Capítulo 54
2606palabras
2023-04-28 06:27
Alexa terminó siendo la mejor amiga de Harry y había comprado un restaurante en el muelle de la bahía desde hacía un año. Harry tenía la costumbre de ir a almorzar allí y pasar tardes enteras observando la vista del mar.
Afortunadamente, Eva no le había creado ningún pleito por haberse enterado anteriormente que Harry se veía mucho con una mujer en dicho lugar, porque Alexa terminó siendo una mujer dos años mayor que Harry, con un hijo de tres años y con un novio de cinco años de relación, con el cual había comprado el restaurante y lo administraban juntos.
El trato que aquellos amigos se tenían era uno muy alejado del amor, de hecho, Alexa trataba a Harry como un hermano menor.
Cuando se conoció con Alexa, sintió una gran vibra positiva y se llevaron muy bien. Harry ya le había hablado mucho a su amiga sobre Eva y la joven se sintió como si aquella mujer desde hace mucho la conociera; seguramente porque le tocó vivir todo el proceso de duelo de Harry hacia Eva en el pasado.
Era cierto lo que Harry comentó en las cartas, Alexa tenía una risa explosiva y era muy honesta al momento de hablar, así como también gozaba de un carácter fuerte.
Con en paso de las semanas, pudo conocer más a fondo a Harry y reforzar su relación. Hacían más actividades juntos y el hombre pasaba mucho más tiempo en el apartamento de Eva, teniendo como consecuencias que más de sus pertenencias se encontraran por todo su apartamento.
Todos terminaron enterándose que habían vuelto a estar juntos y se hizo una cena familiar en casa de la madre de Eva para celebrar la noticia.
Nany (la hermana de Eva) estaba más que feliz, porque siempre había sentido una admiración por Harry. Eva sabía que ella lo iba a visitar en secreto o le pedía dinero prestado para comprar lo que ni ella o su madre le permitían tener. Seguramente por esa misma razón era que adoraba a Harry, porque él siempre le cumplía sus caprichos. A ese paso, terminaría siendo una adolescente rebelde y caprichosa que se jactan de provenir de una familia poderosa y con apellidos importantes.
Con el paso de los meses, Diana y Mariana pudieron tener también una buena amistad con Harry. Rodolfo (el esposo de Diana) también se llevaban bien juntos y terminó convenciendo a Harry de inscribirse en su equipo de fútbol, donde jugaban dos veces por semana.
Varias veces Eva fue al club para apoyar a Harry en los partidos, pero, sentía que le iba mejor en natación, sin embargo, no se lo comentó, porque veía que lo disfrutaba mucho más al relacionarse bastante bien con sus compañeros.
Volvieron a mudarse a los cinco meses de relación a la casa grande. A Eva le gustaba que le quedaba cerca de la casa de Diana y así podían verse mucho más seguido que antes.
Sentía que eran meses bastante buenos, llenos de una rutina bastante tranquila que le sentaba bastante bien.
Para la fecha en que se enteró que Sebastián volvía a la ciudad, también se enteró que la familia Lexus estaba envuelto en un problema interno con un socio implicado en temas de lavados de dinero.
En las noches, Harry llegaba y se lo comentaba como si fuera el chisme más caliente que había en el rubro.
—Imagínate que la señora Rebeca ahora es escoltada —le comentaba.
—Pero tú a veces también andas escoltado —le decía ella, mientras se cepillaba el cabello.
—Sí, pero lo hago cuando debo ir a eventos o lugares peligrosos, es prevención —reponía.
—¿Y ella no?
—No… —Sacudía la cabeza y ponía ojos de misterio—. Ella está todo el día escoltada con diez guardaespaldas y dicen que Sebastián a veces lo está también. Imagino que no le gusta llevarlos a todas partes para no llamar la atención.
—Oh, ya veo, parece que la cosa está un poco turbia con ese problema de lavado de dinero. ¿Se han ido a temas judiciales?
—¡Claro que sí! Tienen a la prensa también encima, ¿no has visto las noticias?
—Pero me imagino que saldrán bien librados.
—Ah, sí, amor, tienen muchas influencias, es solo esperar a que el tema deje de ser mediático.
Harry seguía siendo amigo de la señora Rebeca de Andersson, con Eva fueron a visitarla dos veces a su mansión. De hecho, la señora Rebeca le pidió a Eva que trabajara para ella en la revisión de uno de sus negocios, pero Eva se negó, sobre todo por el problema que había en el momento, además, no quería volver a toparse con Luciano.
Al final, se sintió obligada por ser amiga cercana de la familia Andersson y dejó asignada a Mariana para que llevara el caso. Afortunadamente la envió a ella, porque a la pobre chica le tocó soportar al estricto y malhumorado Sebastián merodeando por la compañía y le pedía explicaciones a la muchacha de todo lo que hacía.
Por momentos, Mariana la maldecía, pero después se le pasaba, cuando Eva le recordaba cuánto dinero estaban ganando por colaborar con el imperio Andersson.
