Capítulo 58
1537palabras
2023-05-28 00:02
Él asintió y me soltó para sentarse a mi lado derecho, entonces le dijo al Sr. Byres, —señor Byres, ella es mi hija Mia. Hoy le hará compañía en mi nombre.
Con el propósito de que me quedara con el señor Byres, me amenazó con la seguridad de mi abuelo.
No sabía por qué, pero tenía el presentimiento de que se trataba de algo más.
Sin embargo, después de varias rondas, no pasó nada inusual, así que me sentí aliviada.
Lo único que me preocupaba era ponerme borracha. Cuando empecé a sonrojarme un poco, me disculpé para ir al baño y poder escupir la que había bebido.
Sin que me lo esperara, en cuanto me puse de pie, el señor Byres me abrazó de la cintura. Me agarró por sorpresa que me senté en sus piernas. Me empecé a sentir mal y aunque trataba de levantarme, él seguía agarrando mi cintura con fuerza y frotando mi piel con sus manos gordas.
Estaba tan enojada que pisé su empeine con mis tacones. Él perdió fuerza en su agarre, así que aproveche para levantarme y gritarle en voz baja, —¡Señor Byres, por favor, compórtese!
Su rostro me hacía sentir muy incómoda, pero él se levantó de la silla y gritó soltando saliva, —entonces, qué haces aquí, ahora no te hagas la inocente, ¿sí?
¿Qué quiso decir? No entendí, —solo estoy bebiendo un poco con usted en nombre del Sr. Clinton. Así que, ¿cualquier persona que brinde con usted será tratado con tanta rudeza?
Mientras hablaba, sin que supiera cómo, mi cuerpo se empezó a adormecer que me esforcé por mantenerme en pie con firmeza al apoyarme de la silla.
No... yo sabía la cantidad de tolerancia que tenía al alcohol y lo que había bebido no era suficiente como para ponerme de esta manera.
El señor Byres estaba tan enojado que su gordo pecho temblaba. Ethan le sonrió en forma de disculpa y dijo, —esta chica no se siente muy bien por todo lo que ha bebido. ¿Por qué no espera en la habitación?
¿Esperar en la habitación? Esperar qué...
—Ethan, si no obtengo nada el día de hoy, sabes cuál será la consecuencia—. El Sr. Byres hizo un gesto con la mano y se fue. Sin embargo, antes de salir, se me quedó viendo y el significado en sus ojos me hizo sentir náuseas.
Tenía un mal presentimiento en mi corazón. Lo único que quería era irme pero Ethan me detuvo. Intenté salir de ahí y cuando volteé la mirada, me le quedé viendo —¿qué quieres hacer?
Me dio una bofetada en la cara y me dijo con enojo, —¿qué es lo que quiero hacer? ¿Por qué no piensas en lo que has hecho? En lo perdedora que eres. ¿Cómo pudiste causarle un mal momento a la señorita Lopez cuando estabas en su bienvenida?
Mi cuerpo ya se sentía débil. Me volvió a pegar con toda su fuerza que me aventó hacia la mesa haciendo que mis mejillas se sintieran entumecidas y con la cabeza aturdida.
—Mia, la familia Lopez ya dijo que quienquiera que trate con el grupo de Clinton está en contra de ellos. El señor Byres fue el único que dijo que mientras lo acompañes por una noche, solo una noche, firmaría un contrato conmigo. ¡Entonces, será mejor que me escuches!
Me le quedé viendo con sorpresa que mis labios temblaron, —solo por un contrato. ¿Quieres que me acueste con él?
Me hubiera imaginado muchas cosas por las que me había traído a este lugar, pero nunca me hubiera imaginado que me pidiera que me acostara con su cliente.
¡Él era mi padre! ¿Cómo podía tratarme de esa manera?
—¿Crees que sigues siendo la esposa de Jayden? ¿Crees que sigues siendo muy respetada? Solo eres una mujer abandonada. ¡Deberías sentirte afortunada de agradarle al señor Byres!
No podía creer que esas palabras vinieran de mi padre.
Abrí mis ojos llenos de lágrimas, también soporté el dolor en mi pecho para llamarlo por su nombre, —¡Ethan, tú no mereces ser mi padre!
Nunca había visto a un padre como él vendiendo a su hija por un contrato.
No sabía si fue por lo que había dicho o por alguna otra razón que Ethan se me quedó viendo con sorpresa, luego volteó a ver a otro lado y dijo en un tono duro, —no importa lo que digas, tienes que comportarte a la altura con el señor Byres.
Después de eso, me llevó con toda su fuerza. Yo no podía detenerlo, así que lo único que hice fue dejarlo que me llevará al elevador.
