Capítulo 23
1420palabras
2023-04-12 06:14
Tras pisar el último escalón hacia la planta baja de la casa empecé a visualizar por todos lados, las paredes eran verde con blanco y un color crema, pasé por la segunda sala y tiré la vista hacia la cocina abierta, imaginé que el comedor estaba por aquel lado. Caminé hacia la otra dirección y me topé con un pasillo. –‘‘Debe ser el área de las habitaciones’’ –Pensé. Supuse que la casa estaba sola y por ende empecé a abrir puerta por puerta.
Observé un depósito en una, un salón vacío en otra, otras que estaban cerradas con seguro. Y otra que me llamó la atención al asomar la cabeza; las paredes estaban pintadas de un color azul oscuro con beige. Una gran lámpara en el centro del techo alumbraba toda la habitación cundo mi dedo pisó el interruptor. Una cama me pareció cómoda a la vista, las almohadas hacían juego con las sábanas además de la decoración de toda la habitación.
-‘‘Creo que ya es hora de transformar mi dormitorio’’- La impresión por el cuarto de Darwin me causó un poco de envidia, yo aún dormía en una habitación pequeña rosada con figuras de caricaturas en las paredes. Y supe que estaba enfrente de la de Darwin porque él era el dueño de la casa. O al menos eso supuse yo.
Quise dar media vuelta, sin embargo algo más en ese cuarto me impresionó; una cuna con sabanas rosas y peluches en su interior se encontraba hacía la pared –‘‘Seguro que la niña duerme ahí’’ –Entré. Me le acerqué- ‘‘Si pudiera llevarme una almohada o algo que me ayudara a hacer la prueba de ADN…’’-Y antes de que pudiera tocar la cobija la voz masculina me puso los nervios de punta.
-Nathalia ¿qué haces?
-No conseguía el baño, y me sorprendió ver esa cuna ¿es de tu hija? –Expresé sonriendo.
-El baño está ubicado en la primera puerta a la derecha, debiste haber preguntado, no entrar así a mi habitación.
-¿Duermes aquí? ¿Y tu hija duerme contigo? ¿No tiene un cuarto aparte? –Interrogué sin importarme la cara de serio que poseía.
Él apagó la luz, y cerró la puerta luego de salir de ese cuarto.
-Pasa las noches conmigo a veces, aún está muy pequeña, de igual modo decoré aquella habitación para ella.
Nos dirigimos hacia una puerta blanca y la abrió para mostrármela. Estaba todo decorado en tonos rosas, percibí la peinadora e intenté acercarme, debía encontrar un cabello que me sirviera para realizar la prueba de ADN, pero Darwin me hizo señas para que nos fuéramos.
-Este es el baño, ven ahorita hacia la cocina, te voy a preparar una taza café.
Mi rostro se reflejaba en ese espejo mientras mi mente quedaba sorprendida por el trato que Darwin estaba teniendo conmigo. ¿Por qué es tan amable ahora? Aunque me surgió esa interrogante no era importante su respuesta, solo debía aprovecharlo para sacarle más información sobre la niña. Me había llevado para mostrarme esa habitación, al menos era un avance. Salí del baño hasta el sitio donde él se encontraba.
-¿Tienes fotos reciente de la pequeña? Me gustaría verla –dije cuando me senté en el banco de la barra mesón de la cocina.
-Si, en mi laptop las tengo todas, ten, disfruta de la merienda.
-¡Galletas con mermelada, que sabroso! –Expresé dibujando una sonrisa y él me la devolvió.
Borré inmediatamente esa expresión simpática de mi rostro, para ello tomé un sorbo de café. ‘‘Solo lo dije para ser agradecida, no quiero que él confunda las cosas pensando que él me gusta’’ –dije en mis pensamientos.
-Se ve que te gustan los niños ¿Tienes sobrinitos pequeños?
-No -negué con la cabeza. Luego acomodé las palabras –en realidad tenía una, pero lamentablemente falleció recién nacida, tu hija me recuerda a ella.
-Lo lamento –me dijo colocando una cara de preocupación- Me imagino como te debes sentir encariñándote con tu sobrina… Y los padres… la pérdida de un hijo son insuperable.
-‘‘¿Por qué llegué a mencionar algo así?’’ –Me lamentaba secándome las lágrimas. A pesar de que no le especifiqué que la niña de la que hablaba yo la parí, él estaba siendo empático conmigo -Debo irme- dije levantándome de la silla.
