Capítulo 31
1460palabras
2023-05-11 11:20
Desde ese día, Jayden no volvió a aparecer en el hospital. Era como si nunca hubiese existido.
No obstante, me parecía muy extraño que todas las mañanas, cuando salía de la habitación para caminar por el pasillo, notara un olor muy ligero a humo, pero lo que más me sorprendió fue que mi tía llegó al hospital repentinamente y me dijo que mi abuelo estaba viviendo en su casa y que ya no debía preocuparme por eso.
Pero, ¿por qué Ethan se rendiría tan fácilmente?
Como me preocupaba que estuviera planeando otra cosa, lo llamé y le pregunté, pero él solo me dijo que ya no tenía que preocuparme por el abuelo.
Al escucharlo, fruncí el ceño, desconcertada, pero el asunto ya estaba arreglado ahora, así que me relajé un poco.
De todos modos, no creía que fuera lo mejor no contarle al abuelo sobre la muerte de mi madre. Tenía que buscar la manera de decírselo más adelante.
El día que me dieron de alta, Sophia fue a la casa de la familia Christian para recoger mis cosas y luego vino a recogerme. Me pidió que me quedara con ella, en su apartamento, pero no acepté. Ella tenía novio y no quería interferir en su relación.
Además, ayer ya había llamado a una limpiadora para que tuviera la casa que Jayden me había dado después del divorcio lista.
Si siguiera siendo la mujer que era en el pasado, hubiera preferido dormir en la calle que vivir en esa casa. Sin embargo, ahora no tenía nada que perder.
Madison me debía demasiado y Jayden quería pagar por ella, así que, ¿por qué no aceptar la casa con la conciencia tranquila?
Aun así, no había ido a la casa antes y todo lo que sabía era que estaba en una comunidad exclusiva en Plotin.
Al abrir la puerta de la casa, me di cuenta de que la decoración estaba hecha a mi gusto. Era simple sin dejar de ser aburrida y había dos dormitorios, una sala de estar, y estaba equipada con todos los electrodomésticos.
Entré con mi maleta en la mano y Sophia resopló. "No esperaba que Jayden fuera tan considerado", dijo en un tono sarcástico.
Estaba enojada por mi aborto espontáneo. Si no la hubiera detenido, hubiera ido a buscar pelea a la casa de la familia Christian.
"Él siempre es considerado", dije, con amargura, bajando los ojos.
Sophia me quitó la maleta y la metió a la habitación principal. "¿Qué piensas hacer ahora?" Preguntó.
La seguí y abrí la maleta para acomodar mis cosas, pero Sophia apartó mi mano y me lo impidió. "Primero, encontraré un trabajo", respondí, viendo como mi amiga se agachaba para sacar mi ropa de la maleta. "De algo tengo que vivir".
"Eso es bueno", Sophia dijo, metiendo mis cosas en el armario. "Me preocupa que te deprimas".
Me reí. "No te preocupes por mí", le aseguré. "No me deprimo tan fácil".
Me volteé y estaba a punto de ir a la cocina para hervir un poco de agua y tomar té cuando, de pronto, Sophia pareció recordar algo que me hizo detenerme en seco. "Solías ser asistente, ¿no?" Preguntó. "Mi primo está buscando una asistente". Le diré que puedes tomar el puesto".
Sophia también era la típica niña de papá. Su familia, que pertenecía al Grupo Brown, era la competencia de Eastern Star, ya que la mayoría de industrias bajo su mando eran las mismas. Durante los últimos años, habían estado compitiendo en secreto.
Dudé un poco y Sophia notó mi incertidumbre. "¿Te preocupa estar del lado opuesto de Jayden si trabajas con nosotros?" Preguntó.
Negué con la cabeza. "No", respondí. "Lo que me preocupa es tomar el puesto sin pasar la entrevista. No quiero que haya rumores sobre mí y tampoco sé si estoy calificada para el trabajo. Iré y pasaré la entrevista como todos".
Sophia puso los ojos en blanco y se acercó a mí para poner su mano en mi hombro. "¿Y qué si tomas el puesto sin pasar la entrevista?" Dijo, fastidiada. "Eres mi mejor amiga".
La abracé, sintiéndome muy agradecida por su ayuda. Con excepción de mi madre, Sophia era la única persona que me trataba tan bien sin pedir nada a cambio.
La mañana siguiente, me desperté temprano, me maquillé un poco y salí de la casa con el traje elegante que había comprado la noche anterior.
La entrevista que Sophia había arreglado para mí era a las 10 de la mañana. Sin embargo, por la mañana, los días laborales suelen tener muchos atascos de tráfico y siempre era buena idea salir más temprano.
