Capítulo 6
1261palabras
2023-02-03 10:27
Al día siguiente, Hannah se dirigió a su nuevo trabajo, decidida a olvidar todos los asuntos de su vida personal que podrían distraer su mente.
Después de saludar al señor Scott, fue a buscar un lugar para sentarse a desayunar tranquilamente, pero en ese momento, Bella le entregó unos documentos que necesitaban ser traducidos con urgencia.
Entonces, ella tuvo que dejar todo a un lado y ponerse a trabajar.

En esa ocasión, Bella le asignó un documento en prourish y otro en finés. De todos modos, solo le tomó un poco más de una hora terminar de traducirlos, así que se los entregó casi de inmediato.
"¿Ya terminaste?". Bella se quedó atónita, mirando a su compañera que estaba de pie frente a su escritorio.
Entonces, ella asintió con una gran sonrisa. "Sí, ya están listos".
"¡Qué rápido! ¿También tradujiste el documento en finés?".
"Así es, en cuanto tengas tiempo revísalos, por favor, y si encuentras algún error, avísame".
Tomando los documentos de la mano de Hannah, Bella asintió. "Está bien, los leeré más tarde".

"¿Quieres que traduzca algo más?", preguntó la chica.
"No, por el momento tienes tiempo libre. Puedes hacer lo que quieras, yo te avisaré cuando tenga trabajo para ti".
"Está bien, gracias".
Justo cuando se dio la vuelta para irse del escritorio de Bella, escuchó que su estómago lanzaba un leve gruñido y, al recordar el desayuno que llevaba en el bolso, sintió tanta hambre que se le hizo agua la boca. Como en ese momento tenía autorización para hacer lo que quisiera, rápidamente encontró un lugar tranquilo para sentarse a disfrutar de su comida.

