Capítulo 40
1506palabras
2023-05-11 11:22
Tan pronto como Owen me bajó los pantalones, agarré el marco que tenía encima de la cabecera de la cama y lo golpee en la cabeza con fuerza.
Owen soltó un grito ahogado de dolor e, inconscientemente, me soltó. Aproveché la oportunidad, lo empujé a un lado y salté de la cama para correr a la puerta y empezar a gritar. "¡Tía, ayúdame, por favor!"
Por desgracia, antes de que pudiera abrir la puerta, sentí un dolor en el cuero cabelludo y me percaté de que era Owen, quien estaba detrás de mí, jalándome el cabello.
De pronto, la puerta se abrió y al ver entrar a Madison, empecé a llorar. "Madison, por favor", le supliqué. "Pídele a tu hermano que me deje en paz".
Madison fulminó a Owen con la mirada y él me soltó. Era obvio que estaba fastidiado por la interrupción. Recogió su ropa que estaba esparcida en el suelo y empezó a ponérsela.
"¿Mia tuvo una pesadilla?" Madison preguntó mientras recogía mi blusa para entregármela y ayudarme a vestirme.
Me senté en la cama. "No fue eso", respondí, estaba temblando descontroladamente.
Sin embargo, antes de que pudiera explicarle lo que había pasado, la señora Jones entró corriendo. "¿Qué pasó, señorita?" Preguntó, preocupada.
Tenía tanto miedo que me habían empezado a rechinar los dientes y estaba tan alterada que no podía dejar de llorar. "Owen... me quitó la ropa", respondí, sintiendo vergüenza. "Él... él quería..."
"Mia, ¿qué estás diciendo?" Owen intervino, indignado. "Vine cuando te escuché gritar".
No esperaba que cambiara de expresión con tanta facilidad y que pudiera mentir con tanto descaro, fingiendo estar preocupado por mí. "Madison, dile lo que pasó", agregó, mirando a su hermana.
Madison se quedó mirándolo un rato. Cuando ella había entrado en la habitación, yo estaba casi desnuda y la ropa de Owen había estado esparcida por el suelo. Era evidente que ella sabía lo que había estado a punto de pasar.
Aun así, Madison frunció el ceño. "Tía, Mia tuvo un mal sueño", afirmó. "Me preocupaba que quisiera vomitar porque estaba borracha, así que vine a verla y, de repente, se despertó y empezó a gritar y a decir tonterías".
Mis ojos se abrieron de par en par. No podía creer lo que estaba diciendo. "¿Qué?" Exclamé.
"¿Qué pasa?" Escuché a mi madre acercarse y sentí ganas de llorar. "¿Por qué están todos en la habitación de Mia?"
Apenas entró, corrí hacia ella y me lancé a sus brazos. "Mamá, mamá, Owen intentó v*olarme", dije entre lágrimas. "Él entró a escondidas, cuando estaba durmiendo".
De inmediato, mi madre se alarmó. "¿Qué?" Preguntó.
Mi padre, que estaba de pie a ella, tomó un jarrón de flores que había en mi estante y se lo lanzó a Owen. "¡D*sgraciado!" Gritó. "¡Fuera de mi casa!"
Lamentablemente, Owen esquivó el jarrón y antes de que pudiera decir algo, Madison se puso delante de él para protegerlo. "Tío, tía, no pasó nada", les dijo. "Mia estaba borracha y les aseguro que yo era la única en su habitación cuando se despertó y empezó a gritar. Mi hermano escuchó sus gritos y entró porque estaba preocupado por ella. Mia debe haber tenido un mal sueño".
"¿Es cierto?" Mi papá preguntó, mirándome.
Me quedé atónita de que creyeran las mentiras de Madison. "¡No!" Grité. "Ella está mintiendo. No estoy borracha y estoy diciendo la verdad".
Aún recuerdo las incontables veces que repetí esas palabras ese día.
Sin embargo, todos tenían la impresión de que Madison era una buena chica y les costaba creer que estuviera mintiendo. La única que tenía dudas sobre su palabra era mi madre. Los demás creyeron su cuento.
Como no había marcas en mi cuerpo, no tenía evidencia de nada, y como era cierto que había bebido ese día, nadie me creía.
Antes de irse, Owen me sonrió, orgulloso y los ojos de Madison brillaban. Era obvio que estaba planeando algo malvado.
Lo que más recuerdo era la impotencia y la oscuridad que se apoderaron de mí ese día.
......
Me desperté gritando, con un escalofrío recorriendo mi espalda.
Todo había sido un sueño. Un recuerdo del pasado.
Hacía mucho tiempo que no tenía ese sueño.
A pesar de que ya habían pasado 10 años, los recuerdos estaban intactos y no podía superarlo.