Al terminar la entrevista, me disponía a entrar en el ascensor cuando el asistente que estaba a cargo de mi entrevista se acercó a mí a toda prisa. "Mia, pasaste", me informó. "Empezarás a trabajar mañana. ¿Te parece bien?"
Asentí con la cabeza, sintiéndome orgullosa y feliz. "Por supuesto", respondí.
Por lo general, en una empresa tan grande como el Grupo Brown, los resultados de las entrevistas de trabajo no salen tan rápido, y estaba desconcertada por lo que acababa de pasar. De cualquier manera, tal vez Sophia les había dicho que necesitaba el trabajo con urgencia, así que no me preocupé mucho por eso y, en cambio, me sentí agradecida y decidí invitarla a cenar esta noche.
Al salir de la empresa, me recordé que era un nuevo comienzo.
Luego tomé un taxi y saqué mi teléfono para llamar a Sophia y contarle las buenas nuevas.
Sophia se puso muy contenta y aceptó la invitación a cenar. "Me ocuparé del asunto de Madison y ese hombre por ti, ¿de acuerdo?" Preguntó, de repente.
Suspirando, agarré mi teléfono con fuerza. "No", dije con firmeza. "Yo misma veré que me pague todo lo que me debe".
Aun así, no tenía idea de que ese hombre me buscaría esa misma noche.
Mientras cenaba con Sophia, me llegó un mensaje de texto. "Señorita Clinton", decía. "¿Le gustaría encontrarse conmigo cuando tenga tiempo?"
La persona que me había enviado el mensaje era Luis Hall, el amante secreto de Madison.
Había guardado su número la última vez que vi la información, en su perfil, por eso sabía quién era.
Me pregunté por qué me estaba escribiendo de repente, pero no quería irme por las ramas, así que decidí ir directo al grano. "Está bien", respondí. "Dime a qué hora y dónde".
"En el restaurante en el que te encuentras", dijo rápidamente. "Ve hacia el fondo, y dile a tu amiga que no venga contigo. Quiero verte a solas".
Me estremecí al percatarme de que me había estado siguiendo sin que me hubiera dado cuenta. Miré a mi alrededor, pero no pude verlo en ninguna parte, ya que había mucha gente en el restaurante.
Lo pensé por un momento y acepté su sugerencia. Como el restaurante estaba lleno, no se atrevería a hacerme nada, ya que habría muchos testigos.
Tenía que deshacerme de Sophia primero, así que pagué la cuenta y salí del restaurante con ella y solo regresé una vez que me aseguré de que se había ido.
Si le hubiera contado lo que había pasado, ella nunca me hubiera dejado encontrarme con Luis a solas.
Fui directo hacia el fondo del restaurante y lo vi.
Ahora que Madison no estaba a su lado, se veía normal. O al menos no se veía tan desvergonzado.
Al verme, hizo un gesto con la mano para llamar mi atención. "Estoy aquí", dijo.
Me acerqué a él y fui directo al grano. "¿Me estás siguiendo?" Pregunté. "¿Por qué?"
Luis se reclinó en su asiento con una sonrisa relajada. "Ya deberías saber por qué, ¿no?" Dijo.
"¿De qué d*monios estás hablando?" Pregunté con el ceño fruncido.
Luis entrecerró los ojos y me miró de arriba a abajo con malicia. "Me viste en el Grupo Clinton hace unos días, ¿no?" Preguntó.
Apreté los puños. "No tengo idea de qué estás hablado", dije.
"Ambos sabemos muy bien lo que pasa", insistió. "No pretendas estar confundida. Si no lo hacía a propósito, ¿hubieras descubierto que soy un empleado del Grupo Clinton?" Preguntó antes de soltar una carcajada.
De pronto, entendí lo que me estaba intentando decir. No era de extrañar que se detuviera en ese momento y volteara. Al final, todo lo que había visto y oído había sido a propósito.
De inmediato, me di cuenta de Luis era una persona muy difícil. Por eso, incluso Madison, que era intrigante, no podía deshacerse de él.
Como me había dicho que no tenía por qué fingir, decidí ser sincera. "Me estás buscando porque quieres dinero, ¿verdad?" Pregunté.
Luis sonrió al escuchar eso, sin ocultar sus verdaderas intenciones. "Sí", dijo. "Quiero cuatro millones".
Fruncí el ceño. "¿Qué?" Exclamé, asombrada. "¿Cuatro millones? ¿Y qué obtendré yo a cambio?"