Capítulo 39
2573palabras
2023-06-07 05:01
SARA
La vergüenza es un sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo ante alguien, o a que alguien lo haga y tú seas el espectador. Pues en este caso yo soy el espectáculo. Siempre he sido la espectadora de los problemas a mi alrededor. Y ser ahora la protagonista de esta escena. Es totalmente ajeno a mí. La mayoría de veces me consuela saber que tengo el control. Pero en este caso es un campo inexplorado para mí.
Porque ahora siento una tremenda vergüenza que se une a la palabra trágame tierra que nunca se volvió tan cierta como ahora. Porque anhelo que el piso se parte en dos y me esconda de mostrar lo que estos dos seres están infundiendo ahora en mí. Que al parecer están en mi contra y al mismo tiempo a favor de que muestre emociones desconocidas para mí. Además, soy una adulta y sé que los sueños a corto plazo no se cumplen tan rápido. Así que actuare como una y me zafare tomando la mejor opción que es escapar.
-Señor McQueen disfrute su conversación –Me giro ante la dueña del edificio –Espero que tenga un buen día señora Mary, hasta luego –Con toda la poca dignidad que me queda camino hacia la puerta de salida, sin voltear mi mirada a ver mis espectadores.
-Mary, espérame, te llevare.
-No es necesario –Insisto siguiendo mi camino. Escucho que las pisadas se aceleran y miro por el rabillo de mi ojo izquierdo como se acerca e intenta tomar mi mano, pero me suelto rápidamente –Estaré bien –Hace un gesto de desagrado, pero rápidamente lo cambio con una sonrisa tratando de disimular su enojo frente a la señora adulta que nos mira como espectadora de una telenovela de romance.
-Te llevo y no se dice más –Exige.
-No es necesario que se lo vuelva repetir, pero creo que no lo entendió. –Deletreo de manera tranquila –Me iré sola, así que adiós.
-Sara…. –Advierte.
-No, escuche –Tomo aire tratando de regular la respiración, para no gritarle –Usted no me manda, puede irse solo, porque nació solo y yo me puedo ir sola, porque conozco el camino. Que tenga buen día. –Y reanudo mi caminata.
-Sara más respeto –Me detengo girando mi cuerpo por la amonestación de la señora Mary y aunque quiera ignorarlo esta señora me importa y tengo una debilidad por escucharla. –Puedes aceptar su oferta. Se ve que es un chico muy amable y está a favor de llevarte a lo que creo que es tu trabajo. A esta hora las calles están muy solas y no está de más estar acompañada de un hombre.
-Creo que sí.
-Mi bella Sara –habla con cinismo el único hombre en esta sala –Escucha a tus mayores –Aprieto mis puños furiosa, tratando de contener de impactar mi puño con su rostro porque se lo está buscando –Ellos son muy sabios y siempre tienen la razón – Es cierto, pero aun así quiero cumplir mi misión de tenerlo contra el piso y darle golpe.
-Qué bueno que me escuches –Sonríe la señora Mary –¿Entonces aceptaras? –No me queda de otra. Tiene un buen argumento, aparte me ahorrare el pasaje.
-Claro, aceptare señora Mary. No está de más una protección de un hombre. –Que me está volviendo loca. Pero a fin de cuenta un hombre. –Es hora de irnos, se nos hace tarde. –Me acerco a ella dándole un fuerte abrazo –Más tarde recogerán mis cosas –Le digo al oído –Gracias por todo, la extrañare –La suelto sin antes dejar un beso en su mejilla y camino hasta la salida sin esperar al señor McQueen dándole la clara intención de que camine. Él lo entiende y me sigue.
Al estar fuera de la protección del edificio me detengo a observar el majestuoso amanecer que me recibe con su hermosa combinación de colores entre naranja y amarillo. Una hermosa pintura de arte al natural. Mientras el sol hace su aparición.
La entrada se encuentra despejada por la hora a excepción de la grúa color naranja que arrastra un auto Hyundai color gris con ventanas polarizadas. El hombre impecable llega a mi lado y también capta la misma escena. A diferencia de mí, el comienza a correr tras el pesado camión alborotando su impecable ropa de diseñador.
Es inevitable no reírme por la condición en la que corre tiene un estilo sin igual. Aunque es rápido no llega a alcanzarlo. Es tan cómico. Es mi oportunidad para caminar a la parada y deshacerme de él. El sol esta tan incandescente que quema mi piel al mismo tiempo que la reconforta de calor y el aire frio que rosa mis mejillas es tan refrescante que produce que los pelos de mis brazos se ericen y me gusta.
La parada de autobús se encuentra dos calles más abajo y se, aunque el camino no es largo, debo ir con cuidado. Mi mano es atrapada y soy sacudida levemente por un jalón que me hace mirar hacia la persona que me atrapo. Frente a mí se encuentra el hombre tan impecable como haces unos instantes un ceño bastante fruncido.
- ¿Dónde crees que vas? –Pregunta.
-No tienes auto –Me limito a responder.
-Aun no responde mi pregunta –Insiste.
