Capítulo 42
1376palabras
2023-02-18 00:01
En el momento en que Hannah se encontró con la mirada de William, inexplicablemente, sintió un escalofrío que la recorría por todo el cuerpo. Asustada, escondió su mano izquierda detrás de su espalda y bajó la cabeza mientras sus claras mejillas se llenaban de rubor.
"Iré en seguida", respondió apresurándose a caminar hacia él, quien en realidad no estaba lejos. 
"Señor presidente", saludó al llegar ante él, con la cabeza agachada.

La mirada fría y sin emociones de William pasó lentamente del rostro de la intérprete a la mano que ella estaba escondiendo detrás de su espalda. Luego, caminó directamente a su oficina sin decir una palabra.
Solo entonces Hannah levantó la cabeza para mirarlo. Aunque sabía que él debía haberla llamado por alguna razón, no se atrevió a preguntar, así que lo siguió de regreso a su oficina de manera mecánica.
Al entrar en la habitación, William fue directamente a sentarse atrás de su escritorio, luego tomó un documento y comenzó a leerlo, sin prestarle atención a ella.
Mientras tanto, la chica se quedó parada frente a él y, sintiéndose como una tonta, cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra, sin idea de qué hacer.
Después de varios minutos, notó que él seguía leyendo sus papeles. Como no le prestaba la menor atención, ella tomó la iniciativa para hablar: "Señor presidente, mañana le regresaré la ropa que me dieron ayer...".
"¿Crees que necesito la ropa que has usado?", la interrumpió William mirándola con frialdad.

Al escuchar su respuesta, Hannah se quedó estupefacta.
"No te preocupes. Le pediré a Annabel que deduzca el costo de esas prendas de tu salario".
Eso era algo que no esperaba, pero se quedó callada.
En realidad, estaba bastante desconcertada al darse cuenta de que la cabeza de Scott Group, un hombre asquerosamente rico, resultó ser un tacaño.