-¿No te quedas un ratico más? Para que veas las fotos.
-Será en otra oportunidad, gracias por el café y las galletas.
-Te llevaré a la parada del auto bus.
-Caminaré, no te preocupes.
Él iba detrás de mí para abrirme la puerta de entrada.
-Nos vemos la próxima –me dijo con una cara de contento.
-Gracias, hasta luego, la melancolía se demostraba en mis pupilas.
Llenaba mis pulmones de aire suficiente para intentar relajarme y no lloriquear en medio de la calle. -‘‘Aun no entiendo como puede ser el secuestrador de mi hija y actúa con total inocencia’’ -Aunque esa hipótesis solo la iba a resolver con una prueba médica que certificara que él era el padre de mi hija.
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-¿Qué estuviste haciendo ayer?
-Practicando Matemáticas –respondí con certeza.
-¿Y eso? A un el profesor no ha dado la clase del próximo examen.
-Tú fuiste la que respondió los enunciados del taller en parejas la última vez, yo prácticamente no sabía cómo resolverlos, debido a que todo tiene una continuidad debo aprenderme los pasos de los ejercicios de memoria para que pueda entender los que el profe próximamente va a dar. –Le expliqué. Como si yo hubiera estudiado por mí misma. No debía confesarle que Darwin me había empezado a dar clases particulares.
-Esa es una buena estrategia, así cuando el profesor dé el próximo tema lo vas a comprender con rapidez -Me dijo Valeria cuando caminaba con ella entrando al colegio.
No le opiné su comentario debido a que voltee para saludar a un compañero que se me acercó. Frené mi paso.
-Hola Nathalia –Me saludó Raúl con un beso en la mejilla.
-Hola Raúl -Le respondí el saludo, extrañada por la alegría que expresaba su rostro cuando me miró.
-Estuvo buena la práctica de atletismo ¿cierto?
-No mucho, fui la última que cruzó la meta, además llegué a mi casa con dolor en los tobillos –Dije dando rotación de mi pie derecho.
-Tienes que hacer más ejercicios para que obtengas flexibilidad en las piernas y las carreras sean un paseo para ti –aconsejó Raúl-. Yo asisto al gimnasio las tardes que pueda.
Me despedí de mi amigo Raúl y me acerqué a Valeria para seguir nuestro recorrido hasta el salón de clases.
-¿Conoces al rubio? –Me dijo Valeria con asombro.
-Está en el equipo de atletismo, de igual forma estudié con él unos meses el año pasado ¿Pero le dicen así? ¿El rubio?
-Sí, por su cabello amarillo, es el más popular de la escuela. Y escuché que te mencionó que iba al gimnasio. ¡Guao! ¡Por eso esos músculos!
-¿Acaso él te gusta? Te hubieses acercado para presentártelo.
-No, yo jamás le gustaría a él. Soy poco atractiva, gorda, bajita y me dedico puro a estudiar.
-Pero no eres fea Valeria, solo esos lentes te ocultan un poquito tu belleza.
-Sin lentes no puedo ver. Además ¿no es tu pretendiente? Observé la manera en que te sonrió.
-No todos los hombres que me sonrían es porque le gusto Valeria. A demás él solo es un amigo. Siempre ha habido una amistad entre él y yo y por más que te parece muy guapo a mi Raúl no me llama la atención.
-Claro, y puede que te guste otro, como el profesor de matemáticas –expresó Valeria con picardía.
-No me gusta Darwin –dije con un tonito jocoso- él es un profesor y yo una alumna.
-Ok, entiendo, lo dije en bromas, solo me sorprende que seas extrovertida y estés soltera.
-Sí, eso no era común en mi vida pasada, digo, en el año pasado, solo que tuve una mala experiencia y he decidido no meterme en más rollos hasta cumplir la mayoría de edad.
Y no lo decía de la boca para afuera. A pesar de haber salido embarazada sin conocer el amor no era algo que seguía buscando, y andar con hombres solo para divertirme era algo que quería dejar en el pasado -‘‘Mi expectativa a corto plazo es recuperar a mi hija’’.
En ese momento al mencionar ‘‘hija’’ me vino la imagen de la cuna en el cuarto de Darwin, seguidamente de la habitación que el padre le preparó…
-No voy a poder respirar con calma hasta descubrir si la niña que mi profesor cuida es realmente la que yo ando buscando.