica que mi pareja me está tocando.
“C*jones, bebé. ¿Estás bien? Me voy por un minuto y te caes". Gonzalo me levanta con facilidad mientras me mira con preocupación. Me río y lo abrazo. Le envuelvo el torso con mis brazos al tiempo que cierro los ojos, y su asimiento me relaja. ¡Cuán viva y renovada me siento! Esta última semana ha sido extremadamente dura para mi cuerpo y mi salud mental, y agradezco estar viva y poder abrazar a Gonzalo. Creo que me volvería loca si volviera a soñar que se está muriendo.
"¿Por qué te quitaste la infusión intravenosa? Pudiste haberte lastimado aún más. El médico debió examinarte antes de que comenzaras a caminar y ...".
Su preocupación es adorable, pero tiene que dejar de quejarse. Pongo el dedo índice sobre sus labios para indicarle que deje de hablar, y sonrío ante su expresión de asombro. Supongo que el alfa no está acostumbrado a que lo manden callar...
"Gonz, estoy absolutamente bien. Solo estoy un poquito rígida, pero mi salud está a la perfección. ¿Cuánto tiempo estuve dormida?". Le hago la pregunta esperando oír que entre doce y quince horas.
"Dos días y medio", dice de manera gruñona mientras me jala hacia él. No salgo de mi asombro. ¿Dormí durante dos días y medio seguidos? Ni siquiera sabía que eso era posible.

"¿Q-qué? ¿C-cómo dormí tanto tiempo?", pregunto al paso que me alejo de su abrazo. Comienzo a recorrer la habitación con impaciencia. Supongo que eso explica lo de la infusión intravenosa. Necesitaba nutrientes durante los días que pasé durmiendo y sin comer. Debo de haber faltado a algunas clases, y eso es preocupante. Ojalá no me quede atrás. Mi mamá no estaría nada contenta con mi ausencia a la escuela y, ... un momento.
"¡Mi*rda! Mi mamá no tiene idea de dónde estoy. Probablemente piensa que me dejaron muerta en una cuneta, o que fui secuestrada por un vagabundo o algo por el estilo". Comienzo a caminar de nuevo, y a tirar de mi cabello. ¿Qué le voy a decir? No puedo decirle que estuve con Gonzalo durante dos días, eso parecerá sospechoso. En tal caso, le habría enviado un mensaje de texto o la habría llamado en ese lapso de tiempo, así que, debe de estar pensando que algo raro está pasando. ¡Oh, Dios mío! Debe de estar volviéndose loca y...
Paro en seco cuando oigo una risa divertida. Al volverme, miro con rabia a Gonzalo. Tengo los brazos cruzados sobre el pecho y las fosas nasales dilatadas a causa del enfado.
"¿Qué? ¿Qué te causa tanta gracia?". Refunfuño y empiezo a golpear el suelo con el pie. Se me acerca, me agarra por la cintura y me jala hacia él, hasta que quedamos pegados.

"Te ves linda cuando te enojas", dice, y reacciono exhalando un suspiro. "Le envié un mensaje de texto a tu mamá desde tu teléfono. Ella cree que te has estado quedando con Cirino". Me alegro de oír que ella sabe que estoy viva y sana, y emito un suspiro de alivio.
“Además”, dice despacio. “Jamás te había oído decir obscenidades. Hace calor".
Mi respiración se detiene al tiempo que miro sus ojos grisáceos. Mientras más me mira, más se dilatan sus pupilas. Me agarra por las caderas con lo último de potencia. Es como si se debatiera entre el temor de abrazarme demasiado fuerte y soltarme. Imagino cómo debe de sentirse en este momento. Es un hombre que ha encontrado a su alma gemela, y que probablemente quiere ir más rápido que yo, que no estoy totalmente preparada. Sin embargo, ha sido muy paciente y comprensivo conmigo.
Su l*juria está en pugna con su sentido común, después de despertarme de un sueño de dos días y medio provocado por el hechizo de un brujo que pretendía matarme. Por lo tanto, tomo la iniciativa al pararme en las puntas de los pies y poner mis labios a solo centímetros de los suyos.
