Capítulo 23
1270palabras
2023-02-07 11:18
Qi se subió al auto, cerró los ojos y se frotó las cejas. 
Lo que había sucedido ese día era tan vergonzoso que esperaba que la familia Nan ya no la molestara. No sabía si había nacido desafortunada o los que le traían mala suerte eran sus familiares; cuanto más lo pensaba, más se deprimía.
"Señor Cao, por favor, lléveme hasta el supermercado", le solicitó al conductor.

Allí compró diez cajas de yogur, veinticuatro latas de cerveza y algunos bocadillos, como maní y papas fritas. Después, regresó a casa y, en vez de ir directamente a su dormitorio, se sentó en una pequeña pagoda en el jardín, donde abrió el yogur y la cerveza, y comenzó a beber. 
Era bastante tarde cuando el señor Cao llamó a Bo Yanxi desde el piso de arriba, quien tan pronto como salió al exterior, sintió el fuerte olor a alcohol. 
Cuando se acercó, descubrió las botellas de yogur vacías y, entre ellas, cuatro o cinco latas de cerveza.
"Nan Qi, ¿qué haces?", masculló Bo Yanxi lleno de ira. 
"Bebo". Qi levantó la lata de cerveza en su mano y tomó un sorbo, los ojos entrecerrados daban la sensación de que estaba borracha.
"Has ido demasiado lejos ¿No sabes que las embarazadas no pueden beber alcohol? Eso podría afectar el crecimiento del feto". 

Bo Yanxi estaba tan enojado que de la frente le sobresalían las venas azules. 
Dio un paso adelante, la sentó en su regazo, y le dio un chirlo en el trasero. 
"Si nadie te lo dijo, ¿no puedes usar el sentido común?".
"Yo no...". 