Al ver que el número aumentaba, agarré la mano de Ethan y grité, —no puedes... no puedes hacerme esto. Jayden no te dejará ir...
En un momento tan crítico, solo podía pensar en Jayden.
Ethan se rio con desdén y dijo, —no falta mucho para que se case con la señorita Lopez. No tiene tiempo para preocuparse por ti. Ni siquiera pienses en eso.
Es verdad...
Un estallido de desesperación surgió de mi corazón y mi cuerpo cada vez más perdía su fuerza.
¿Mi vida iba a arruinarse de esta manera?
Cuando la puerta del elevador se abrió, me sacó para caminar hacía el lado derecho. Quería luchar, pero todo mi cuerpo estaba impotente, con una extraña sensación que crecía en mi cuerpo.
—¿Estás bien? ¿Necesitas que le pida al mesero que te envíe un poco de té? —Cuando pasamos por una puerta abierta, escuché la voz de una mujer que venía del interior.
¡Era Oliva! ¡Era Oliva!
Un rayo de esperanza surgió en mi corazón. Hice lo mejor que pude para llamarla por su nombre, pero Ethan no dudo en taparme la boca y llevarme lejos.
No me rendí y traté de pensar en una manera de correr lo más rápido que pudiera. Cuando vi los dos extintores junto a mis pies, levanté la pierna y los pateé, pero mis piernas estaban débiles. Solo se escuchó un suave ruido que sería imposible que Olivia lo escuchara.
Al mismo tiempo, Ethan tocó en una puerta, misma que se abrió en un segundo. El Sr. Byres llevaba una bata de baño, se frotó las manos con lujuria y me jaló con felicidad, —gracias, Sr. Clinton. Mañana firmaré el contrato.
Ethan cerró la puerta con respeto.
Golpeé la puerta una y otra vez, mientras las lágrimas empezaron a rodar por mi rostro, —papá, no me hagas esto...
El Sr. Byres me aventó en la cama con una mirada llena de l*juria, —Niña, no llores, en este momento voy a consolarte.
—No, no... por favor, déjame ir. ¿Ethan te dijo que soy la mujer de Jayden?
Abrí mucho los ojos por el miedo que sentía. Mientras me quitaba con desesperación, sacudí la cabeza con todas mis fuerzas tratando de encontrar un rayo de esperanza.
¿Por qué? ¿Qué hice mal? ¿Por qué me está haciendo esto?
—Eso quedó en el pasado. ¡No me asustes! Solo quiero tener una probada de una mujer que le perteneció a alguien con un estatus tan alto.
Ese hombre dijo al subirse a la cama para empezar a tocar mi cuerpo a través de la ropa. Me sentía tan mal que quería vomitar, pero mi conciencia empezó a nublarse poco a poco. Me pellizqué mi brazo para poder recuperar un poco de mi sentido.
—Tranquila...
Me arrancó la ropa y también se quitó la suya. En ese momento, aproveché para levantarme de la cama y salir corriendo aunque mis piernas seguían sin responder.
Sin embargo, él me alcanzó para volverme a aventar en la cama. Sus ojos se entrecerraron y dijo con una sonrisa siniestra, —¿correr? ¿Te atreves a correr?
—¡Quítese! —grité con histeria pero no tenía fuerzas, por lo que mis palabras no tenían ningún efecto.
El señor Byres se me quedó viendo como si fuera un platillo que se había servido justo para él. Agarró una pastilla con agua de la mesita y dijo significativamente, —mira lo considerado soy. Me temo que no puedo satisfacerte, así que vengo preparado.
En cuanto terminó de hablar, se inclinó para apresurarse y ponerse a mi lado.
No, no podría resignarme a tener un destino como este.
Incluso si muriera... ¡No podría dejar que lo hiciera!
Agarré la taza que acababa de beber y se la estrellé en la cabeza. El golpe hizo que se sintiera aturdido que se frotó la frente, —tonta, ¿cómo te atreves a golpearme?
—¡No me importa! —Apreté los dientes y salí de la cama. Antes de que pudiera recuperarse, le lancé la taza directamente a la cabeza.
Gritó de dolor y la sangre empezó a brotar de su frente.
Me apoyé contra la pared porque salí tambaleándome de la habitación. Detrás de mí escuché una voz, —¡Vamos a ver hasta dónde puedes llegar!
¡No, no podía dejar que me llevara de regreso!
Salí corriendo presa del pánico pero la habitación de Olivia estaba cerrada en ese momento.
Mi corazón palpitaba con toda su fuerza que corrí hacia la puerta sin que nada importara. Mientras me acercaba a la puerta, una ola de colar surgió en mi cuerpo. Al parecer, me había quedado sin fuerzas que me acosté en la puerta...
Toqué la puerta y grité con voz débil, —Ayuda...