Capítulo 13
1309palabras
2023-02-07 14:20
Cuando Hannah salió del baño de damas, escuchó pisadas y por eso supo que Kevin iba corriendo detrás de ella. Temerosa de tener que enfrentarse con él de nuevo, se escondió rápidamente en un rincón oscuro.
De tal modo, él pasó junto a ella sin verla y entró en el ascensor. Entonces la chica salió rápidamente de su escondite sonriendo con amargura, para dirigirse a la salida de emergencia. Allí bajó las escaleras y salió por la parte trasera.
La puerta que ella escogió daba a una calle peatonal detrás del hotel, por lo que no tenía forma de tomar un taxi.
Así que empezó a caminar, levantando la mano para cubrirse la cara de la luz abrasadora del sol, al tiempo que entrecerraba los ojos y sentía que estaba a punto de desmayarse.
Si llamaba a Tiana en ese momento y le pedía que la recogiera, lo más seguro era que ella entraría al salón de banquetes para hacer un escándalo que daría por terminada la ceremonia de compromiso.
Al pensar en su mejor amiga, Hannah sonrió cálidamente quitándose los tacones altos para caminar descalza.
Sin embargo, cuando sus pies tocaron el suelo, se dio cuenta de que estaba ardiendo, por lo que era imposible caminar sin zapatos.
Sin otra opción, Hannah tuvo que volver a ponerse los tacones y caminar con ellos.
El sol del mediodía estaba en todo su esplendor, lanzando unos rayos candentes que quemaban la piel del rostro de Hannah. Y a cada paso que ella daba, sus fuerzas disminuían, se sentía tan deshidratada que necesitaba urgentemente beber un poco de agua. Poco a poco, sus piernas parecían volverse más pesadas. Cuanto más caminaba, más difícil le parecía dar otro paso y al poco tiempo sintió que se mareaba. Ese trayecto se recorría en solo diez minutos, pero ella tardó más de treinta en hacerlo.
Una vez que salió de la calle peatonal, llegó a una intersección donde había una parada de taxis, pero, en ese momento, no había ninguno disponible. Así que se paró en la orilla de la acera a mirar los autos que pasaban por la avenida y agitó la mano para hacerle la parada a alguno, pero no tuvo éxito.
Finalmente, vio un taxi vacío, por lo que rápidamente le hizo la señal para que se detuviera. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de subirse al auto, una pareja de jóvenes lo hizo antes que ella. De modo que, cerraron la puerta de golpe, para alejarse a toda velocidad.
De pie al costado de la calle, Hannah sintió que las pocas fuerzas que le quedaban se desvanecían, mientras sentía el aire caliente de la acera que se elevaba hasta su rostro, como el vapor que sale de un pocillo de agua hirviendo. Cuando vio que se acercaba otro taxi, intentó hacerle señas, pero se tambaleó y se derrumbó al piso.
"¡Gafas Negras!".
Justo cuando ella caía, un lujoso Maybach negro pasó a su lado y la personita sentada en el asiento trasero sacó la cabeza por la ventanilla; no era otro que el pequeño Tommy.
Aunque el cabello de Hannah estaba desordenado y ella estaba cubierta de heridas, con un aspecto completamente diferente al de todos los días, cuando ella iba a su trabajo en la mansión del presidente, Tommy la reconoció al primer vistazo.
Al ver que la chica caía sobre la acera, el niño le gritó a su chofer completamente sorprendido: "Date prisa en llegar a esa esquina. ¡Tenemos que ayudarla!".
De manera que el hombre observó a Tommy con cautela por el espejo retrovisor, antes de desviar la mirada en la dirección que señalaba el pequeño. De hecho, él también había visto a Hannah, pero su trabajo era conducir con cuidado y garantizar la seguridad de su pasajero.
Sin embargo, el hijo del presidente le estaba dando una orden y él tenía que obedecerlo, por lo que se dirigió adonde él estaba indicando.