-Debo llegar a mi trabajo y el único medio para hacerlo es el autobús. Así que suéltame. Llegare tarde.
-He alquilado un auto llegara en algunos minutos.
- ¿Y?
-Hiciste una promesa –Parece un niño pequeño.
- ¿Y? –Vuelvo a repetir.
-Que prometiste ir conmigo. Debes cumplir tus promesas.
-No debo hacerlo.
-Claro que sí. De cierta manera tenemos una conexión que es muy difícil de explicar, pero esta hay y sé que está poniendo nuevamente esta barrera porque tienes miedo –Mi limito a verlo porque de cierta manera tiene razón, quiero escapar porque tengo miedo a dejarme caer completamente por él.
-Iré contigo –cambia su antigua expresión por una estúpida sonrisa de victoria –No significa nada –Aclaro.
-No he dicho nada. –Muestra las dos palmas de sus manos, soltándome –Lo siento, Sara. Solo no te enojes.
- ¿Por…?
No termino mi pregunta cuando toma mi rostro entre sus manos impactando sus labios con los míos, una parte de mi despierta y se estremece ante el contacto de sus labios suaves y fríos. Hay una leve caricia de sus callosas manos en mi rostro que no logro identificar por el abrupto escenario frente a mí. Se aleja por un momento posando su mirada en la mía. Por lo estática que me he quedado. Pero su mirada es tan intensa y por un corto tiempo, siento que el tiempo se detiene y parece suceder todo y nada al mismo tiempo. Lo único que hago es observarlo. Baja su vista lentamente y traga y vuelve a posar su mirada en la mía. Luce como un hombre decidido y culpable y sé que lo volverá hacer y no lo puedo detener, porque de cierta manera yo también lo anhelo.
Sus labios vuelven a impactar siguiendo el mismo camino y se abren sobre los míos y me besa con dulzura. Conservo mis ojos abiertos por unos instantes por la impresión hasta que el suave toque de una caricia en mi mejilla derecha mi hace disfrutar el momento y los cierro y solo siento su beso. Mi corazón nunca había latido tan rápido y tan vivaz. Algo tímida comienzo a participar en el beso mientras mis manos se alzan hasta posarla en su cuello. El beso al principio es lento y relajado. Pero a medida que va subiendo de intensidad se vuelve largo y profundo con una mayor dureza y demanda. Puedo sentir el sabor fresco de su aliento. Introduce su lengua dentro de mi boca y atrayéndome por la cintura junta nuestros cuerpos sin dejar espacio entre ellos.
Hay un montón de sensaciones y emociones entre nosotros. Hay sentimientos profundos, así como una pasión y algo desconocido que no logro descifrar que me es imposible ignorar. Mordisquea mi labio y aprieta sus manos en mi trasero que no sé cómo han llegado de manera rápida en esa zona, pero de alguna manera masoquista quiero que lo siga haciendo.
Frota sus caderas contra mí pelvis y todo en mi parte baja es un caos desconocido. Cuando involuntariamente mis sentidos enloquecen me muevo contra el buscando aliviar lo que arde dentro de mí con fuerza antes de que mi cuerpo se sacuda. Su cuerpo se estremece mientras me besa con más fuerza.
-Grrr – Escucho uno tos poco disimulada se escucha en la lejanía y la ignoro y me sumerjo mayor mente en el beso. Sin embargo, la tos mal disimulada se reproduce de manera más clara. Me suelto rápidamente de su cuerpo con vergüenza, pero no totalmente porque aun sus manos se encuentran rodeando mi cuerpo. Específicamente en mis nalgas. ¡Mierda!
-Puedes soltarme –Le susurro. Cabecea en afirmación y obedece mi orden, sin perder la brillante sonrisa brillante que aparece entre sus labios y me guiña un ojo, sin alejarse demasiado. De cierta manera agradezco la interrupción porque no sé qué hubiera terminado si nuestra demostración de deseo carnal hubiera seguido en la vía pública. Ya me lo imagino. Yo contra la pared y el…. prefiero eliminar la escena erótica de mi cabeza, no es sano para mi salud mental.
La señora Mary nos observa fijamente y sé que puede intuir lo que pasa por la prueba de demostración que acaba de ver. Pero decide ignorarlo y sonreírme con picardía y dar unos cortos pasos hacia mí.
-Quería darte esto –Me entrega una caja envuelta en papel de regalo de color rosado chillón –¡Feliz Cumpleaños, adelantado! –Grita eufóricamente –Sé que mañana es tu cumpleaños.
-Gracias.
-Espero que te guste. Me recordó a ti al elegirlo.
-Es muy considerado de su parte. Gracias. –Me abraza –No te cierres al amor. Parece un buen chico date la oportunidad de amarlo y deja amarte –Me dice al oído. Al separarnos lo único que puedo es sonreírle.
