Capítulo 39
1166palabras
2023-02-14 15:05
La fábrica de aeronaves, propiedad de Scott Group, requería de una vasta extensión, por lo que estaba ubicada a más de cien kilómetros de Sashie. En tanto que el departamento de Tiana se encontraba en el centro de la ciudad. En consecuencia, les tomaría un mínimo de dos horas y media trasladarse hasta Marin Residence, incluso si el tráfico era fluido durante todo el camino.
De hecho, era imposible que la caravana del presidente quedara atrapada en un embotellamiento.
El chofer condujo sin problemas y Hannah durmió excepcionalmente bien, gracias al excelente aislamiento acústico y la temperatura tan agradable en el interior del auto. Al parecer, ella se había sumido en un sueño tan profundo, que su postura no cambió en absoluto durante todo el trayecto.

No fue sino hasta que el automóvil llegó a su destino y empezó a reducir la velocidad para detenerse frente al edificio de apartamentos, que Hannah abrió los ojos.
Inicialmente, la chica estaba aturdida, pero en el momento en que vio a William sentado a su lado, ella recobró completamente la consciencia.
"¡Señor presidente!", exclamó al abrir los ojos, enderezándose en el asiento.
"Hemos llegado a tu casa". Con calma, él la miró con sus ojos oscuros, que parpadeaban reflejando un sinfín de sutiles emociones.
"¡Mmm!". Ella lo miró fijamente, sin saber qué responder durante algunos segundos. A continuación, volteó a ver a través de la ventana y, entendiendo lo que él quería decir, asintió de inmediato, abrió la puerta y se bajó del auto apresuradamente sin darle las gracias.
Al ver que ella huía de él como si estuviera evitando una plaga, la expresión amable de William se oscureció de inmediato y en cuanto ella cerró la puerta, ordenó con frialdad: "¡Llévame a mi residencia!".

"Sí, señor", respondió su chofer pisando ligeramente el acelerador, para ponerse en marcha sin demora.
Mientras tanto, Hannah se quedó parada en la acera observando cómo se marchaba el lujoso auto negro. Al recordar que ni siquiera le dio las gracias después de que él se preocupó de llevarla hasta la puerta de su apartamento, se sintió tan angustiada que se mordió suavemente los labios.
'¡Maldita sea! ¡William debe haber pensado que soy una mujer arrogante, o que me tengo en tan alta estima que ni siquiera me digné a dar las gracias!', pensó ella con angustia.
'¿Estaría bien si mañana...?'. De pronto, su pensamiento fue interrumpido por una voz conocida.

"¡Hannah, finalmente has llegado!", dijo un hombre que salió de la oscuridad y la sujetó entre sus brazos, agarrándola tan desprevenida, que se quedó estupefacta.
En ese momento, William miraba a través del espejo retrovisor del auto, por lo que se percató de la escena.
En realidad, él solo quería echarle un último vistazo, antes de irse. Pero cuando vio que un hombre la abrazaba, su rostro se volvió tan oscuro como la noche.
"Señor...", dijo Fletcher, quien se disponía a informarle que tenían algunos asuntos pendientes.
Sin embargo, él lo interrumpió con voz áspera. "¡Cállate!".
El guardaespaldas no quiso hablar hasta que la chica se bajara del auto, en primer lugar, porque tenía miedo de perturbar su sueño. En segundo, porque algunos de los asuntos que debía exponer contenían información altamente confidencial. Esa era la razón de que se hubiera abstenido de empezar hasta que estuvieron solos. Cuando el presidente lo calló de esa manera tan brusca, su voz estaba llena de ira. Fletcher nunca lo había escuchado dirigirse a nadie de esa manera, incluso después de tantos años de servicio a su lado. Cuando vio su rostro, descubrió una expresión tan oscura, que parecía que se acercaba una tormenta.
Él jamás había visto así a William y según lo que había observado a través de los años, el joven presidente no era un hombre impulsivo; pasara lo que pasara siempre había ocultado muy bien sus emociones, sin revelar ni la más mínima parte de ellas. ¿Qué le estaba pasando ese día?
Como su jefe estaba molesto, Fletcher no se atrevió a volver a abrir la boca, simplemente asintió desconcertado y dirigió la mirada hacia el frente. Ni siquiera se atrevía a hacer contacto visual con él, asegurándose incluso de respirar con mucha cautela para que ningún sonido pudiera alterar a William.
Después de su exabrupto, el presidente clavó la vista en el espejo retrovisor, sin embargo, el automóvil había dado vuelta en un cruce, por lo que la figura de Hannah ya no se veía por ninguna parte.
William tiró sobre el asiento los documentos que llevaba en la mano y apoyó la cabeza en el respaldo de su asiento, respirando hondo. Luego, cerró los ojos, tratando de reprimir la ira que llevaba en el interior de su pecho. Sin embargo, su respiración agitada indicaba claramente que seguía furioso.
Mientras tanto, en la entrada del edificio de departamentos, Hannah se quedó paralizada de la impresión, antes de reconocer al hombre que la estaba abrazando. En cuanto se recuperó, empujó a Kevin con todas sus fuerzas, aguantando el dolor de su mano izquierda.
"Hannah, no seas así", exclamó el hombre, tratando de recuperar el equilibrio. Luego la miró con los ojos llenos de afecto.
Sin embargo, ella frunció el ceño y movió la cabeza con desaprobación. La chica se sentía impotente, porque no sabía qué hacer para que él dejara de molestarla. De hecho, quería que él la olvidara y siguiera con su vida.
"Kevin, lo único que puedo ofrecerte es mi amistad, ya no estoy dispuesta a involucrarme en relaciones complicadas", dijo después de una pausa silenciosa. Al hacer contacto visual con él, ella se dio cuenta de la súplica en su mirada.
"Cariño ¿por qué no entiendes lo que siento por ti?". Ligeramente agitado, la agarró por los hombros mirándola ansiosamente. "Desde que te conocí, te amé y después de todos estos años sigo pensando lo mismo. La razón de estar con Melissa era vengarte. Te he extrañado durante tanto tiempo, que no soporto más el dolor que me ha causado tu ausencia.
Sin embargo, ella frunció el ceño, al tiempo que desviaba la vista negando con la cabeza. Ni siquiera deseaba seguir teniendo contacto visual con él. Después de unos segundos, ella dijo con impotencia: "¿Por qué no puedes entender que la gente cambia? Yo me he convertido en otra mujer y ya no te amo. No siento nada por ti".
"¿Por qué?", preguntó Kevin, con los ojos llenos de dolor. "¿Qué hice para perder tu amor? ¿Amas a otro hombre? ¿Quién es el padre del niño? ¿Estás enamorada de él?".
A pesar de que él le estaba diciendo que la quería, Hannah se sintió muy decepcionada al oírlo mencionar a un hijo al que ella ni siquiera había conocido. Hablaba constantemente de ese tema, por lo que debía importarle mucho.
"¡Sí! ¡Estoy enamorada del padre de mi hijo!". En ese momento, lo miró fijamente y respondió sin importarle ser cruel; su voz reflejaba una férrea determinación. Quizás con eso, Kevin se daría por vencido y dejaría de molestarla.