"Soy humana, no de vidrio. No me vas a romper", digo en voz baja, pero en un matiz seductor del cual no me creía capaz. Mientras musito las palabras, mis labios rozan los suyos. Pierde la paciencia y hace colisionar sus labios contra los míos. Me da un beso caliente y apasionado, que es exactamente lo que necesito en este momento. Olvido mi hambre de comida y siento una profunda hambre de otra cosa, de algo nuevo.
Sus manos no permanecen en mis caderas. Se desplazan hacia mi espalda y frotan mi cuerpo de manera sensual. Cuando su lengua entra en mi boca, sus manos descienden hasta mi tr*sero y lo aprietan. Jadeo mientras dejo que su lengua se siga adentrando en mi boca. Le chupo un poco la lengua, lo que lo hace emitir un gruñido gutural. Pierdo la cordura y dejo que sea mi cuerpo quien hable. Sus gemidos solo aumentan mi confianza, así que decido dar un paso más.
Le pongo las manos en el abdomen, justo en la parte inferior de sus marcados abdominales, y le araño ligeramente el pecho con las uñas mientras continuamos besándonos. Por último, mis manos llegan a sus hombros y le rodean el cuello para arrimarlo aún más a mí, si eso es posible.
En menos de lo que canta un gallo, estamos en el otro lado de la habitación y estoy sentada a horcajadas sobre él, que está sentado en su cama. Nunca hemos llevado las cosas tan lejos, pero mi estado de ánimo no me indica que le diga que se detenga. No quiero que lo haga.
Mientras sus manos permanecen en mi tr*sero, me atrae más hacia él para que no medie ni una pulgada entre nosotros. Y por eso lo siento pleno, siento todo su cuerpo y su mi*mbro empalmado sobre mí. No obstante, me alejo del beso porque mi inexperiencia me juega una mala pasada. No sé qué debo hacer. Sé lo bien que esto me hace sentir, pero él tiene mucha más experiencia que yo. Me pregunto si lo que estamos haciendo no le produce deleite, y si quiere tener s*xo. No creo estar lista para eso, pero de veras estoy disfrutando lo que estamos haciendo.
Con el pulgar, me separa el labio inferior de los dientes. Ni siquiera me había dado cuenta de que me estaba mordiendo el labio, supongo que es un tic nervioso.
"¿Qué pasa, bebé? Háblame". Su preocupación y su gentileza me desconciertan. ¿Cómo he sido tan dichosa? Simplemente niego con la cabeza y miro al suelo. No puedo creer que esté arruinando el momento con mi inseguridad y mi timidez ¡Uf!, ¡qué estúpida soy!
"Triana, mírame". Su voz de mando hace acto de presencia, pero con suavidad. Lo miro mientras sostiene mi mejilla. "¿Estás bien? Podemos parar en cualquier momento. Pensé que querías...".
"¡Sí quiero!", digo, un poco más alto de lo que pretendía. Se ríe y me da un beso rápido en los labios.
"Entonces, ¿qué pasó? ¿Hice algo mal?". No puedo creer que me esté preguntando si hizo algo mal. Aunque lo intentara, no creo que él pudiera hacer algo malo en este ámbito. Es un Dios, estrictamente hablando, y yo solo soy una chica humana común y corriente.
"No hiciste nada malo. En realidad, es todo lo contrario. Simplemente no... Nunca he... Y tú...". Ni siquiera logro expresar una idea de manera coherente. Estoy nerviosísima, especialmente porque no hemos cambiado de posición. Lo sigo sintiendo duro debajo de mí, y haciéndome cosas extrañas.
"Escúchame. Sé que no tienes experiencia, pero no me importa. Te soy sincero, lo prefiero así. Quiero ser el primero en tu vida en todo: tu primer amor, tu primera experiencia s*xual... Quiero ser tu primero y tu último. Eres todo para mí, bebé".