Un auto se estaciona frente al edificio. Es sumamente hermoso y a kilómetros grita lujo. La puerta del conductor se abre y aparece un hombre trajeado que al cerrar la puerta camina hacia nuestra dirección y saludo para a continuación entregarle algo en la mano al hombre que se encuentra a mi lado izquierdo tras mi espalda. El hombre rápidamente se despide de manera formal como hace un instante, luego de cumplir su labor y camina hacia el auto que se encuentra atrás del que esta estacionado y que al igual que el auto frente a él, grita dinero. ¿Cuando llego ese auto? Abre la puerta del copiloto e ingresa cerrando la puerta para segundos después desaparecer en el poco tráfico de esta avenida.
-Ya tenemos transporte. Me enseña las llaves que cuelga de sus manos –Fue un gusto conocerla señora Mary, pero es tiempo de llevar a esta damisela a su destino. –La señora Mary sonríe y se aleja –Nos vamos.
-Cuídate Sara, piensa en lo que te dije –Giro su rostro hacia el –Me encanto conocerle. Que tengan un lindo día. Sin decir nada más camina con dirección al edificio y entra. Volteo a verlo cuando su aliento impacta con mi oído.
-Es hora de irnos.
-Lo sé.
Se separa de mí y se adelanta caminado los pocos pasos que nos separan del auto y abre la puerta para mí, invitando a entrar. Mi mirada de indignación lo dice todo y nada al mismo tiempo. Sin perder su sonrisa de satisfacción me vuelve a invitar a entrar con su mano. Pero no puedo hacer ni decir nada, porque si lo hago sé que esto se alargará y llegaremos tarde y no puede darme el lujo de llegar tarde a mi primer día.
No me queda más remedio que ocupar el puesto de copiloto tragándome las palabras poco cariñosas que quieren salir de mi boca. Cierra la puerta y rodea el auto ocupando el puesto vacío a mi lado. Aprieta el botón de encendido al lado derecho del volante para luego acelerar moviendo el auto.
El camino es un poco largo, porque la casa de mis nuevos jefes es fuera de la ciudad. Este es el tercer intento en la que pretende sujetar mi mano entre la suyas nuevamente la alejo tratando de que intenta la indirecta bien directa. Pero es obvio que no lo hará porque vuelve al ruedo tratando de atraparla de nuevo esta vez rodeo mi mano con la otra diciendo silenciosamente que no insista en tocarme. Porque decididamente quiero fingir que esto lo que ha pasado anteriormente en la calle, no sucedió. Pero a quien quiero engañar. La prueba de mi momento de locura de lujuria está a mi lado plasmando un gran recordatorio de que he vuelvo a perder el control y me he dejado llevar por mis hormonas.
-Mañana es tu cumpleaños.
-Si. –Mi limito a decir.
-Y lo celebras con nosotros.
-Así parece. –Tengo la vista en la línea de árboles que están a lado de la carretera. El auto se detiene a un costado y los autos atrás de nosotros pasan de largo - ¿Que está haciendo? –Ahora mi mirada está en el que se encuentra tranquilo mirando hacia delante con sus dos manos en el volante.
-Sé que no lo he hecho bien, que mis continuos coqueteos he insinuación te incomodan. Porque, aunque no lo creas esto es nuevo para ti al igual que para mí. –No estoy tan segura –Tanto que debo declararte que estoy muy emocionado con lo que vaya a pasar desde ahora con esto que estamos sintiendo. Porque, aunque lo niegues sé que tú también sientes esta química entre nosotros. Pero entiendo que tratas de ignorarlo.
-Este no es un buen momento. Llegaremos tarde. –Trato de desviar la conversación.
-Estamos a buena hora, no te preocupes –Despega las manos del volante y por primera vez logro captar como los iris de sus ojos cambian de un verde agua a un dorado incandescente que son tan impresionante y mágicos. Que hace difícil que despegue mi mirada. Son tan bellos.
-No, no…. seas… tonto encienda el auto –Tartamudeo y trago, tratando de regular los latidos de mi corazón. ¿Porque estoy tan nerviosa? Me infundo fuerzas de valor. Pero a quien engaño sé que ya estoy perdida porque sé que mi valor sé que ha escapado y ahora se encuentra de vacaciones en la playa del caribe del descanso.
Agarra mis manos y las rodea. Intento desprenderme de su toque que produce una electricidad continua que recorre todo mi cuerpo y no me gusta. Pero él tiene mayor fuerza que yo, así que difícil soltarme.
-Suélteme –Murmuro bajito.
-No –Su voz se vuelve seria –Quiero que entiendas que tus momentos de polaridad que intentan confundirme y confundirte. Son estúpidos. Porque, aunque crees que soy una mala persona. Te aclaro que no lo soy. Soy un hombre respetuoso que tuvo la oportunidad de aprovecharse y no lo hizo. Porque, ante todo, soy un caballero. Pero no me quedarme de brazos cruzados a esperar que las cosas suceden por si solas o que tú te decidas a darte la oportunidad de quererme. Y de cierta manera es cansado. Pero ten en cuenta que no me daré por vencido. Porque, aunque eres a la primera persona que hace que mi paciencia tenga una mecha corta. Me gustan los retos. Y estoy decido a ser en lo único en lo que pienses.