Capítulo 55
1421palabras
2023-01-17 09:30
Al fin llegó el infausto día en que Carson se iba a casar con Amanda. Daba igual todas las veces que Elissa tratase de repetirse a sí misma que le iba a importar, que a fin de cuentas no pudo evitar que la destrozase por dentro. Pronto, Carson sería el marido de otra mujer, y eso implicaría que tendría que alejarse de él por completo y para siempre.
Respiró hondo mientras se miraba al espejo. Llevaba puesto el atuendo que le había enviado su ex-marido para hacer de dama de honor, un hermoso vestido maxi color lavanda con mangas cortas de encaje. Pese a que le encantaba, lo odiaba de todos modos; de hecho, lo detestaba más por el solo hecho de que le quedaba de muerte. Como tenía que allí a la hora acordada sin falta, se apresuró a maquillarse sin pasarse, como siempre, y se hizo un moño trenzado a la altura del cogote. Mientras finiquitaba los últimos retoques con cierta inquietud, alguien le llamó al móvil: su hermano, Jonathan. No le había dicho nada del evento, y tampoco tenía intención de hacerlo. Se aclaró la garganta y cogió la llamada.
“Eli, ¿dónde estás? Lia lleva ya un rato despierta y quiere verte. ¿Estás ocupada ahora mismo?"

“Ah, bueno... Pues sí, la verdad que sí. Ahora mismo he salido fuera por temas del trabajo, y puede que me tarde algunas horas más. ¿Te podrías quedar con ella un poco más? Lo siento mucho, de verdad..."
“No pasa nada, mujer; el trabajo es lo primero. Pero eso sí, te voy a pasar con Lia, que está deseandito de hablar contigo."
"¡Mami! ¿Dónde estás, mami? ¡Te echo de menos!"
La voz de Lia le derritió el corazón y extrajo una sonrisa de su tenso rostro. "Y yo a ti, cariño, muchísimo. Ahora estoy en el trabajo, Lía, pero cuando mamá termine, te prometo que irá rápida y veloz a verte. ¿Me esperarás hasta entonces, bonita?"
"Vaaaale... Te esperaré, mami. ¡Pero ven rápido, por favor!”, rogó Lia, y Elissa se rio de lo adorable que era su hija. Tras unos minutos más de charla conciliadora con la niña, Elissa colgó y se metió el móvil en el bolso. Le habían dado las cinco, y la ceremonia empezaba a las siete. Elissa se echó un último vistazo en el espejo antes de salir de la habitación y luego bajar hasta el portal que daba a la calle.
...

En la residencia del alcalde...
Elissa salió del taxi y miró el edificio frente a ella. Era enorme, una mansión kilométrica. No recordaba haber visitado aquel lugar jamás, pero por alguna extraña razón sentía como si ya hubiera estado allí antes..., como si una parte de ella perteneciera a aquel sitio. Sacudió levemente la cabeza, concluyendo que estaba yéndose por las ramas con su imaginación a causa del estrés, y se dispuso a entrar. Nada más cruzar el portón principal, se quedó asombrada ante la magnificencia de las sucesivas decoraciones y ornamentos. Nada de aquel estilo le extrañaba, dado que sabía lo mucho que a Amanda le pirraban los diseños estrafalarios y llamativos en todos los sentidos. 
Mientras Elissa echaba un vistazo a su alrededor, Kimberly se le acercó por detrás y la llamó. La chica se sobresaltó, pero mantuvo la compostura y se dio la vuelta para saludarla. No era la primera vez que veía a la mujer del alcalde, pero lo cierto era que nunca habían hablado cara a cara. "Hola, Elissa", saludó Kimberly, con un ligerísimo deje burlón.
"Hola.", dijo Elissa con tono neutral.