No obstante, lo que él estaba haciendo era razonable, porque seguramente le costó mucho trabajo ganar el dinero que tenía, y ¿quién era ella para esperar que él le regalara ropa?
Era lógico que él quisiera gastar lo que tanto le costó en su amada mujer, y no utilizarlo en una empleada que no tenía nada que ver con él.
Después de ese momento de reflexión, ella murmuró débilmente: "Entendido, señor".
Cuando escuchó su tono tranquilo y profesional, él estalló de ira e intempestivamente aventó su pluma sobre el escritorio mientras siseaba con tono helado: "¡Fuera de aquí!".
Hannah frunció las cejas con terror ante la manera en que se estaba dirigiendo a ella. De hecho, estaba tan asustada que empezó a temblar y solo respondió rápidamente: "Sí". Luego, salió corriendo de ahí, sin pensarlo dos veces.
Al ver cómo se daba la vuelta y salía apresuradamente, William se enojó todavía más e inmediatamente abrió el cajón de su escritorio, sacó una crema antiséptica para quemaduras y la arrojó a la papelera que estaba junto a él.
Nunca había conocido a una mujer tan insensible como ella. Era tan tonta, que no se daba cuenta de nada.
Sin embargo, en ese momento recordó cómo ese hombre abrazó a Hannah la noche anterior, y se sintió aliviado.
Apoyado en el respaldo de su silla, William cerró los ojos y pasó las yemas de sus dedos por sus cejas, mientras dejaba escapar un suspiro.
Si él ya sabía que ella amaba a otro, ¿por qué querría seguir perdiendo su tiempo en esa mujer?
.....
Después de eso, Hannah salió deprimida de la oficina de William. Sentía que era una inútil y que nunca podía hacer bien las cosas. Era como si hubiera caído en un profundo abismo de desesperación, de donde nunca podría salir para ver la luz nuevamente.
Justo cuando ella se estaba preparando para ir a casa como un pollo sin cabeza, apareció el señor Albert y le dio una palmadita en el hombro elogiándola efusivamente. "Hannah, tu desempeño ha sido excelente durante los últimos días. Dado que mañana es tu último día con el presidente de Fliysau, espero que brilles como la estrella que eres. Además, recuerda que nunca hay que aflojar el paso, ¡sigue adelante con el mismo ímpetu de siempre!".
Con una leve sonrisa, ella respondió: "Gracias, Sr. Albert, me aseguraré de hacer mi trabajo lo mejor que pueda".
"Me alegra escuchar eso. Es raro que alguien sea tan competente, pero a la vez tan humilde, a una edad tan temprana. Sigue trabajando duro, ¿de acuerdo? Estoy seguro de que muy pronto tu esfuerzo te conducirá a grandes logros".
Hannah volvió a sonreír y respondió cortésmente: "Así lo haré".
Al ver el cansancio en su mirada, él se dio cuenta de que estaba agotada, por lo que le aconsejó con preocupación. "Se está haciendo tarde, así que ve a casa y descansa. ¡Mañana te espera un largo día!".
"Entendido, gracias, señor Albert. En este momento me iré a descansar".
"¡Adelante, nos vemos después!".
.....
Al regresar a la oficina de intérpretes para recoger sus cosas, la chica se encontró con Bella, pues también estaba terminando su jornada laboral. De manera que ambas salieron juntas de la mansión del presidente.
Su compañera también se graduó en la Universidad de Lakewood, en Prouria. Además, ella era la líder del grupo, y siempre se había hecho cargo de Hannah. Esta, por su parte, tenía una buena impresión de su jefa.
Se decía que la chica pertenecía a una familia acomodada que contaba con varias generaciones de altos funcionarios entre sus miembros. No obstante, ella siempre había mantenido un perfil bajo y se había esforzado en sobresalir por sí misma, sin depender de nadie. Por lo tanto, Hannah la admiraba y procuraba estar cerca de ella.
"¿Dónde vives? Vamos a mi coche, yo te llevo".
"Oh, no tienes que hacerlo. Muy cerca de aquí pasa el autobús que me deja en casa. Llegaré en tan solo media hora", replicó Hannah rechazando cortésmente la oferta de su compañera, quien siempre había sido muy amable con ella. En realidad, no quería estar en deuda.
"No me cuesta nada, de todos modos, hoy hemos terminado de trabajar muy temprano".
De repente, escucharon un grito a sus espaldas: "¡Hannah!". Al oírlo, ambas se volvieron y vieron al guardaespaldas de William corriendo con algo en la mano.
"¿Qué pasó, Fletcher? ¿Hay algo más que pueda hacer por el señor presidente?", preguntó Hannah. Mientras tanto, Bella movió la cabeza con cordialidad a modo de saludo.
"Hola, Bella", dijo él y miró a la otra chica sacudiendo la cabeza. "No, vine a entregarte esto".
Mientras respondía, le pasó una caja de cartón y, al revisarla, ella se dio cuenta de que era una crema antiséptica para quemaduras.
"La compré en la enfermería, es una pomada muy efectiva y pensé que podrías probarla". Con calma, el hombre siguió las instrucciones recibidas y mintió.
De hecho, no entendía por qué William tenía que hacer tal cosa. Claramente, el presidente estaba preocupado por la lesión de Hannah, y fue él quien se dedicó a buscar especialmente la pomada más efectiva para ella. Sin embargo, le pidió a Fletcher que se la diera sin que la chica supiera la verdad.
Ella miró el paquete con llamativas letras de colores y vaciló por un momento, aun así, lo tomó sonriendo cordialmente: "Gracias".
"Ni lo menciones. ¡Que les vaya bien, adiós!", se despidió él antes de dar la vuelta e irse apresuradamente.
"Sí, nos vemos".
Hannah se quedó viendo la figura del guardaespaldas que desaparecía mientras se alejaba corriendo. Luego frunció el ceño, extrañada.
"¡Mmm! ¡Fletcher está interesado en ti!", exclamó Bella con tono alegre, una vez que él se fue.
Sin embargo, Hanna respondió: "No, él solo está preocupado por mí". Luego volvió a mirar el paquete que llevaba en la mano.
Entonces Bella se rio entre dientes. "¡Claro que está preocupado! Pero es porque le gustas. Si no sintiera nada por ti, ¿crees que se molestaría siquiera en buscar una medicina que no necesita?".
Hannah frunció el ceño con una mueca en los labios, pues se había quedado sin argumentos para refutarla.
"Vamos. Te llevaré a casa".
"De verdad, no tienes que hacerlo, Bella".
"No te resistas, somos compañeras y a mí no me cuesta nada. Vámonos".
Hannah volvió a dudar, hasta que finalmente respondió, parpadeando rápidamente: "Está bien. Gracias".
.....