Capítulo 48
1400palabras
2023-03-01 11:00
Capítulo 48: El inicio de la guerra. 
***
Gruñidos, aullidos y chirridos de los rebeldes y cazadores se escucharon desde el bosque; preparándose para la guerra. Su rey y reina esperaban el siguiente grito, entretanto pensaban en la victoria.

“Estoy ansioso por asesinarles a todos; y más aún con el nacimiento del heredero de la manada Bane", anunció el monarca; en su discurso a las tropas. 
"¡Matar! ¡Matar! ¡Matar!", gritaron todos al unisono; sin percatarse en cómo sus defensas empezaban a fallar. 
Así pues, todos creían en su triunfo. No obstante, nadie se esperó el alarido de uno de ellos, cuando los hombres lobo comenzaron a atacar.
**
En el palacio, Archer se encontraba jugando con su hijo en la cámara de la reina. Entonces, escuchó el fuerte sonido de explosiones, disparos y gruñidos. 
Con el ceño fruncido; colocó al pequeño en la cuna y corrió hacia la ventana; para contemplar de dónde provenían tales sonidos. Sus ojos se tornaron fríos y peligrosos apenas Dillon apareció en su mente.

'Alfa... rebeldes y cazadores empezaron a atacar', anunció el beta.
'Dales la bienvenida, Dillon. Esto simplemente era la clave para hacer de nuestras defensas sólidas y estables. Que esas criaturas inferiores ardan en cenizas', instruyó. 
Y así, sin poder evitarle, arrugó los puños, apretó la mandíbula y miró hacia la puerta cuando ésta se abrió repentinamente; y Sariah ingresó ansiosa y asustada.
“A-Archer...”, llamó. 

