Capítulo 27
1142palabras
2023-05-05 13:44
Mi mente seguía girando dando vueltas, finalmente le mordí la lengua para poder salir del encanto de sus labios. El hombre se alejó siseando del dolor y me miró con el ceño fruncido.
—¿Eres un animal? Si quieres tirarte a alguien, busca a Madison. Ella seguramente se muere por tenerte en su cama —le fulminé con la mirada mientras me alejaba de su cuerpo. Jayden se desató la corbata de un movimiento que me hizo dudar de nuevo si era una buena idea dejarlo ir.
—Te advierto que eres mía. No puedes tener una relación con nadie más —me advirtió entre dientes. Me reí en su cara.

—¿Tuya? Por favor, estamos divorciados, no tienes ningún derecho a decirme eso.
¿Cómo podía tener a Madison y aún así querer controlarme? Sin mencionar que realmente no había pasado nada con el otro hombre. Jayden no tenía derecho a decirme nada.
—Vas a tener a mi hijo, entonces es de mi incumbencia —me explicó lentamente con odio en los ojos. 
—Tampoco tienes ningún derecho sobre mi bebé —le espeté mientras me cubría el vientre. ¿Con qué cara me hablaba así? Me di la vuelta, tan enojada que no podía seguir viéndolo, y me alisté para irme a dormir. 
—¿Anoche lo viste? ¿Saliste con él?
—Sí —le respondí con los labios apretados mientras me sentaba en la cama. Lo vi apretar el borde de la ventana con enojo.

—¿Acaso no puedes dejar de meterte con hombres? —me inquirió con el ceño fruncido a lo que respiré profundamente para no matarlo. 
—Esa noche me despertaste como un salvaje para echarme la culpa sobre tu hijo. Luego, te pusiste todo cariñoso con Madison enfrente de mí, me sentía muy mal así que salí a caminar un rato para despejarme, pero casi fui atropellada por alguien. Si no hubiera sido por el joven, algo pudiera haberme pasado. ¿Qué ganas interrogándome de esta manera? ¿Crees que no me duele?
Mientras hablaba, mis ojos se llenaron de lágrimas, pero las contuve lo mejor que pude. Realmente deseaba que entendiera que nunca había estado ahí para mí cuando lo necesitaba. 
Se quedó en silencio por un largo rato, tanto que hasta me había olvidado de su presencia y había pensando que se había ido hasta que lo oí murmurar algo inaudible. Levanté la cabeza para preguntárselo, pero la puerta ya se había cerrado.

Al día siguiente, me levanté y me fui con las mismas. No quería encontrarme con Madison ni escucharla hablar sobre lo mucho que Jayden la había mimado anoche. Cuando llegué a las oficinas del Grupo Clinton eran las nueve de la mañana. Llamé a mi prima pero me dijo que todavía no se había levantado, así que me fui a una cafetería a esperarla.
Cuando ella llegó, ya era la hora del almuerzo de la empresa. Comimos algo juntas y luego fuimos a la oficina de nuevo. Ayer Ethan me había dicho que tanto los de marketing como los de recursos humanos estaban buscando personas, así que se lo comenté a Allison eligió al primero.
Afortunadamente, Ethan les había informado con anticipación sobre nuestra visita, por lo que la entrevista y el proceso posterior transcurrieron sin problemas. Allison se quedó para familiarizarse con el entorno y yo me retiré.
—Señorita Clinton, su padre quiere cenar hoy con usted. ¿Está libre? —me preguntó una mujer vestida elegantemente ni bien llegué en el ascensor.
—Lo siento, estoy ocupada —le respondí, pensando que era la asistenta de mi padre. No quería que Ethan creyera que haciéndome un favor, puede compensar el daño que nos había hecho. Estoy segura de que ni se hubiera acordado de mí si no hubiera sido por el dinero.
Cuando salí del edificio, la avenida principal estaba bloqueada, así que tomé un desvío por una calle pequeña. Justo cuando estaba a punto de pedir un taxi, vi salir a Madison de la mano con un hombre de una tienda.
—¿Por qué querías verme a esta hora? —le preguntó Madison al hombre con frialdad mientras me escondía detrás de una pared. El hombre la agarró de la cintura.
—Dame un poco de dinero, después de las apuestas de ayer, ya no tengo nada.
Me quedé paralizada detrás de mi escondite recordando la llamada que había escuchado de Madison en el hospital. ¿Era este hombre con el que había estado hablando?
—Tampoco tengo dinero —le respondió, fastidiada, la mujer—. No me vuelvas a llamar si no es algo urgente. Jayden sospecha de algo.
—Vamos, Madison, no mientas. ¿Me quieres dejar ahora que tienes a Jayden?
El hombre se detuvo y se le acercó con una sonrisa de lado. Pude notar que tenía una identificación de la empresa Clinton.
—¿De qué estás hablando? —le preguntó Madison con una ceja enarcada. Saqué mi teléfono para tomarles una foto.
—No creas que no sé lo que estás tramando. Cuando estabas con Jayden antes no tenía dinero, así que te fuiste con el otro viejo. Sin embargo, el viejo no podía seguirte el juego en la cama como yo, así que me mantuviste a tu lado. Ahora que Jayden tiene dinero, ya no me necesitas, ¿no?
—Cállate —le siseó con enojo, no quería que nadie se enterara de su secreto. Mala suerte para ella, alguien ya los estaba escuchando.
—¿Por qué te pones nerviosa? Déjame decirte que nunca te librarás de mí. De lo contrario, te hundiré conmigo —le masculló de vuelta también amenazante.
...
Después de que se fueron, me quedé un largo rato mirando a la distancia. Nunca hubiera esperado que Madison mantuviera una relación con otro hombre mientras estaba comprometida con Jayden.
El hombre probablemente tenía razón y Madison quería deshacerse de él para quedarse con Jayden. Para su mala suerte, él había decidido traicionarla. Bueno, se lo tenía merecido. Ninguno de nosotros dos volvería a creer nada de lo que había salido de sus labios. Me quedé mirando en la dirección en la que se habían ido y sonreír con malicia antes de volver a la oficina del Grupo Clinton.
Nadie me miró con sospecha porque recién había salido hace poco y me dirigí directamente hacia la encargada de recursos humanos para preguntarle por la información del hombre. La mujer me conocía de hace años, así que no me cuestionó nada y me entregó los documentos rápidamente.
—No es un buen trabajador, parece ser que es un familiar lejano de la ex esposa del señor Clinton. Ha estado aquí por tres años, así que seguramente tu padre ya se olvidó de él.
—Gracias.
La sinvergüenza había metido a su amante a la empresa de mi familia.
—¿Necesitamos despedirlo?
—No en este momento, tampoco le digas que pregunté por él —le dije mientras cerraba el folder y me levantaba.
No era fácil tener esta información. ¿Cómo podía despedirlo sin más? Madison tenía que pagar por todo lo que me había hecho.