—¡Si vieran su rostro helado! —decía Mariana en medio de una cena—. Llega así, con este rostro a la oficina. —Intentaba imitar la seriedad de Luciano, después procedía a imitar su voz—: Señorita Mariana, ¿ya tiene el informe listo del mes de septiembre? Ha quedado en enviarlo a mi oficina a las tres de la tarde y son las tres y tres de la tarde, ¿por qué se demora tanto?
Todos siempre se reían con la forma de imitar de Mariana, era bastante buena poniendo rostros parecidos a Luciano.
Eva sabía que Mariana estaba enterada sobre el pasado entre ella y Luciano. Si bien era una conversación incómoda que nunca tocaron, le agradecía que ella guardara su secreto.
Una vez, cuando Eva y Sebastián tenían su aventura, se quedaron hasta tarde en la empresa y él le pidió que fuera a su oficina. Ella así lo hizo y terminó sobre su escritorio, con la camisa abajo y él estampado en su cuello, besándola como si su vida dependiera de ello.
Mariana creía que era la única en la empresa y terminó entrando a la oficina de Sebastián sin tocar, encontrándose la sorpresa de pillarlos en medio del acto.
Fue un tema que no tocaron, seguramente, porque sabían lo complejo que era. Mariana estaba más que enterada de que Sebastián era el mejor amigo de Ian y que era un tema demasiado delicado.
Sabían que una cosa era bromear que sería capaz de acostarse con el mejor amigo de su exnovio y otra cosa era hacerlo.
Seguramente, por esa misma razón, Mariana aceptó de ser ella quien trabajara con Sebastián y le quitaba peso al tema cuando estaba frente a Harry, dejando a Sebastián solo como un gruñón que todos sus trabajadores detestaban.
Nadie se hubiera imaginado que Mariana terminaría siendo la que le salvaría la vida a ese mismo hombre que imitaba a la perfección en las reuniones con amigos.
Nadie se hubiera pensado que esa noche, en medio del parqueadero, cuando Mariana se había subido a su auto, en ese justo momento, llegaría la muerte a aquel lugar, persiguiendo a Luciano.
Mariana siempre recordaría aquella noche, cuando vio a unos metros de distancia a Sebastián dándose vuelta para ver al hombre que lo había llamado y que le apuntaba con un arma al pecho.
La lluvia que comenzó a caer en esos segundos. El fuerte disparo que la hizo soltar un grito y querer correr de su asiento en el auto. El cuerpo de Sebastián desplomarse y caer boca arriba en el piso húmedo.
Aquel sicario se esfumó en cuestión de segundos. Mariana quedó congelada, observando la horrible panorámica frente a ella.
Entonces, con celular en mano, salió del auto y corrió para socorrer a Luciano. Mientras se arrodillaba frente a él, gritaba por ayuda y soltaba el llanto del miedo.
Aquellos ojos color ámbar estaban muy abiertos y la sangre manchaba la tela blanca del pantalón clásico que la joven llevaba puesto.
Y en medio de la llamada de emergencia que Mariana hacía, sintió que la tomaron de la tela del pantalón y observó que era Luciano. Se notaba que tenía miedo y llevaba todo el pecho y cuello bañado en sangre.
Mariana lo tomó de una mano y, cuando finalizó la llamada, comenzó a pedirle que no cerrara los ojos. En medio de la desesperación, se quitó la camisa e hizo presión en la herida para intentar que no siguiera desangrándose.
Era curioso que estuviera intentando salvar la vida del mismo hombre que decía odiar, del que a veces creía que se burlaba porque ella era gorda. Sabía que él varias veces la había llamado bruta e ineficiente cuando trabajaban en la empresa de publicidad. ¿Por qué estaba llorando y rogándole que no se diera por vencido?
La ambulancia llegó rápido, afortunadamente. Mariana se subió a la ambulancia mintiendo y diciendo que era la novia de Luciano. Ninguno de los que habían llegado a curiosear por el sonido del disparo desmintió eso, solo observaban de lejos cómo la ambulancia se marchaba.
Mariana terminó en un pasillo de una clínica, arropada con una toalla, porque había dejado toda su blusa empapada de sangre. Varios doctores dijeron que ella estaba en shock, otros le tenían pesar porque sí que creían que fuera la novia de Sebastián y el pobre estaba debatiéndose entre la vida y la muerte.
La familia de la joven llegó una hora después y le llevó ropa. Después, la noticia se esparció como pólvora y hasta la prensa se apretujaba en la entrada de la clínica para poder saber si Sebastián se moría o no. Eso era lo que todos querían recibir ¿viviría o no?
La señora Rebeca de Andersson llegó a la clínica y al recibir la noticia, tuvo un paro cardiaco. Mariana no estuvo cuando le pasó lo del infarto, porque ella se fue a su casa, total, ¿qué haría allí? No era nadie de esa familia.
Sí logró hablar con ella y comentarle cómo pasaron los hechos. Le dijo lo mismo que le contó a la policía. Pero sí notó que la mujer se puso mucho más pálida que antes e intentaba disimular las ganas de llorar.
