Capítulo 75
1160palabras
2023-03-13 00:01
A la mañana siguiente, Hannah se despertó aturdida y se vio a sí misma como una paciente terminal, nunca había estado tan pálida. Por fortuna, Tiana ejerció su magia sobre ella y la dejó radiante y vivaz.
"¿No quedó un poco recargado el maquillaje?", le preguntó a Tiana, quien estaba satisfecha por su trabajo; Hannah se miró en el espejo y no pudo evitar sonreír.
"Ni siquiera te puse rímel. Te ves muy bien", Tiana asintió conforme con su labor mientras la miraba de soslayo; Hannah volvió a mirarse en el espejo. Por extraño que pareciera, aunque el maquillaje era natural, no era exagerado, sus rasgos estaban mucho más marcados que de costumbre, lo cual la hacía sentir un poco incómoda.
"Deja de atormentarte, y recuerda tomar las comidas a tiempo", le ordenó un tanto autoritaria mientras le pellizcaba la barbilla.
"¡Sí, señor!", Hannah asintió de forma efusiva y sonrió con alegría.
Durante mucho tiempo, se había preocupado por asuntos insignificantes, superficiales, y cuando despertó esa mañana, sintió que había logrado superar sus problemas: no estaba triste, no le daba tantas vueltas a las cosas, y poco le importaba todo lo que había sucedido.
Se levantó temprano, así que preparó el desayuno para Tiana y para ella, luego, se dirigió a su trabajo. Guardó su cartera y estaba por ir a buscar un vaso de agua tibia cuando se anunció abruptamente la llegada del presidente. De inmediato, todos, incluida Hannah, dejaron lo que estaban haciendo y se precipitaron hacia la puerta.
De pie al final de la fila, no evitó el contacto visual con William cuando salió del auto.
Antes, si se miraban a los ojos, aunque sea por un momento, ella se ponía nerviosa al instante; sin embargo, eso ya no volvería a suceder. Solo se sentía un poco ansiosa, eso era todo; pero ya no se sentiría nerviosa.
¿Quién iba a decir que la sensación de "soltar" sería tan liberadora y fácil?
Podía ser ella misma con total autonomía, en lugar de la versión que vivía para conseguir la aceptación de los demás.
Antes de ese cambio, cada vez que los ojos de ella y los de William se encontraban bajaba la mirada en el acto, como si fuera un criminal o un avestruz en peligro que entierra la cabeza en el suelo. Esta vez, se mantuvo firme; se quedó para darle la bienvenida con una sonrisa afable y una elegante reverencia, aunque con una mirada insegura.
Mientras William avanzaba con confianza, su mirada profunda y aguda recorría la fila y se posó en Hannah, que estaba al final. No se molestó en ocultarlo, lo que hizo que las miradas de todos los empleados también se fijaran en la mujer. A simple vista, William se dio cuenta de que Hannah se había maquillado con sutileza ese día: lucía elegante y refinada, le realzaba las facciones.
Si bien llevaba la misma camisa de gasa blanca y una falda lápiz negra ajustada, se veía más agradable a la vista que nunca. William no podía quitarle los ojos de encima, de hecho, la siguió observando hasta que pasó junto a ella. Fue solo entonces que por fin apartó la mirada y siguió caminando en dirección a su ascensor personal.
Detrás de él, todos vieron cómo desaparecía rumbo a su oficina.
En ese momento, Willow, que estaba parada al frente de la fila, se dio la vuelta y se pavoneó hacia Hannah y Bella mientras se disponía a regresar al tercer piso. Sin previo aviso, agarró a Hannah por el brazo, quien, tomada por sorpresa, se tambaleó y casi se cae. Por fortuna, Bella estaba allí para mantenerla firme.
"Willow, por favor, no seas tan brusca cuando tengas que dirigirte a mí la próxima vez, incluso si se tratara de una emergencia". Después de eso, recobró la calma, le sonrió agradecida a Bella y miró a Willow con desdén.
Esta última, había llegado a la Mansión de Presidente a los veintinueve años, dos años antes que Hannah. Era hermosísima y se rumoreaba que provenía de una familia acomodada; sin embargo, Hannah ya había entendido que era mejor estar de pie y mantener la dignidad en lugar de inclinar la cabeza y ser cautelosa todo el tiempo en ese sitio. Mientras fuera buena en su trabajo, nadie podría decirle nada.
Willow se cruzó de brazos, miró a Hannah con desprecio y se burló: "Aun con maquillaje, William seguirá sin tener interés en ti. ¡No te esfuerces tanto!".
En respuesta, Hannah solo la miró y esbozó una sonrisa, asintiendo. "Gracias por hacérmelo notar, lo tendré presente".
Bella no pudo contener la risa mientras miraba desde un costado. Luego, apartó a Hannah y dijo: "Vamos".
Bella no era estúpida; sabía que Bruno Jones, el ministro de Relaciones Exteriores, había recomendado a Hannah Porter y que ella entró a trabajar allí ni bien se graduó. No era algo habitual, era obvio que él le tenía en alta estima, y, sin duda, ella era toda una profesional en su trabajo. De lo contrario, no se habría ganado el corazón de Bruno así como así, porque él era una persona de principios estrictos.
Además, William le había convidado a Hannah comida de su propio plato durante la cena ese día. Bella lo conocía desde hacía muchos años y comían juntos a menudo, nunca lo había visto hacer algo así por nadie. Además, la familia Scott era asquerosamente rica, ¿por qué le importaría que un trozo de carne se desperdiciara? Debía haber una sola circunstancia en la que William pudiera estar dispuesto a tener una actitud así con Hannah: ella debía ser especial para él. En cuanto a qué tanto lo era, Bella no estaba muy segura.
Así que la idiota de Willow seguro saldría perdiendo algún día, sin importar cuánto alardeara de su entorno familiar cada tanto, porque eso no le serviría de nada si cometía errores en la sala de traductores.
Hannah ya no permitiría que la pisoteara y, mirando a Bella, asintió con una sonrisa para luego marcharse juntas.
"¡Hannah, ya veremos!", masculló Willow de forma burlona, se creía la dueña del edificio.
"¡Hannah, ya veremos!", masculló Willow de forma burlona, se creía la dueña del edificio.
......
No hacía mucho que Hannah había dejado de pensar tanto en los problemas que la aquejaban, había estado tan ocupada en el trabajo durante el día que apenas tenía tiempo para lidiar con otros dramas sin sentido. Eso la hacía sentir distendida, su productividad en el trabajo había aumentado y el tiempo parecía pasar mucho más rápido que antes. Cuando menos se lo esperó, el horario de salida había llegado.
Había tenido una eficiencia laboral especialmente alta ese día, por lo que al final salió del trabajo a tiempo. Por la tarde, Tiana le había dicho que no regresaría temprano esa noche y que no cenaría en casa, así que sintió que no tenía sentido cocinar y comer sola, por lo que Hannah planeó salir a cenar afuera.