Capítulo 17
1180palabras
2023-02-07 15:07
Al parecer, la persona que estaba tocando era bastante impaciente, ya que el timbre no dejaba de sonar.
"¿Quién es?", preguntó Tommy, con curiosidad.
"Debe ser Tiana. Ustedes sigan comiendo, yo iré a abrir la puerta", respondió Hannah con una sonrisa.
"Gafas Negras, ¿Tiana es una chica?", preguntó el niño con nerviosismo, esperando que fuera una mujer, o se le rompería el corazón.
Hannah asintió, sin dejar de sonreír.
"¡Que bueno!", exclamó Tommy con alivio. Luego, se concentró en su plato y siguió devorando la pasta, en tanto que ella se levantaba e iba hacia la puerta.
Como siempre lo hacía por seguridad, ella se asomó por la mirilla antes de abrir, porque si realmente fuera Tiana, no habría tocado, ya que podía entrar usando su huella dactilar. Entonces, el corazón de Hannah empezó a latir aceleradamente, cuando vio quién había llamado.
'¡¿Qué está haciendo el señor Presidente aquí?!', se preguntó la chica con asombro. Durante unos segundos, ella se quedó atónita, pero pronto se recuperó.
¿Pensaría que ella secuestró a su hijo?
Hannah pensó en abrir la puerta de inmediato, temerosa de lo que él fuera a decir, si ella lo hacía esperar todavía más.
Sin embargo, se dio la vuelta para ponerse sus anteojos, ya que los había colocado en la mesita que estaba junto a la puerta cuando llegó. Una vez que se los acomodó sobre la nariz, abrió.
"S-señor presidente".
Era algo increíble, pero, tan pronto como vio el atractivo rostro de William, ella bajó rápidamente la mirada y comenzó a tartamudear. ¡Él estaba ahí solo, parado enfrente, mirándola!
En ese momento, el hombre llevaba puestos unos lentes muy modernos y una playera blanca holgada con sus pantalones casuales color de rosa. Cuando vio que ella tenía una gasa blanca en la frente, y algunos rasguños en la parte posterior de las orejas y el cuello, entrecerró los ojos para examinarla.
En comparación con su aburrida actitud de todos los días en su trabajo, ella se veía como una mujer que había atravesado una experiencia que podría haber sido muy intensa.
"Papá, ¿por qué viniste?", preguntó Tommy con un bocado de pasta en la boca. Al mismo tiempo, Ramón dejó su tenedor sobre la mesa y se puso de pie respetuosamente, para saludar: "¡Señor!".
"¡Por favor entre!", dijo Hannah un poco más tranquila, al tiempo que retrocedía unos pasos con actitud de respeto, invitándolo a pasar al interior.
Después de mirar a su hijo, él asintió cruzando la puerta del apartamento.
Era un hombre de ojos tan agudos como los de un águila y, con ellos recorrió brevemente todo el apartamento, hasta que los fijó en los platos de pasta que estaban sobre la mesa. Al darse cuenta de que dos de ellos estaban a la mitad, miró a Tommy, quien en ese momento masticaba y tenía la boca manchada de salsa. Luego, caminó hacia una silla vacía para sentarse. De pronto le preguntó al niño: "¿Qué tal está?".
"¡Deliciosa! La pasta que hizo Gafas Negras es la mejor que he comido en mi vida", respondió asintiendo con firmeza y haciendo gestos exagerados. Luego, sonrió y puso su plato frente a William mirándolo con ojos brillantes. "Papá, ¿quieres probar un poco?".
Entonces, Hannah sintió una sensación de hormigueo en la nuca, mientras observaba su reacción.
Al parecer, él no sabía que Tommy estaba con ella, por lo que se preguntó cómo la castigaría si pensaba que lo había secuestrado.
Mirando al astuto niño, William permaneció en silencio por un momento antes de responder: "No, gracias. Date prisa y termina de comer, porque debemos ir a casa".
"¡Sí, papá!", contestó Tommy, sorprendido de que su padre no estuviera enojado y continuó engullendo, apresuradamente,
"Señor, ¿p-puedo seguir comiendo?", preguntó Ramón, después de mirar su tazón, que todavía tenía la mitad de la pasta.
Su jefe, le echó un vistazo asintiendo. "¡Adelante!"
Una vez que obtuvo la autorización, él tomó su plato y terminó su pasta a toda prisa, ni siquiera volvió a sentarse. Poco después, también Tommy terminó su porción y se puso el tazón en la boca para beber la salsa.
Él miró a su hijo sin ninguna expresión en el rostro y después de reflexionar un poco, llegó a la conclusión de que esa era la primera vez que Tommy demostraba ese tipo de pasión por la comida; el niño, prácticamente estaba devorando la pasta.
Mientras tanto, Hannah estaba inmóvil detrás de William como si fuera una niña que cometió una falta y estuviera esperando su castigo.
Después de beber toda la salsa de tomate, Tommy puso el tazón y los cubiertos sobre la mesa y anunció con una sonrisa de satisfacción: "¡Papá, he terminado!".
Casi al instante, el hombre le entregó una servilleta, al tiempo que ordenaba: "Límpiate la boca".
"Okey", respondió el pequeño, tomando el pedazo de papel, para restregarlo sobre sus labios y mejillas.
En ese momento, William se levantó y se alejó hacia la puerta, sin decir nada, sin embargo, después de un par de pasos, él se dio cuenta de que Tommy no lo iba siguiendo.
Entonces, se detuvo intempestivamente, se dio la vuelta, y preguntó con tono neutro: "¿Vas a quedarte aquí?".
Aunque Tommy ya se había levantado de su silla, estaba congelado mirando el plato de Hannah, que aún estaba lleno: "Gafas Negras, ¿comerás esa porción de pasta? Porque estaba pensando que, si a ti no te importa, podrías ponerla en un recipiente para que me la lleve".
"¡Claro! Conseguiré algo y la empacaré para que la comas en casa". A pesar de que estaba preocupada porque William estuviera pensando en castigarla, o que fuera a despedirla, tan pronto como escuchó la petición de Tommy, dejó todo a un lado y fue directamente a la cocina a buscar un recipiente.
Sin embargo, cuando ella pasó junto a William, el rostro del hombre se oscureció un poco; nadie se había atrevido a ignorarlo de esa manera.
Después de que Hannah tuvo lista la pasta, sacó un juego de cubiertos desechables y puso todo en una bolsa de papel. Luego, se la entregó a Tommy. "Cómela mientras está caliente, porque no sabrá igual si se enfría".
"Muy bien, así lo haré, gracias", respondió Tommy sonriendo de oreja a oreja, mientras veía la bolsa con adoración.
"No, ¡yo soy quien tiene que agradecerte que me hayas salvado hoy!".
"No fue la gran cosa. ¡Somos amigos!".
Al escuchar eso, Hannah se quedó muy conmovida.
No obstante, William ya había perdido la paciencia y se alejó hacia la salida de la casa.
"¡Oye, papá, espérame!", gritó el niño al ver que lo estaba dejando ahí. De cualquier modo, supuso que ya estaba enojado así que corrió para alcanzarlo. Después de agradecerle cortésmente a Hannah todas sus atenciones, Ramón también caminó apresuradamente para no quedarse atrás.
La chica se quedó parada junto a la puerta para observar cómo se iban uno tras otro, y sin saber por qué, un sentimiento indescriptible surgió en su corazón.
Aunque tal vez, era el temor de recibir la notificación de su despido cuando llegara a trabajar el lunes.
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