Después de ese día, el padre de Owen lo mandó al extranjero a estudiar, usando todos los ahorros que tenía en el banco. Nunca supe si fue porque a su padre le preocupaba que descubrieran que su hijo era un v*olador o si fue por otro motivo.
De todos modos, ese asunto todavía seguía sin resolverse.
Nadie nunca supo cuánto sufrí, y cuanto seguía sufriendo.
Además, esa era la razón por la que había empezado a odiar a Madison y a su hermano. Desde ese día, me convencí de que eran mentirosos y asquerosos.
Aturdida y un poco alterada por el mal sueño, miré por la ventana sintiéndome muy desdichada y sola.
"¿Tuviste una pesadilla?" Escuché una voz ronca preguntar de repente.
Me quedé helada y me senté en la cama. Por la luz de la luna que se colaba por mi ventana, pude ver que Jayden estaba acostado a mi lado, en la cama. "¿Qué haces aquí?" Pregunté, indignada.
Lo había visto salir con mis propios ojos. ¿Cómo había logrado entrar de nuevo? ¿Y cómo podía tener el descaro de acostarse a mi lado?
Jayden también se sentó y me tomó en sus brazos, poniendo su barbilla junto a mi cabeza. "No eras tú misma", dijo. "Así que estaba un poco preocupado. Sé que me fui, pero no podía dejar de pensar en tu mirada".
Suspiré y dejé de temblar. Sus brazos eran muy acogedores y era como si una corriente de calidez me hubiera envuelto, calándose hasta mis huesos.
Me tuve que recordar que ya no había nada entre nosotros y que ya era muy tarde para que él se preocupara por mí y pese a que mi cabeza me decía que lo dejara ir, mi corazón no me lo permitía.
Solo por una noche.
"¿Cómo entraste?" Pregunté sin apartarlo de mí.
Jayden me frotó el cabello. "Me trepé por la ventana", respondió contra mi cuello.
Lo alejé de mí. "No digas tonterías", dije. "Este es el piso 22. No me trates como a una niña que no sabe nada".
Jayden se rio, pero no respondió. "¿Qué estabas soñando?" Preguntó.
Reprimí mis emociones y traté de hacer que mi voz sonara lo más calmada posible. "Soñé que alguien estaba a punto de v*olarme", respondí.
Al oír esto, la expresión de Jayden cambió por completo y su mirada se volvió sombría. Me volvió a acostar con cuidado y se acostó a mi lado, acercándome a su pecho con una mano. "Fue solo un sueño", me aseguró. "Si alguien se atreve a hacerte algo así, lo mataré".
Si bien lo había dicho en un tono casual, me estremecí. Estar entre sus brazos me hacía sentirme muy segura.
Si se enteraba de que alguien ya había intentado hacerme algo así y que esa persona había sido el hermano de Madison, ¿cumpliría su promesa?
"¿Qué pasa si es un pariente de Madison?" Pregunté en voz baja.
Jayden me acarició la espalda para consolarme. "Mia, no sé qué más decirte sobre mi relación con Madison, pero no era nada de lo que te imaginas", afirmó. "No tuvimos relaciones desde que rompimos hace 5 años y antes de eso, solo lo hicimos una vez".
¿Qué?
Lo miré desconcertada sin poder creer lo que estaba escuchando.
Ellos habían vivido juntos durante un buen tiempo y eran como dos tortolitos enamorados. Y aunque Jayden sabía que Madison había orquestado la lesión de Lucas, él la había perdonado. Era evidente que la amaba. ¿Cómo podía ahora afirmar que solo habían tenido relaciones una vez?
Tal vez había algo malo con Jayden, aunque, pensándolo bien, no podía ser eso porque yo me había acostado con él y... bueno, él había sido muy bueno en la cama.
Aun así, ahora estaba diciendo que solo lo había hecho una vez con Madison. ¿Qué significaba eso?
Quise preguntar, pero terminé suspirando. Eso ya no tenía nada que ver conmigo y no tenía por qué hacer preguntas.
Después de esta noche, él y yo solo seríamos exesposos.
"¿Qué?" Pregunté, sonriendo. "¿Ya no puedes tener relaciones después de divorciarte de mí?"
En vez de enojarse por mi pregunta insolente, Jayden sonrió y me besó apasionadamente. Dimos vueltas en la cama mientras nos besábamos y al sentir que Jayden me mordía la oreja, solté un gemido que no pude reprimir. "¿Quieres que te demuestre que sigo siendo muy bueno en la cama?" Preguntó.
Sentí su aliento en mi oído y todo mi cuerpo tembló. "¡Vete!" Grité. Mis mejillas estaban ardiendo.
Pero Jayden me ignoró y empezó a chuparme el cuello, pasando su lengua por mi clavícula y haciéndome estremecer bajos sus caricias. Aunque era un poco doloroso, también era muy placentero. "Déjame tenerte", dijo en un susurro.
Luego empezó a tocarme con sus manos calientes y perdí la razón.