A continuación, el chofer asintió acercando el auto lentamente hacia el sitio donde estaba Hannah tirada en el piso.
"¡Gafas Negras!". Tan pronto como el auto se detuvo, el niño abrió la puerta y saltó hacia afuera. Sin demora, corrió hacia la chica y le dio unas palmaditas en la cara con su pequeña palma regordeta, mientras gritaba con preocupación: "¡Despierta! ¿Estás muerta?".
"No, ella debe haberse desmayado", explicó el conductor que ya se había bajado del auto y examinaba a Hannah, quien yacía sobre la acera.
"Se encuentra en un estado lamentable. ¡Mira, está sangrando! ¿Podríamos llevarla al hospital?", preguntó Tommy después de observarla detenidamente.
Entonces el chofer preguntó: "¿Tú la conoces?". Él tenía que asegurarse de que ella fuera una persona decente, de lo contrario no se atrevería a subirla en su auto para llevarla al hospital. Tenía que cuidar la seguridad del niño y no quería que gente peligrosa les causara problemas.
"Sí, es mi amiga", dijo Tommy asintiendo con firmeza. "Es la intérprete de mi padre; además, ella siempre es muy amable conmigo".
"¡Oh, ella es la intérprete del señor presidente!", exclamó el hombre, quien finalmente bajó la guardia y se agachó para recoger a Hannah que seguía inconsciente. "Está bien, vamos a llevarla al hospital".
"¡Date prisa!", dijo Tommy mientras recogía el bolso de Hannah del suelo. Después de ayudar al conductor a acostarla en el asiento trasero del auto, él se subió a su lado rápidamente.
En seguida, el chofer cerró la puerta del coche y corrió hacia su asiento, para arrancar el auto y dirigirse al hospital más cercano.
....
En la sala de urgencias, el médico examinó a Hannah y curó su herida de la frente. Después de confirmar que ella estaba bien y que solo se había desmayado debido a la conmoción cerebral y al calor, el doctor dijo que tenía que descansar y reponerse. Entonces el conductor ya no quiso demorarse más, así que se acercó a Tommy, quien estaba sentado en el sofá, balanceando sus pequeñas piernas mientras esperaba que le dijeran a la chica que ya podía irse. "Tommy, los señores Scott te están esperando en casa para almorzar. ¿Ya podemos irnos?".
El niño volteó a ver a Hannah que seguía sin recuperar el sentido y luego desvió la mirada hacia su chofer sonriendo con inocencia. "¿Qué tal esto? ¿Puedes llamar a mis abuelos y decirles que he ido a la mansión del presidente a buscar a mi padre y que no me esperen?", dijo tratando de convencer al hombre, para que hiciera lo que él deseaba.
Al escuchar eso, el chofer no supo si reír o llorar y respondió con timidez: "Como la señorita ya está bien, podemos dejarla aquí, ya que los médicos y las enfermeras del hospital pueden cuidarla. Yo pienso que sería mejor ir a la casa de los señores Scott tan pronto como sea posible".
"¡No!", replicó el niño con determinación: "Si tú no los llamas, lo haré yo".
Mientras decía eso, levantó el brazo y empezó a marcar las teclas del teléfono de su reloj inteligente para llamar a su abuela, Isabelle Reid.
"Hola, mi bebé, ¿dónde estás? ¿Por qué no has llegado todavía?", contestó la amorosa voz de Isabelle desde el otro lado de la línea telefónica.
"Abuela, de repente sentí mucha necesidad de ver a mi papá, porque lo he extrañado mucho. Así que vine a la mansión del presidente para almorzar con él. Por la noche, cuando regrese a casa, cenaré contigo y con el abuelo", mintió Tommy con una facilidad asombrosa.
Desde el día en que él tuvo malestar estomacal por engullir pizza y leche de soya, su abuela insistió en llevarlo a su residencia para hacerse cargo de él. No solo hizo eso, sino que ella y su esposo regañaron a William por torturar a un niño tan pequeño, diciéndole que ese no era el comportamiento de un buen padre.