Lo último que le dijo la señora Rebeca fue:
—Gracias por ayudar a mi hijo, si no fuera por ti, tal vez ahora estaría muerto.
Mariana quiso decirle unas palabras de aliento, un “su hijo es muy fuerte, lo superará”, pero no lo hizo. De hecho, en ese momento pensó que no tenía nada que ver con esa familia y por eso la dejó sola.
Le dijeron que, después que ella se fue de la habitación y dejó a la señora Rebeca sola, la mujer se recostó en el sillón y quedó dormida, para no volver a levantarse más.
Mariana se culpó de ello, por más que le dijeron que no era su culpa, la señora Rebeca venía sufriendo del corazón desde hace mucho y que ese día no sobreviviría. Pero ella se preguntaba qué habría pasado si ella no se hubiera marchado de aquel cuarto.
Tal vez por esa misma razón llegaba todas las tardes a la clínica para hacerle compañía a Luciano. Curiosamente, era la única que iba a verlo.
Los doctores decían que no viniera tan seguido, porque él tal vez nunca iba a despertar. No había razón para perder el tiempo viendo a alguien sobrevivir gracias a las máquinas, ¿no?
Después del entierro de la señora Rebeca, Sebastián y Eva fueron a ver a Sebastián y se sorprendieron de encontrarlo conectado a tantas máquinas. Aquel hombre siempre se había visto invencible, corpulento, arrogante. Pero ahí estaba, como alguien inofensivo que intentaba vencer a la muerte.
A los siguientes días, Ian le hacía compañía a Mariana y comenzó a llegar sin falta todas las tardes, a veces con ramos de flores para darle algo de color a aquella fría y pálida habitación.
Un día, tuvieron que ver cómo los doctores intentaban estabilizar a Sebastián y tuvieron que reanimarlo.
Mientras Sebastián se debatía entre la vida y la muerte, fue Ian quien tuvo que ponerse al frente de las compañías Andersson y terminar todos los problemas que dejó Sebastián y la señora Rebeca.
Por esos días, era bastante común ver en los noticieros el nombre Andersson y a Ian rodeado de reporteros que le hacían preguntas.
Tuvo que pasar un mes completo para que Sebastián volviera a abrir los ojos y quince días más para que pudieran verse algunas mejorías significativas. Los doctores le comentaban que no todos los días veía a alguien sobrevivir a la perforación de uno de sus pulmones.
Eva tuvo que estar presente cuando le dieron la noticia a Sebastián de la muerte de la señora Rebeca. Lo vio palidecer y a los doctores correr para volver a estabilizarlo.
Es horrible cuando la vida te golpea con las consecuencias de todos tus actos. Cuando te das cuenta que te has quedado solo y sin nada, que lo único que tienes son esas cosas que antes creías que eran importantes y que ahora no sirven de nada, que has perdido lo que realmente es importante.
Muchos de los perdones no se piden, solo se demuestran.
Ian estuvo todo el tiempo pendiente de la recuperación de Sebastián le comentaba cómo iban los avances en las compañías Andersson. Afortunadamente, todo poco a poco pudo mejorar (aparentemente).
Ian pudo mover sus influencias y con ayuda de los mejores abogados del país, pudo rescatar el apellido Andersson y todo su imperio; bueno, lo que quedaba. Para el público, para las personas de afuera, Andersson solo tuvo la pérdida de la señora Rebeca por sus enfermedades de vejez, pero quedó el hijo, el heredero de toda aquella descomunal fortuna.
Por dentro, los que conocían lo que había pasado, sabían que Sebastián se había quedado solo, sin familia de verdad. Porque tenía a sus demás familiares, los que vivían en el extranjero y que solo habían llegado para el entierro de la señora y se fueron cuando en la lectura del testamento se supo que todo quedaba a nombre de Luciano.
Seguramente todos los familiares volverían para la muerte de Sebastián verían si en el testamento les dejaba algo. Pero sus planes se dañaron, porque él fue dado de alta un mes después de abrir los ojos.
Sebastián fue llevaron a su casa de campo cerca de la ciudad para poder descansar y terminar de recuperarse. Lo único que le quedó fue una herida en el pecho y la terrible noticia de que no podría volver a ejercitarse como antes lo hacía, al menos no por muchos años, hasta que estuviera totalmente recuperado.
Tenía una enfermera y varios empleados para atenderlo, además de su mayordomo de confianza. Aun así, Ian sabía que él se seguiría sintiendo solo, por lo mismo lo iba a visitar tres veces por semana, según, para contarle sobre cómo iban las cosas con sus empresas.
Luciano, de por sí nunca fue un hombre de muchas palabras, pero en esos casos, no decía ni una sola palabra.
Solo llegaba a decir algunas palabras cuando estaba con Mariana. Ella llegaba a visitarlo sin falta todos los días al salir del trabajo. Sabía que era porque sentía culpa por todo lo sucedido, pero Sebastián parecía cómodo con ella y así poco a poco se fueron haciendo amigos. Era una amistad rara, donde Mariana era la única que hablaba y por veces hacía el papel de empleada, porque le traía las cosas que él le pedía; seguía siendo muy mandón.