Capítulo 62
512palabras
2023-05-25 18:46
El segundo partido lo ganamos aún más fácil, cinco carreras a cero. Fue muchísima más público, las graderías estuvieron colmadas y mis padres se perdieron en el gentío. Por más que los buscaba, no podía visualizarlos en la muchedumbre que colmaba las butacas. Habían además muchos cartelones alentando a las chicas y el tumulto era colosal. Retumbaban los cornetines, atronaba el bombo y se multiplicaban los aplausos, las hurras y las vivas. También escuchaba mi nombre en los cánticos, y eso me emocionaba.
Entramos a los vestidores haciéndonos chistes y portándonos como empedernidas coquetas. Cambiarnos fue todo un show. Las chicas hacían streap-tease y nos matábamos de las risas, incluso yo me puse a tirar latigazos con mi camiseta, toda sexy, sensual, moviendo mis caderas, enardeciendo a mis compañeras.
Vanessa incluso se puso a cantar una canción muy sensual mientras yo me culebreaba y me iba quitando el pantalón convertida en una femme fatale. Nos divertimos mucho.

Cortes me puso, otra vez, de short stop y de nuevo tenía las imágenes clavadas en mi cabeza, de lo que iba a pasar. Me asusté, es la verdad. ¿Cómo podía tener esas imágenes tan claras de lo que iba a suceder? Cuando aplaudí a las chicas pidiendo que estén atentas, lo supe: tenía el anillo.
Adiviné todos los batazos de ellas, en efecto, y no perdí ninguna pelota, incluso las más complicadas. Su entrenadora les había ordenado, a su vez, lanzar la pelota muy lejos porque les dijo que su capitana era muy rápida y efectiva, pero yo retrocedía exacta, ni un paso más ni un menos, atrapando el balón y permitiendo que mis compañeras poncharan a las contrarias.
Pasó lo mismo cuando hice de catcher. Le decía a Vanessa y a Leslie, arriba o abajo, izquierda o derecha, fuerte o despacio y ellas cumplían mis indicaciones, a la perfección, desorientando a las contrarias.
Como les digo, ganamos el partido y nos abrazamos en medio de la cancha y empezamos a dar brincos como locas. También alzamos a nuestra entrenadora y la lanzamos tres veces al aire. Ella chillaba asustada y el público enfervorizado, nos aplaudió mucho.
Cuando ya nos íbamos a los vestidores a cambiarnos, la entrenadora de las argentinas me llamó. La miré sorprendida.
-Sos muy buena, me elogió, tenés muchos reflejos e intuición, vos no fallaste en ninguna pelota-

Alcé un hombro. -Solo fue suerte-, dije.
-Si vos te lo proponés, podés triunfar en las mejores ligas del mundo-, pronosticó ella.
-Estudio derecho, quiero ser abogada, el softbol es solo una diversión-, le aclaré.
-Pues sos tonta, tenés un magnífico potencial, cualquier equipo te contratará pagándote millones, mujer-, me dijo.

Vanessa me llamó. -¡Tati estamos cantando!-
Me disculpé y le reiteré que el softbol me era solo una diversión.
-¿Vos sos la elegida?-, me disparó, entonces, de frente.
Quedé muda, boquiabierta y empalidecida. Vane tuvo que jalarme del brazo. La mujer se quedó mirándome, con los brazos cruzados, soplando al cerquillo que le resbalaba a la frente, convencida que yo era la elegida. Eso lo vi escrito en sus atemorizantes pupilas.