Capítulo 78
1146palabras
2023-03-16 00:01
"Hola".
"¿Estás en casa?". El tono gentil y amable de Davis al otro lado de la línea hizo que Hannah se sintiera bastante incómoda.
"Sí, ¿qué pasa?", le respondió de manera seria y directa, ya que no quería mentir.

"Es mi cumpleaños, ¿lo has olvidado?". Davis fingió suspirar afligido.
¿Su cumpleaños? Sí, lo había olvidado por completo. 
En su defensa, era lógico que lo hiciera, nunca la invitaban cuando salían a festejar en familia el cumpleaños de su padre.
"Sí, me olvidé".
"Todo es mi culpa, nunca me ocupé de ti ni de tus sentimientos, te descuidé, no he sido un padre apropiado para ti, pero jamás olvidé que eres mi preciosa hija".
Al escuchar su sincera disculpa en un tono melancólico, la mujer se quedó en silencio por una fracción de segundo antes de preguntarle sin expresar emociones: "¿Cuál es la razón por la que me buscas?".

"Pasó mucho tiempo desde la última vez que comimos juntos. Hoy es mi cumpleaños, me gustaría celebrarlo contigo, ¿qué opinas? Solo en esta ocasión". La voz de Davis se volvió más afectuosa y lastimosa después de escuchar su fría respuesta.
"Vayan ustedes, yo no voy a ir. Voy a colgar. ¡Qué tengas un feliz cumpleaños!", se negó sin tener piedad de su padre. 
Cuando estaba a punto de terminar la llamada, él la detuvo. "¿Me odias? ¿Qué hay de tu mamá? Si ella no me hubiera traicionado en ese entonces, ¿no crees que nuestra relación sería distinta?". 
Hannah se quedó en silencio cuando Davis mencionó a su madre, de todos modos, no creía correcto criticar las decisiones que ella había tomado desde su lugar de hija, y no sabía con exactitud lo que había sucedido por aquel entonces.

"Tu madre es la razón por la que te he tratado tan mal todos estos años". Ante el silencio del otro lado, continuó rogándole su compasión. "Me di cuenta de que lo que hice estuvo mal. ¡No debí culparte por un error que cometió tu madre en su momento! Estoy envejeciendo, ¿podrías perdonarme en favor de nuestra relación?".
"¿Almuerzo o cena? ¿Dónde será?". Después de escuchar su dramática súplica de una comida juntos, decidió comprometerse a asistir esta vez, ya que Davis parecía preocuparse mucho por ella. Además, podría aprovechar la oportunidad para ver si la familia Porter era en verdad sincera o si tenían otras intenciones en mente.
Tan pronto como Davis escuchó que Hannah había accedido a unirse, se llenó de alegría y dijo: "Cenaremos, le pediré a mi chofer que te recoja".
"Está bien".
......
Todavía no eran ni las cinco de la tarde que el empleado de la familia Porter había llegado a recogerla, era el mismo conductor que había ido la última vez. 
El hombre tocó el timbre y esperó de manera paciente en la puerta, y al ver a Hannah con un atuendo informal, sonrió y sugirió con amabilidad: "Señorita, también habrá otros invitados importantes en el cumpleaños, ¿no es demasiado informal para un evento como este?".
Después de echar un vistazo a su conjunto de pantalones y camiseta de algodón deportivos, se volvió sin decir nada más y se puso un atuendo más apropiado: un vestido esmeralda hasta la rodilla. 
Recién cuando se subió al auto y salió de la residencia Marin, se dio cuenta de que la fiesta de cumpleaños de Davis no se celebraría en casa sino en otro lugar.
"¿A dónde vamos?".
"Al restaurante Amuse. El señor dijo que no es común que todos se reúnan para cenar, por lo tanto, quiere celebrar esta noche", el conductor le respondió con una sonrisa desde el espejo retrovisor. 
Hannah escuchó y no dijo nada, sin embargo, cuando llegó al restaurante, de inmediato se dio cuenta de que la supuesta familia, además de Davis y Lana, eran hombres calvos o de sobresalientes vientres que tenían más o menos de la misma edad que Davis.
"¡Ana, estás aquí!". Al verla, Davis fue el primero en recibirla con una sonrisa genuina. Era como si estuviera saludando a una celebridad famosa a la que quería impresionar en lugar de a su propia hija. 
Sorprendida por lo que veía, se detuvo y se quedó parada en la puerta: estaba arrepentida de haber asistido.
"Ven, Ana, déjame presentarte. Estos son mis socios comerciales más leales, gracias a estos viejos amigos, nuestro negocio familiar logró sobrevivir hasta el día de hoy", le explicó Davis mientras la acompañaba hacia el interior del lugar. 
Los ojos de Hannah se posaron en el invitado, y en su rostro se notó lo incómoda que se sentía. 
Esos viejos sórdidos no eran más que socios comerciales de Davis que habían asistido a la fiesta de cumpleaños, nada más, ella no tenía mucho que decir en ese contexto. Sin embargo, si fueran...
"Ana, no seas tan reservada, son íntimos amigos de tu padre y no han tenido la oportunidad de verte desde que te fuiste a estudiar al extranjero todos esos años; por fin puedes conocerlos mejor en mi cumpleaños". Después de que Davis la condujo a la mesa redonda del comedor, Lana la recibió con una sonrisa cariñosa.
"Ven, Ana, este es el tío Zackary. ¡No podía dejar de elogiarte la última vez que te vio en la televisión!". Davis no le dio tiempo a responder, por el contrario, continuó hablando sobre Zackary sin parar.
El hombre, que parecía tener unos sesenta años, observaba a Hannah de arriba abajo encantado. "Hannah, tu padre y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Llámame tío Zackary si no te importa".
Considerando que él se había dirigido a ella con amabilidad, lo saludó de manera simpática y respetuosa: "¡Hola, señor Zackary!".
Lana le lanzó una mirada de desaprobación y la regañó: "Ana, no seas desconsiderada, ¿por qué sigues llamándolo 'señor' después de que él te pidiera que lo llamaras 'tío'?".
"Ja, ja... No importa, no importa. ¡Puedes llamarme como quieras, no importa!". Zackary miró a la muchacha y largó una carcajada.
Hannah no dijo nada más; Davis la apartó al instante y le presentó con entusiasmo al siguiente anciano: "Ana, este es Teddy. ¿Recuerdas que solía venir a casa cuando tú eras pequeña?".
Miró a Teddy, que tenía una gran barriga, y forzó una sonrisa. "Lo siento, no lo recuerdo".
"No importa, no importa. Es normal que no me recuerde, han pasado muchos años. Lo bueno es que nos hayamos visto hoy, así me recordarás la próxima vez", Teddy contestó con picardía. Después de escuchar eso, sonrió con desgano sin decir una palabra más, y de forma sumisa permitió que Davis le presentara al siguiente invitado.
En la sala vip, había unos diez asientos asignados. Dejando de lado a Davis, Lana y a ella misma, todos eran presidentes o directores ejecutivos de algunas empresas importantes, pero a Hannah no podía importarle menos. 
Cuando por fin saludó al último de los siete ancianos, se sintió en verdad abrumada.