“Me sorprende que te hayas decidido a asistir a la boda de tu ex-marido. Y lo digo en el buen sentido, porque considero que hace falta bastante coraje para ello.", razonó la anfitriona, entre pequeñas risitas. Iba vestida con un vestido ceñido de tonalidades cerúleas, el cual le llegaba hasta el tobillo y estaba descubierto por la zona media de la espalda. Su largo cabello le cubría el cuello, esmeradamente arreglado, y en ambos lóbulos lucía unos aretes de esos que suelen dar la sensación de que la oreja de la que penden se va a caer al suelo del peso.
Elissa estaba segura de que no era santo de la devoción de aquella señora. "Bueno, le agradezco el comentario.", contestó con una sonrisa falsa, sin prestar demasiada atención al mensaje subliminal de su supuesto halago.
“Fue decisión de Carson y Amanda que hoy hagas los honores como su dama de honor, nunca mejor dicho, así que confío en que estarás a la altura de lo que se espera de ti.”, le advirtió Kimberly educadamente mientras daba un paso hacia ella, pero Elissa sonrió. No iba a rebajarse a un nivel tan rastrero, no era como otras.
“No se preocupe, Sra. Hayes, no tengo ningún interés en arruinar la boda de su hija. Además, estoy al tanto de lo mucho que Amanda se ha esforzado para ganarse esta oportunidad, y me rompería el corazón que le escurriera entre los dedos por mi culpa."
Antes de que Kimberly pudiera replicar, Elissa se despidió, caminando con cierta premura. Como encima iba mirando hacia atrás mientras andaba, chocó con alguien sin darse cuenta. Se disculpó y levantó la cabeza para encontrarse con el alcalde mirándola, sorprendido. “Señor alcalde...”
“¿Elissa? Qué grata sorpresa, no sabía que estabas invitada.”, expresó Gabriel, alegre de volverla a ver. Siempre que estaba cerca en compañía de aquella muchacha, se sentía más sereno y aliviado.
"Soy dama de honor, además.", señaló Elissa con cierta incomodidad, entremezclando disimuladamente los dedos de las manos. Discernió entonces una obvia reacción de desconcierto por parte del hombre cuando oyó esa noticia.
“Vaya, me alegra mucho de que sea así. Me disculpo por no haber estado al tanto antes.” Elissa dejó escapar una risa nerviosa, y acto seguido ambos entablaron una charla despreocupada. “Vienes hoy realmente hermosa, Elissa.”, agregó, viendo en la chica la viva estampa de Rune. De hecho, había otros aspectos en los que Elissa y Rune guardaban similitudes bastante inquietante, así que el hombre trató de no pensar más en eso para no perturbarse y cambió de tema. "Perdona, ya no te entretengo más. Ahora debes ir cuanto antes con Amanda."
"No se preocupe, señor; ha sido un placer.", replicó ella a modo de despedida, para luego separarse. Elissa no sabía adónde ir ahora, así que decidió quedarse esperando en el pasillo. Pensó en enviarle un mensaje de texto a Carson para informarle que ya estaba en el sitio, a ver si así podían dejarlo todo zanjado cuanto antes. Al hacerlo, el otro le respondió con un 'sí' a secas, lo cual la irritó.
Unos minutos más tarde, Carson finalmente hizo acto de presencia, seguido de su madre, quien sonreía ampliamente mientras intercambiaba saludos y deferencias con Kimberly.  A Elissa le pareció extraño que no hubiera invitados aparte los propios miembros de la familia, pero se abstuvo de resaltar este hecho. Se quedó ahora atrás algo aislada, observando la charla de ambas mujeres. Carson la detectó mientras lo miraba y, tras excusarse un momento del lado de su madre, se dirigió hacia la muchacha. Elissa se puso tensa, fingiendo que analizaba los accesorios de la casa a su alrededor.
"Has llegado pronto.", comentó. Elissa levantó una ceja ante su comentario insulso, y aunque no quería dejarse llevar por lo que veía, maldijo al aire en silencio ante la innegable hermosura del hombre, sobre todo con su traje negro cincelado. Venía además con su cabello perfectamente peinado, de un negro intenso que complementaba a la perfección con el traje. Le requemaba verse afectada ante la belleza de su ex-marido.
"Necesito el dinero urgentemente para mañana, Carson; es para mi hija.”, le recordó Elissa bajando la voz lo máximo posible.
"No te preocupes. Como has venido y encima a la hora acordada, tendrás tu dinero sin falta.
En ese momento se acercó Hera, sorprendida de ver a Elissa. "¿Que pinta ella aquí?", subrayó el pronombre con repulsión, señalando hacia ella pero mirando a su hijo, inquisitivamente.
“Es nuestra dama de honor, madre. Está todo bien, no te preocupes.”, afirmó Carson. Hera arrugó los labios con desprecio y, por fortuna para Elissa, se alejó sin pronunciarse al respecto.
“La verdad es que yo tampoco entiendo muy bien qué pretendes.”, terció Elissa, buscando algún indicio de sus intenciones en el azul sus ojos, algo que denotara la falsedad de la situación.
Carson parpadeó lentamente, y entonces manifestó un comentario que la intrigó sobremanera: “Pronto lo entenderás; bueno, pronto se entenderá todo, mejor dicho."