Capítulo 9
990palabras
2023-04-26 11:03
No recibí ninguna respuesta en toda la noche. A pesar de que me había acostumbrado a que hiciera esto, no pude evitar sentirme mal. ¿Cómo podía dejarme sufrir sin una sola palabra? Pensé que si seguía en este remolino de pensamientos negativos, moriría, así que llamé a Sophia para ir al bar de antes. Ni bien había agarrado una mesa, ella apareció en la entrada.
—¿Qué pasa? ¿No estás feliz? —me preguntó con una ceja enarcada.
—Puede que me divorcie —le respondí con una sonrisa amarga. Inicialmente había pensando que lo había aceptado cuando le había enviado el mensaje a Jayden, pero estaba un poco sorprendida de que era más difícil de lo que parecía. La palabra había sido como una estocada en mi corazón.
—¿Por qué? —me preguntó ella con una sonrisa. Me serví otro vaso de vino antes de contarle todo lo que había pasado. La historia se sintió como una bofetada en mi cara. Mi esposo había traído a su am*nte y a su hijo bastardo a mi casa mientras yo había terminado huyendo.
—¿Dónde está ese m*ldito ahora? —me preguntó Sophia golpeando su vaso contra la mesa con disgusto.
—No he podido ponerme en contacto con él durante varios días, creo que está en un viaje de negocios.
—¡Mia, eres realmente una cobarde! Es su culpa. ¿Por qué te fuiste? —me preguntó con los dientes apretados de la ira—. Quédate aquí. No te vayas
—¿Qué vas a hacer? —le dije con sorpresa. Ella agarró su teléfono antes de irse, volteándose para decirme que no me preocupara. Intenté agarrarla, pero se zafó de mis manos. Al final sabía que podía confiar en su sensatez, así que no la perseguí. Me recosté en mi asiento y comencé a beber sin parar. Quería olvidarlo todo. Veinte minutos después comencé a ver borroso, me había pasado de copas.
—Señorita, ¿no cree que es muy aburrido beber sola?
—No estoy interesada —le respondí sin levantar la cabeza. Los bares podían ser peligrosos, pero este era un poco más exclusivo, así que seguramente el extraño sabía comportarse. Estaba garrafalmente equivocada.
—¡La mujer tiene garras! —se rio antes de sentarse a mi costado y pasar su brazo por mis hombros. Me le quedé viendo con anonadada. ¿Qué estaba haciendo? Justo cuando volteé a verlo, me di cuenta de que había una figura conocida al fondo. No importaba lo lejos que estuviera o si no podía ver. Era Jayden.
—Vamos, bebe conmigo —me dijo el extraño con una sonrisa—. Estoy seguro de que te encantará...
Antes de que pudiera agarrar su copa, fue tirado violentamente contra el piso y soltó un quejido. Levanté los ojos y me quedé observando a mi esposo desaparecido.
—Sal de aquí o te mato —le volvió a advertir Jayden antes de golpearlo de nuevo. Era tan imponente que nunca nadie se atrevería a responderle. El hombre también se dio cuenta de esto, por lo que salió corriendo rápidamente.
—¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Sophia? —le pregunté confundida y con la cabeza dándome vueltas.
—Se fue a su casa —me respondió sombríamente—. ¿Si no vengo que planeabas hacer? ¿Tomar hasta perder el conocimiento?
Se inclinó, me agarró de la muñeca y salimos a trompicones. Mis piernas no podían seguirlo bien. Una vez estuvimos sentados en el auto, volteé a verlo con odio.
—Iba a beber y después me acostaría con él —le dije con sarcasmo.
—¿Qué dijiste? —me preguntó con una ceja enarcada, enojado. Si hubiera estado sobria, seguramente me habría callado y asustado por su tono, sin embargo, no pude controlarme.
—Como dice el viejo refrán, mientras los magistrados tenían libertad para quemar la casa, la gente común tenía prohibido encender lámparas. ¿Verdad? ¿Qué es lo que te enoja, Jayden? ¿Por qué me tratas de esta forma?
—¿De qué estás hablando? —me preguntó con sorpresa.
—¿No viste el mensaje que te envié esta mañana? Te odio. ¡Quiero el divorcio! —le respondí casi llorando. Su expresión no cambió, sus ojos estaban completamente oscuros.
—No estoy de acuerdo.
—¿Por qué? —le pregunté, a la expectativa, con el corazón en la garganta. Él se tiró de la corbata, irritado.
—Aún no es el momento —susurró apresuradamente.
Había sido una tonta por tener expectativas. El plan había sido que se divorciaría de mí, pero cuando fuera el mejor momento para él. ¿Quizás le preocupaba de que la gente hablara mal de Madison y Lucas? ¿O quizás su madre no estaba de acuerdo?
Por un momento, muchas conjeturas vinieron a mi mente, cada una de ellas, lastimándome peor que la otra. Jayden solo se preocupaba por Madison. Ella realmente quien quería que fuera su esposa. Me derrumbé completamente y las lágrimas ganaron la batalla.
—Jayden, ¿quién crees que soy? Soy tu esposa. Otras hombres esconderían a su am*nte, pero tú las llevas a casa. ¡Yo también soy humana y me duele lo que estás haciendo! ¿Ahora ni siquiera puedo divorciarme cuándo quiero? —le dije con la voz temblando—. Quizás tenía otras expectativas cuando nos casamos, pero no puedes tratarme de esta forma. En los últimos años, he hecho todo lo posible por ser una buena esposa y tratarte bien a ti junto con tu familia. ¿De que me sirvió? Sigo siendo la p*ta de siempre...
Cuando dije las dos últimas palabras, la escena de esa noche volvió a mi mente y se me estrujó el corazón. Comencé a llorar con desahogo, quizás finalmente sería capaz de soltar toda la tristeza que guardaba adentro.
Jayden hizo una mueca, quizás finalmente había tocado una fibra sensible, pero antes de que pudiera seguir examinándolo, controló de nuevo su expresión. ¿Quizás lo había alucinado? Levantó la mano para secar mis lágrimas y encendió el auto.
—Vamos a casa —le dijo con indiferencia. Mis palabras no habían tenido ningún efecto, quizás pensaba que estaba siendo una histérica. De nuevo, una ola de tristeza me invadió.
—¿Casa? Ese lugar ya no es mi casa desde que trajiste a esa mujer.