Mientras se estaba acomodando en los escalones de la salida de emergencia, escuchó que alguien abría la puerta detrás de ella.
"¡Hola, Gafas Negras!". Antes de que ella volteara, una tierna voz resonó en su oído. Sorprendida, Hannah miró hacia atrás y vio que la figurita de un niño corría hasta ponerse frente a ella para preguntar: "¿Qué estás comiendo? ¿Sabe rico?".
Hannah levantó la vista y vio a un par de ojitos negros que miraban su desayuno. Al darse cuenta de que era Tommy, se rio con gusto. "Es pizza, y está deliciosa".
Sin despegar los ojos de la comida, él se lamió los labios e imploró con una sonrisa: "Uy, ¡cómo me gustaría tener aunque fuera un pedacito! ¿Puedo probar? ¡En mi estómago cabrían fácilmente dos!".
Mirando ese adorable rostro anhelante, Hannah lanzó una carcajada. Luego dio una palmadita en el escalón a su lado y asintió. "Por supuesto que puedes. Ven, siéntate conmigo".
"¡Vaya, qué bien!", exclamó el pequeño con entusiasmo, acomodándose al lado de Hannah.
"Pica un poco. ¿Lo soportarás?", le preguntó al niño, entregándole los pedazos de pizza sobre el envoltorio de cartón.
"No le temo al picante". Tan pronto como Tommy tomó la caja, agarró una rebanada de pizza con sus dedos regordetes y la mordió. Mientras masticaba con ganas y sin importarle que tenía la boca llena, él comentó: "¡Siempre me ha gustado el chile! Nadie en mi familia puede competir conmigo, ¡yo soy el campeón de la comida picante!".
Hannah sonrió dándole palmaditas en la espalda para evitar que se ahogara, pensando que se veía realmente hambriento. Luego tomó el envase de leche de soya que tenía a un lado y se lo entregó. "Come despacio".
"Sí", dijo él, inclinándose hacia ella para tomar la leche y darle un trago. Después de eso, se lamió los labios y dijo con satisfacción: "Gafas Negras, ¿dónde compraste tu desayuno? ¡Nunca había comido algo tan delicioso!".
Sin embargo, ella sonrió con confianza y respondió: "Te supo así, porque tenías mucha hambre".
"Bueno, podría explicarlo". Mientras decía eso, su mano regordeta agarró otra porción de pizza y la engulló casi por completo. Aunque no podía hablar claramente con la boca llena, su tono era profundo, como el de un hombre maduro. "Mi padre es un demonio, un verdadero psicópata. Como si quisiera torturarme, él me asigna montones de tareas. ¡Lo hace todos los días! Y si no puedo terminar lo que me ha encargado, no me da de comer. Estoy seguro de que no soy su hijo biológico".
"¿No desayunaste?". Observando cómo Tommy devoraba la comida, ella siguió dándole palmaditas en la espalda.
"No solamente me dejó sin desayunar, sino que tampoco me dio de cenar anoche".
Al escuchar eso, Hannah se lo quedó viendo en silencio.
¡Eso era demasiado duro para un niño tan pequeño!
Sin embargo, era natural que el hijo del presidente fuera educado de una manera especial.
Después de comer cuatro rebanadas de pizza de un tirón, Tommy pensó en algo que lo hizo detenerse y miró a Hannah con sus grandes ojos negros. De pronto, la emoción pareció desvanecerse de su rostro: "Gafas Negras, apuesto a que tú tampoco habías desayunado, ¿o sí?", preguntó un poco angustiado.
Con una sonrisa, ella respondió: "No te preocupes, yo estoy llena. Como el sabor de la pizza de esa tienda me parece fantástico, compré rebanadas adicionales".
"¿En serio?".
"Sí, te lo digo sinceramente, estoy satisfecha, así que puedes comértela toda".
"¡Okey!", respondió el niño con alegría, mientras se metía otra rebanada de pizza en la boca.
Sin hacer una sola pausa, él terminó toda la comida que quedaba y después bebió el resto de la leche de soya. Entonces, Hannah sacó una servilleta para limpiarle las manos, ya que le habían quedado muy grasosas. Después de eso, se puso de pie y dijo: "Deberías irte, porque tu padre debe estar buscándote, no queremos preocuparlo, ¿verdad?".
Satisfecho, el niño se palmeó el vientre antes de hacer un puchero. "¡Oh, no lo hará! Él solo se preocupa por su trabajo".
Levantando las cejas, Hannah limpió el bigote de leche que le había quedado arriba de la boca a Tommy. "Bueno, es hora de que yo también vuelva a mis ocupaciones".
"¡Bien, vamos juntos!", exclamó el pequeño mirándola con ojos brillantes. Después de hacer una pausa, dijo con picardía: "Pero, promete que no le dirás a nadie que me invitaste de tu desayuno".
Al ver la expresión de preocupación en el rostro del niño, ella dejó escapar una sonrisa de impotencia y dijo con tono cariñoso: "No te preocupes, será nuestro secreto. Vamos".
....
Aproximadamente a los treinta minutos de haber desayunado con Hannah, el niño tuvo diarrea y empezó a vomitar. Al ver la situación, Rya, quien lo estaba cuidando, tuvo que ir a buscar a William. Él estaba en una reunión importante con el vicepresidente y varios ministros, pero la gerente no tuvo más remedio que llamar a la puerta e informarle enseguida que su hijo se sentía mal.
"Señor presidente, Tommy tiene malestar estomacal, yo creo que puede ser una intoxicación alimentaria".
Después de todo, William solo tenía un hijo, quien además era el único miembro de la tercera generación de la familia Scott. Nadie quería asumir la responsabilidad de que algo le sucediera al valioso heredero.
Los asistentes a la junta estaban en medio de una discusión, pero cuando escucharon a Rya, todos guardaron silencio abruptamente y William arrugó las cejas consternado.
¿Intoxicación alimentaria?
Desde la noche anterior, él le había prohibido comer. Solo tenía permitido beber agua. ¿Cómo podría haberse enfermado del estómago?
"¿Llamaste al médico?", preguntó William con voz baja y profunda, aunque mostraba una calma inusual.
Sí, ya lo hice y él dijo que vendría enseguida.
"Señor presidente, debería ir a echarle un vistazo a su hijo", dijo Gerald Andrew, el vicepresidente, con una leve sonrisa.
Después de pensarlo por un momento, William se levantó y salió de la sala de juntas.
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