Capítulo 26
1311palabras
2023-02-21 13:49
Capítulo 26: Canta mi nombre.
***
Tan pronto como Sariah se recuperó, fue encerrada en la fría y oscura sala del castigo. Todo un infierno, pensó ella.
Sucede pues, que Archer era quien le castigaba; y sólo por desobedecer sus reglas, por escapar de la casa real. Y como era de esperar, sus razones fueron retiradas; siquiera habría hecho el intento por oír su explicación. Es más, ni le agradeció por salvarle la vida.
De hecho, llevaba casi una semana siendo torturada, atada; y sin recibir alimento alguno. Menos mal que su resistencia fue suficiente cómo para sostener su cuerpo débil y dolorido. Y aunque el hombre le permitía salir, era una simple y vil esclava.
Estaba cansada; por lo que era normal que desease descansar. Sin embargo, Archer la atrapó mientras tomaba la siesta; en consecuencia terminó elaborando las tareas del hogar.
Así pues, lloró en el suelo de mármol; incluso limpió los grandes ventanales, y arreglado los libros de la biblioteca. Tenía sentimientos encontrados: hambre, cansancio, sueño, dolor de cabeza; pero, guardó silencio.
En su lugar, el caballero sonreía, observándole sufrir. Y es que, no sentía lástima por ella. No le deseaba, tampoco era necesaria. Ya rallaba en el exceso su comportamiento; produciéndole placer.
En ese momento, Beta Dillon apareció a su lado.
"¿Qué es esta vez? ¿Qué noticias tienes acerca de los rebeldes y los cazadores?", interrogó con frialdad.
“Alfa, están alentando a tu reino. Según uno de los espías que envié, se encuentran reunidos; preparándose para la batalla”, contestó.
Al escucharle, su frente se arrugó. Interpeló: "¿Batalla? ¿Dónde?".
“Tu reino, Alfa. Invadirán tu territorio”, replicó Dillon.
Archer sonrió con satisfacción; introduciéndose las manos en los bolsillos. Tras una pausa, manifestó: "El reino es lo suficientemente grande como para dar la bienvenida al enemigo. Me atrevería a decir que sin sudores, ni preparación alguna".
Encogiéndose de hombros, Beta Dillon sopesó: 'Bueno, las tácticas del Alfa siempre se ubican a cien pasos de distancia'. Entonces, de la nada, cuestionó: “¿Qué hay de tu sucesor? ¿Tu descarriada?".
El líder le miró. Entonces, con picardía expuso: “Ojos en ella, está sufriendo. Aunque, me gustaría castigarla hasta que se derrumbase".
Y así, Dillon no pudo evitar sentir lástima por Sariah; entretanto ella barría el suelo de mármol de la sala de estar. En efecto, no podía hacer nada al respecto porque era la orden del Alfa. Pero, el sudor en la frente de ésta y sus labios pálidos eran palpables... deseaba ayudarla.
"Luce cadavérica", dijo Dillon; señalándole. Agregó: "¿No es demasiado para ella?".
En tal caso, el susodicho visualizó la posición de Sariah; donde le atisbó contemplando a la nada. Aún así, sus emociones se mantuvieron a raya; apartando la mirada. Riendo sarcásticamente, siseó molesto: "No es demasiado, Dillon. Puede hacerlo y de todas las formas posibles".
Sí, su descarriada era capaz de materializar todo lo que él le ordenase... El hecho de que ella siempre ganase y su persona perdiese, le llevaba a hacerle sufrir en demasía. Sin embargo, ¿Qué paparía si la viese con moretones? ¿o si charlase con los otros guerreros de la casa real? Habían tantos "qué" en sus preguntas.
“Incluso si ella pudiese, Alfa...”, comenzó Beta Dillon. No obstante, hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras exactas para lo que expresaría a continuación: “Ella necesita un enorme descanso. Observe su cara pálida y los morados de su cuerpo. Todavía no está bien”.
Entonces, Archer arrugó la frente, apretó la mandíbula y divisó enfadado al subordinado. Tenía los ojos fríos y sin vida.
"Estoy en la libertad de hacer lo que quiera con ella, Dillon. Tú, en cambio, no tienes nada que opinar. Aléjate de mis asuntos”, demandó.
El mencionado suspiró y, en un abrir y cerrar de ojos, desapareció de la vista de su líder.
Sariah, desde su posición, echó un vistazo en dirección a Archer. Fingiendo una sonrisa, y agitando el hisopo, gritó: “Aún estoy limpiando. ¿Necesitas algo?".
El caballero se mantuvo impasible; limitándose a caminar hasta ella.