Qi se sorprendió e intentó defenderse, pero Yanxi no la escuchó en absoluto y continuó azotándola.
"Debería contratar dos niñeras para que te vigilen, no tendría que haberte dejado salir. De ahora en más, te quedarás en casa hasta que des a luz. Ni se te ocurra ir a ningún lado".
"No bebí alcohol...". 
Qi estaba estupefacta. La habían golpeado y la habían lastimado innumerables veces cuando era niña, pero era la primera vez que alguien lo hacía de adulta.
"Y todavía lo niegas...". Yanxi estaba enfurecido y continuó agrediéndola una y otra vez.
"En verdad no bebí alcohol, es yogur". Ante el constreñimiento, de inmediato levantó la lata de cerveza para demostrarlo.
"No mientas, no vaya a ser que encima le enseñes malos hábitos al bebé". El jardín apestaba a alcohol, por lo que Yanxi no le hizo caso en absoluto.
"Si no me crees, pruébalo y verás que no bebí alcohol. Solo vacié la lata de cerveza y la recargué con yogur", lo desafió Qi mientras le mostraba el envase. Las nalgas le ardían; quería llorar, pero no lo hizo.
"Entonces, ¿por qué compraste tantas latas de alcohol?".
"Sé que las mujeres embarazadas no pueden beber, así que las compré para exhibirlas y olerlas".
Yanxi se inclinó hacia la lata de cerveza y sintió el olor, en efecto, contenían yogur. Sin embargo, levantó las cejas y dijo con frialdad: "Esto es un desperdicio de bebida". Yanxi era un insensible, la azotó con fuerza un par de veces más, luego la dejó ir. 
"Vas a ser madre, tienes que ser un buen ejemplo para el bebé".
"Si sabes que voy a ser madre, ¿por qué me pegas?". A Qi le dolían las nalgas, se sentía agraviada y estaba al borde del llanto.
"Recuerda que ahora eres mi esposa, si te sucede algo, puedes decírmelo. ¿Por qué te escondes aquí para ahogar tus penas?", le dijo Yanxi mientras recorría con la mirada la docena de latas de cerveza desparramadas.
"No estoy ahogando mis penas con alcohol", explicó con culpa.
"Tampoco es bueno para el estómago beber tanto yogur". Al oír esto, Qi esbozó una sonrisa, bajó la cabeza y no dijo más nada.
"Ven aquí". Yanxi la vio triste y suspiró, hizo todo lo posible para reprimir la ira que sentía y le pidió que se acercara con un ademán. 
Qi se movió despacio hacia él. 
"¿Vas a decirme lo que pasó o debo enviar a alguien para que lo averigüe?".
"Rompí abiertamente los lazos con mi familia en el banquete de celebración de Shengxia. A partir de ahora, estoy sola. Anhelaba pertenecer a los Nan, que me amaran, pero me decepcionaron", le contó en voz baja después de un largo silencio. 
Había vivido sola desde que era una niña y siempre había deseado sentir el calor de una familia. 
Por desgracia, estaba desilusionada.
"Qi, ¿olvidas que eres una mujer casada y que estás embarazada? Los matrimonios deben transcurrir en armonía. Donde yo esté, ahí es donde estará tu hogar". 
Se lo veía enojado, impotente. Se hizo un silencio mientras Qi pensaba en lo que le había dicho. 
¿Un matrimonio tenía que transcurrir en armonía? ¿Dónde él estuviera, allí estaría su casa? ¿Acaso no estaban fingiendo que se casarían?
Yanxi la notó confundida y continuó: "Puede que no entiendas de lo que estoy hablando. De todos modos, tienes que recordar que pase lo que pase, puedes decírmelo". Se frotó las cejas, le dolía la cabeza.
Qi asintió condescendiente y volvió a mirar hacia abajo. 
No era que no lo consideraba capaz de resolverlo, simplemente no quería deberle demasiado. 
El silencio de la muchacha agudizó la jaqueca de su compañero, quien se dio cuenta de que los golpes y los retos no tendrían ningún efecto en ella.
"Olvídalo, ve a dormir", dijo con impotencia.
"Buenas noches", respondió Qi.
Ya en su dormitorio, revisó el teléfono, el cual había estado sonando desde hacía rato y, tan pronto como lo encendió, aparecieron miles de mensajes. El grupo de la universidad, el grupo de la escuela, el grupo de sus compañeros... Todos estaban conmocionados, algunos la envidiaban, otros la felicitaban y hasta la idolatraban.
Ya en su dormitorio, revisó el teléfono, el cual había estado sonando desde hacía rato y, tan pronto como lo encendió, aparecieron miles de mensajes. El grupo de la universidad, el grupo de la escuela, el grupo de sus compañeros... Todos estaban conmocionados, algunos la envidiaban, otros la felicitaban y hasta la idolatraban.
Una estudiante que se destacaba en el examen de ingreso a la universidad ya era bastante llamativo, a eso había que sumarle lo que sucedió después. 
Qi suspiró, sacó la computadora portátil, la puso sobre la mesa y presionó el botón de "encendido". Luego, preparó una taza de té y se sentó frente a la pantalla iluminada. Se desperezó, puso sus diez dedos en el teclado y los hizo bailar con velocidad sobre el teclado. Pronto, ingresó a la plataforma de medios más grande del país y comenzó a escanearla en busca de posibles puntos de vulnerabilidad.
Tomó un sorbo de té, esperó el resultado y, a los pocos segundos, apareció una línea de códigos. 
Se quedó sin palabras, había otra persona que estaba haciendo lo mismo que ella. 
¿Cómo podía ser tanta casualidad? ¿Había un administrador que trabajaba en el mismo error? 
Mientras intentaba entender lo que sucedía, la otra parte instaló un troyano e infectó la plataforma. 
¿Quería anticiparse y que ella lo supiera?
Qi se sintió desafiada y le devolvió un virus, pero la otra parte lo eliminó de forma instantánea. Lo maldijo y, antes de descartar el procedimiento, lo descargó. Quería ver qué tipo de persona podía borrar su programa.
Estaba tan enojada que lanzó otros troyanos y se tomó el tiempo para ingresar en el programa que su enemigo había elaborado. 
Cuando reconoció el nombre en clave, casi explota de la rabia que sentía, solo había una persona en toda la Alianza Negra capaz de diseñar un programa así: T, el ser al que más odiaba en el mundo.