"Lo sé, ellos han empezado la guerra... estoy más que preparado para eso, mi descarriada", enunció con saña.
Entonces, la chica fue hacia su hijo. Le cargó en brazos, y luego visualizó a su compañero; cuyo rostro era severo, oscuro y peligroso.
"Movámonos, Archer", sugirió Sariah; convencida de que los rebeldes y cazadores matarían a sus soldados si no hacían algo. 
El hombre sacudió la cabeza en señal de negación, y fijó sus ojos en los de ella seriamente. Replicó: "Déjales perder sus defensas. No dañarán el palacio“. 
"Pero... Archer, estoy preocupada por tu hijo", gruñó.
Frustrado, hizo todo lo posible por calmarse. Expresó: "Yo también me siento de esa manera. No obstante, aquí estoy. Puedo protegerles a ambos“. 
Sariah se sorprendió por el tono de su voz; sin embargo, ya no le temía.
'No solo me preocupa tu heredero. Archer, tu gente te necesita. Todos en el reino te necesitan“, chilló.
Y estuvo a punto de hablar cuando escucharon gritos y gruñidos procedentes del palacio. La fémina rápidamente se colocó en la ventana, mirando hacia el cielo. La luna lobuna hacía acto de presencia lentamente.
"¿Qué estás haciendo, Sariah? Agáchate, descarriada", ordenó.
Pero, ella negó con la cabeza. Expuso: “No, Archer. La luna empieza a aparecer, y puedo hacer cualquier cosa con ella. Con el poder de la Diosa de la Luna, soy capaz de proteger tu reino. Puedo estar en guerra...". 
El caballero estaba angustiado; no obstante trató de llamar a Dillon en su mente. Por otra parte, el bosque era un completo caos. Lilac y Millie comenzaron a atacar desde el ala este del castillo; liderando el escuadrón alfa.
"Enviaré a alguien aquí para protegerte. Iré por mi cuenta y mis lobos del bosque hasta donde están esos punks", informó; y rápidamente robó un beso de los labios de Sariah. Tras una pausa, le recordó: "Vuelvo enseguida. No te fuerces; aún no estás totalmente curada del parto”. 
La joven asintió. “Archer…”, le llamó; cuando estaba a punto de salir de la habitación.
Él se quedó inmóvil, e interpeló: "¿Sí, mi descarriada?". 
Sariah cerró los ojos; mordiéndose el labio inferior para reprimir cualquier emoción. Rogó: “Por favor, cuídate". 
En su lugar, Archer se limitó a sonreírle genuinamente antes de salir de la recamara. La muchacha, por su parte, sintió la rabia en todo su cuerpo; los aullidos y gritos cada vez intensificándose en sus oídos. Con los ojos desviados hacia el bosque, observó a su hijo, quién jugaba y reía.
“Nadie logrará hacerte daño, cariño. Mamá matará a todas las criaturas que osen intentarlo", sentenció.
**
'Sariah...', apareció Leia en su mente.
'¿Qué sucede?', cuestionó. 
'Los rebeldes y cazadores han perdido sus defensas, y ahora...', la loba hizo una pausa; manteniendo la intriga.
'¿Y ahora qué, Leia? ¿En serio?', preguntó.
El animal jadeaba. Informó: 'Están haciendo su camino hacia el palacio. Con balas de plata y armas que pueden causarte problemas'.
Sariah mostró su sonrisa fría y peligrosa, cuando manifestó: 'Les daré la bienvenida sin problemas'.
'El alfa continua en el bosque; luchando con esos punks. Yo aún sigo aquí. De hecho, corrí tras Dillon para cubrirle', explicó. 
'Puedo protegerme, Leia; si es que estás insinuando algo. También puedo cuidar del heredero del alfa. Es más, estoy dispuesta a protegerle a toda costa', anunció decidida.
Así pues, la brisa fría de la noche acogió su cuerpo. Cerró los ojos; enfocándose en escuchar los gritos del enemigo ingresando al castillo.
A continuación les abrió; desviándoles directamente hacia estos. Murmuró pues, palabras que podrían hacer que los mismos se arrodillasen, se quemasen y experimentasen un hormigueo en sus cuerpos. 
Entonces, Sariah brilló; transformándose en la diosa de la luna, con un vestido blanco y una estrella enjoyada en la frente.
“Morsus...”. (Dolor).
“Combustum...”. (Quemar).
“Interficio...”. (Matar).
Recitó; y lentamente, los gruñidos y rugidos de los cazadores y rebeldes fueron apagándose lentamente. Sus ojos se clavaron en el Rey y la Reina. 
"Death, Júpiter, inferno. Morir es vivir vergonzosamente en el infierno. Morid sin clemencia", condenó. 
Sucede pues, que ella no les tenía miedo; les manipularía y castigaría porque trataron de matar a su pequeño.
"Bueno, bueno, bueno. La descarriada, futura reina de la manada Bane, y el heredero del alfa en un marco...", dijo.
En modo alerta, la joven posó sus ojos en su hijo; luego de nuevo en los monarcas de los rebeldes.
“No le toques. Hazlo, y morirás. De hecho, nunca me provoquen... “, y en un santiamén, Sariah se encontraba asfixiando al rey y la reina hasta la muerte. Agregó sin piedad: “No dudaré en mataros a ambos”.
La luz de sus palmas continuó proporcionándole más poder; lo cual era explícitamente temido por la pareja.
En efecto, el rey tiritó entretanto la reina mantuvo un rostro severo; pero la chica se percató de cuán asustada estaba la última y su miedo a morir.
Revelando su sonrisa viciosa, tarareó: "Hmm... Puedo sentir lo atemorizada que estás. Oh, espera, ¿no sabías de la muerta de la princesa?; y que la asesiné sin piedad?".
Los dos miembros de la realeza estaban lívidos; intentando escapar de nuestra heroína.
"¿Cómo te atreves... a matar a nuestra pequeña? T-Te mataré... a ti y a tu heredero", tartamudeó. 
Sariah se rió sardónicamente. Replicó: “No lamento tu pérdida; pero tampoco deseo que le hagas daño a mi hijo. Haré todo lo posible por arrebatarte la vida". 
"¡Eres una inútil!", el rey la provocó.
Sus ojos se tornaron pues vacíos y oscuros; mostrándose fría, lívida y despiadada cuando escuchó el crujido de los huesos de los dos soberanos.
"Qué lástima... Matarles sin piedad sería una gran victoria; sin embargo, no le haré...", comenzó: siendo interrumpida cuando alguien apareció a sus espaldas.
“Intenta asesinar a mis padres, y no dudaré en hacerlo con el heredero del alfa", anunció el príncipe de los rebeldes apuntando con un arma al pequeño.
Sintiéndose ansiosa, no soltó las dos regalías de su mano. Temía de que la bala de plata tocase a su bebé; no podría perdonárselo.
Entonces, trató de llamar a Archer; no obstante, escucharon un fuerte aullido y con ello, el viento comenzó a bailar en movimiento. Sariah visualizó la sombra de su pareja detrás del príncipe en un santiamén.
Sonrió diabólicamente, y dijo: “Oh, si no quieres morir, tira tu arma y nunca vuelvas a tocar a mi hijo”.
"¿Quién eres tú para darme órdenes? ¿Que suelte mi arma? Entonces, libra a mis padres y déjanos escapar“, sugirió. 
La cámara era fría, oscura y peligrosa. Aún así, Sariah esperó a que Archer realizase su próximo movimiento y salvase a su amado hijo.
"Soy el rey alfa de Bane", declaró el caballero; lo que ocasionó que el joven príncipe tropezase y se sorprendiera.
Apuntando el arma hacia éste, Sariah le controló. En efecto, el primogénito temblaba; asustado y ansioso.
"A-Alfa... T-Tú no eres nada“, gruñó.
Archer rió diabólicamente y, de repente, sus ojos se tornaron rojos sangre. Advirtió: “Toca a mi hijo, y verás el infierno. Es más, conocerás a mi demonio y morirás sin piedad”.