Capítulo 18
1215palabras
2023-05-05 11:31
Tal vez me leyó la mente, pero justamente, mi niño decidió hacer acto de presencia dándome una patada. Su manera de protestar silenciosamente. Me puse a llorar de inmediato sin poder evitarlo.
—Lo siento, pequeño, era una mentira, no era verdad...
Si Jayden quería hacerlo, huiría del auto lo más rápido posible, no me importaba criar a mi hijo sola. Ya pensaría en otras formas de vengarme.
—¿Qué es lo que quieres esta vez? —me preguntó sin emoción en su voz luego de un tiempo.
—¿Qué? —le dijo tomada por sorpresa. No entendía por qué me estaba preguntando eso de repente.
—En ese entonces, te casaste conmigo porque querías vengarte. ¿Qué es lo que quieres esta vez? —me preguntó con desdén mientras sostenía la puerta con el codo—. Desapareciste de la faz de la tierra por cuatro meses y ahora apareces de la nada para pedirme algo.
No esperaba que se diera cuenta tan rápidamente. Me puse nerviosa y apreté las manos inconscientemente.
—Ya te dije que es por el niño.
—Mia, no soy tonto. Ya sabías que estabas embarazada antes de separarnos, ¿no? —me dijo mientras entrecerraba los ojos con enojo. De nuevo me tomó por sorpresa y sentí cómo mi pulso se aceleraba.
—Si hubiera sabido que estaba embarazada, te lo hubiera dicho, de lo contrario, ¿por qué aceptaría el divorcio?
Nunca antes le había mentido, así que fijé la mirada en un punto fijo y no miré a ningún otro lado. No quería mirar esos ojos calculadores.
—Está bien, si quieres mentir, hazlo —bufó, sin creerme nada, antes de pisar el acelerador y entrar a la avenida. Suspiré con alivio. Mientras no fuéramos al hospital, no tenía problemas con irme con él.
Veinte minutos más tarde, llegamos a un condominio de lujo y entramos al estacionamiento. Entendí que planeaba dejarme aquí por el momento y decidí jugármela.
—No me quedaré a dormir aquí —le aseguré. Había ido a la boda porque quería incomodar a mi suegra. No podía quedarme aquí, de lo contrario, nunca podría descubrir la verdad sobre la muerte de mi madre. ¿Qué le había dicho para obligarla a suicidarse?
—Dime, ¿qué es exactamente lo que quieres hacer? —me preguntó, tenso, frenando en seco. Le sonreí con amargura.
—¿Qué quiero? Honestamente, me arrepiento de haberme divorciado de ti —le dije. Jayden quería una razón, pues le daría una.
—Mia, solo quiero aclarar que no planeo casarme contigo —me advirtió en voz baja después de una pausa a lo que apreté las manos pero asentí.
—Entiendo, pero esperaba poder estar cerca hasta dar a luz...
Este truco lo había aprendido de Madison. Ella había utilizado a su hijo para entrar a nuestra casa en ese momento, así que haría lo mismo ahora. Jayden se volteó a verme, sopesando sus opciones, hasta que llegó a una conclusión y encendió el auto de nuevo.
Diez minutos después llegamos a la mansión y nos estacionamos al frente. Antes de que pudiera salir, me agarró de la muñeca.
—No causes ningún problema, de lo contrario, te haré agarrar tus cosas e irte —me dijo con frialdad a lo que fruncí los labios ligeramente.
—Está bien.
Esta vez tenía el presentimiento de que mi mera existencia sería suficiente para causar infelicidad en los habitantes de esta casa, pero no me importaba. Ni bien cerré la puerta y me alejé, el hombre se fue sin dedicarme otra palabra. ¿Tan apurado estaba por ir a calmar a Madison?
Me quedé bastante tiempo parada frente a la puerta bajo el frío viento. Luego de armarme de valor, subí las escaleras y toqué el timbre. Hailey abrió la puerta con una sonrisa pero se me quedó mirando con sorpresa.
—Señorita Clinton, ¿por qué está aquí?
La joven era muy inteligente, seguramente se había asegurado de congraciarse con Madison rápidamente para no tener problemas.
—Jayden dijo que podía volver —le dije sin más explicaciones y entré para cambiarme los zapatos, sin embargo, me sorprendí cuando no encontré mis pantuflas de siempre—. Hailey, ¿dónde están mis pantuflas?
—Las tiré después de que se fuera. Las pantuflas para los invitados están abajo, escoja la que más le guste —me respondió cerrando la puerta. Me volteé a verla con una ceja enarcada, extrañada por el tono de su voz. Me encogí de hombros y me cambié los zapatos antes de dirigirme a las escaleras.
Hailey me persiguió con ansiedad y me detuvo a la mitad.
—Señorita Clinton, ¿a dónde está yendo?
—Hailey, me quedaré por un tiempo. Estoy cansada, por favor, solo quiero descansar —le expliqué con sinceridad porque siempre me cansaba con facilidad desde que me había embarazado. Hoy había tenido que levantar muy temprano para tomar el avión y ahora se me cerraban los ojos.
—Entonces, por favor, espere un momento en la sala de estar. Prepararé la habitación de invitados —me dijo rápidamente la otra mujer con nerviosismo. Me quedé estupefacta al escucharla. Cierto, esta ya no era mi casa, sería inapropiado quedarme en el cuarto principal.
—De acuerdo —dije con voz ronca.
Hailey subió rápidamente a la habitación para ordenarla y bajé a la sala de estar. Me sorprendió notar que casi todos los muebles habían sido cambiado. Todo ahora era de acuerdo al estilo de Madison.
Esperé durante más de una hora y le envié la foto que había recibido a un amigo fotógrafo para saber si quizás había sido editada. Justo en ese momento, Hailey apareció.
—Ya terminé, la habitación está a la mano derecha en el tercer piso.
¿El tercer piso?
—¿Pensé que habías limpiado la habitación en el segundo piso? —le pregunté con el ceño fruncido.
—A Lucas le gusta jugar en el segundo piso, no quería que la molestara.
Entrecerré los ojos al escucharla porque presentí que se había demorado tanto preparando la habitación porque había llamado a alguien primero. No querían que estuviera cerca de Jayden, así que habían utilizado al niño como excusa.
Me pareció ridículo porque la casa no era tan grande. Un piso no hacía mucha diferencia, aunque me preguntaba si había sido orden de mi suegra o Madison.
—Está bien, gracias. Subiré y descansaré —respondí. No quería causarle problemas mientras me levantaba del sofá.
Estaba bastante cansada, sin embargo, después de acostarme en la cama, no pude conciliar el sueño. Cuando me había negado a quedarme en el lugar que Jayden quería era porque no solía dormir bien en camas ajenas.
Además, no podía dejar de recordar todo lo que había sucedido en el pasado. La primera vez que había llegado después de conseguir el certificado de matrimonio y lo emocionada que había estado. Había sido muy inocente pensando que podía ganarme el afecto de Jayden.
Me acosté de lado, secándome las lágrimas con los dedos. Mirando el atardecer afuera de la ventana, sentí una sensación incómoda al darme cuenta de que la situación era totalmente diferente.
Mi futuro ahora era incierto y no podía confiar en nadie. Un pequeño descuido podía significar la muerte. No sé cuánto tiempo me demoré en conciliar el sueño, pero temblé en sueños. Tenía tanto frío que parecía que estaba en el Polo Norte.
...
—Mia, Mia.
Una voz me habló dulcemente y unas manos me tocaron la frente. Estiré la mano, aturdida, y la apreté, tratando de obtener algo de su calor corporal.