Y así pues, la boca de Sariah se abrió un poco y pensó: 'J*der, ¿Por qué se parece tanto a un dios griego en su andar? Es tan elegante, inclusive su aura oscura'.
En tal caso, se mordió el labio inferior apenas el susodicho se detuvo frente a ella.
"Te quiero en mi cama", manifestó con indiferencia el individuo.
Jadeando molesta, interpeló sarcásticamente: “¿Y qué deseas en ella? ¿Sexo?".
"Tú. Quedar embarazada”, dijo sin rodeos.
Suspirando, respondió derrotada: "De acuerdo. Déjame terminar mi trabajo, Alfa, y te seguiré hasta tu habitación".
Un rato después, habría culminado sus tareas. Cansada y hambrienta, se dirigió al baño; duchándose velozmente. Las palabras del joven habían calado en su interior.
Frente al espejo, sonrió. Un gesto netamente fingido, que no llegó siquiera a sus pupilas.
“Acabarás muerta, Sariah; no existe manera de escapar...”, anunció. Tras una pausa, y aspirando hondo, agregó: "Tu libertad es la muerte; así que, déjate usar por esta persona despiadada”.
Entonces, su corazón se sintió pesado; latiendo a una velocidad anormal mientras se encaminaba hacia la recámara de Archer. Estaba temblando, y sus palmas frías.
Y así, con tales pensamientos rondando por su cabeza, Leia hizo acto de presencia.
‘Sariah’, llamó.
‘¿Qué sucede, Leia? El Alfa me espera... Para calentar su cama’, manifestó con tristeza.
‘Oh, ¿Calentar su cama o hacer su heredero?’, espetó.
‘Cállate, Leia’, siseó ella. Añadió: ‘No es más que puro sexo. Solo soy una simple descarreada; así que, él se está aprovechando de ello’.
‘Sariah, puedes decirle que no’, empezó. A continuación, riendo, procedió: ‘Aunque, tu libertad es más importante; por lo que no puedes negarte a que te use’.
Entonces Sariah replicó: 'Mi libertad es solo la muerte. No hay tal cosa entre Archer y yo. No compartimos el mismo vínculo; no será capaz de amar. Se ha extraviado, y todo es mi culpa'.
'No pasa nada; él se lo pierde. Te ves bonita y bien; por tanto, no te conformes con menos', le animó su compañera.
'Tengo que irme. Ya hablaremos la próxima vez', se despidió.
Estaba a punto de llamar, cuando la puerta se abrió de repente; y la fragante habitación de Archer le dio la bienvenida. Suspiró una vez más.
“Entra”, dijo una voz fría y baritonal.
La chica se encogió de hombros y, con las rodillas temblorosas, ingresó.
Sucede pues, que estaba oscuro dentro; pero sus ojos vagaron por los alrededores. Sariah jadeó entonces, cuando Archer se colocó detrás de ella. Sus labios junto a su oreja.
"Bienvenida a mi recinto, descarriada", anunció con voz ronca. Preguntó: "¿Estás lista para ser azotada?".
Inmóvil en su posición, la muchacha cerró los ojos y contestó: "Estoy lista, Alfa".
Así pues, percibió que Archer sonreía. Ella, en tanto, prefirió quedarse quieta y no materializar nada que pudiese enojarle.
'Deja que invada tu alma, Sariah. No le hagas enfadar; o de lo contrario se volverá loco y golpeará tu dolorido cuerpo', se recordó a sí misma.
"Desnúdate", ordenó.
'Es ahora o nunca', pensó la fémina.
Retirándose el camisón, la brisa fría del aire acondicionado le dio la bienvenida a su cuerpo. Pero, se desvaneció tan pronto como la palma de Archer recorrió su tersa piel; sintiéndose acalorada en exceso.
“Posees una voz angelical, ¿no?”, interrogó con voz ronca; en tanto sus dedos subían y bajaban por los brazos de ésta. Continuó: “También oí que puedes tocar un instrumento”.
Como respuesta, la joven asintió con la cabeza. Y no pudo evitar, que sus ojos se posasen en el gran piano de cola que se hallaba en la estancia. Se mordió el labio inferior para no aullar exageradamente.
Archer sonrió satisfecho, mientras percibía la emoción de su descarreada. Lamiéndole la parte posterior de la oreja, susurró: "Ahora, tocaremos mi piano de cola. Cantarás mi nombre, ¿verdad?".
Jadeó; resultándole difícil hablar. Y es que, su cuerpo continuaba calentándose a fuego.
“Cantaré, Alfa. ¡Cantaré tu nombre!”.