Capítulo 2
1302palabras
2023-01-09 12:29
"¡Esto es mentira! No soy yo, Carson...”, protestó, aunque ya sabía que jamás la creerían.
"¡Puedes seguir con tus embustes todo lo que quieras, que en la foto se ve claramente que eres tú!", vociferó mientras arrojaba las fotos hacia ella y caían inertes sobre el suelo, flotando ligeramente. "¿Cuánto tiempo me has estado engañándo, Elissa?"
"Carson, tienes que creerme: ¡esa no soy yo! ¡Jamás te haría algo así!", rogó, pero no sirvió de nada. Tendió la mano para sostener la suya a modo de súplica, pero él se apartó.

“¡Qué descarada! Ya sabía yo que eras una inmundicia, si es que te tenía calada.", intervino Hera haciendo como que acababa de descubrir lo ocurrido. "¡Cómo te atreves a darle esa puñalada trapera a mi hijo!" Dio un paso adelante y agarró del brazo a Elissa con fuerza, cosa que forzó a esta a dirigirle la mirada. "Habla: ese niño que llevas en el vientre es del otro, ¿verdad?"
Elissa se quedó horrorizada por lo que acababa de insinuar su suegra. "¡No! ¡Es... nuestro! Es de Carson y mío...” se defendió, al tiempo que se colocaba la mano en la barriga con pena. "Tienes que creerme, Carson. ¡Esas fotos están trucadas o algo así, es un montaje!", volvió a rogarle a su esposo. Al verla en un estado tan lamentable, el hombre no pudo evitar que se le revolviera algo en las entrañas y perdiera algo de su frialdad, tras lo cual cortó el contacto visual con ella y volvió a tensar la mandíbula con fuerza.
“Esto no puede estar pasando...”, lloriqueó lastimeramente la mujer, mientras miraba las fotos y se preguntaba quién le habría tendido esa vil trampa. No tenía idea de quién era aquel hombre, pero daba igual todo lo que tratase de negar lo que los demás allí presentes asumían, porque jamás le darían validez a su palabra.
“Quiero el divorcio.”, anunció Carson rotundamente. El rostro de Elissa palideció más allá de los límites perceptibles, y su mente dejó de funcionar. Él, sin embargo, volvió a mirarla con la misma crudeza de antes y le recalcó: "No quiero seguir en este matrimonio."
Elissa se sentía como en una dimensión paralela un mal sueño del que no podía salir. “Carson, no puedes hacerme esto... Podemos resolverlo..., ¿vale?”, planteó, recurriendo a la mayor ingenuidad e inocencia de la que se podía hacer gala en una situación así, donde todo estaba ya perdido.
Carson negó con la cabeza, por supuesto. No había ya en su mente la menor posibilidad de enmendar lo ocurrido. Ella volvió a insistir, aun así: “¡Pero si todavía nos queremos! ¿Cómo vamos a romper nuestra unión así de fácil, ante algo tan incongruente?"

“Yo ya no te amo, Elissa. Lo nuestro se acabó." Sus ojos de avellana no mostraba emoción alguna, como si estuviera negociando uno de sus acuerdos de empresa. Se sintió como un objeto, carente de valor para él.
"¡No! No me lo creo... ¡Hicimos un juramento: amarnos y cuidarnos hasta que la muerte nos separase!”
"¡Pues haberte aplicado el cuento antes de engañarme con ese tipo!", le espetó.
Amanda se aproximó hacia él y le envolvió el brazo con el suyo. "No hace falta que te alteres, cariño.", dijo con ternura e intimidad, cosa que le provocaron bruscas náuseas a Elissa. ¿Cómo es que no se había dado cuenta todo ese tiempo de que ya se tomaban esas confianzas?

“He llamado a mi abogado, y ya están preparados los papeles para el divorcio; solo falta que los firmemos.”, afirmó, como si prácticamente diera ya por finalizado el proceso. Elissa estaba dolida, triste, estupefacta y enfadada. Se sentía como una pobre ilusa por  que creer en su momento que gozaba del mejor marido del mundo. Esa imagen de hombre fiel y cariñoso se esfumó al ver cómo su cara no cambiaba ante el contacto de los dedos de Amanda contra su pecho. Al recordar cuando Carson dijo en su momento que e preguntara sobre el momento en que dijo que detestaba que cualquier mujer que no fuera ella se le acercase en lo más mínimo, se echó a reír con amargura, al tiempo que se secaba las lágrimas con amargura.
"Te separas de mí por ella, ¿no?"
De nuevo sin alterar su expresión, arguyó unas palabras que ahondaron más profundamente en la herida de la mujer: “Sí, la amo."
¿De qué le servía rogar cuando ni siquiera la amaba? "Muy bien, firmaré el divorcio entonces."
Carson titubeó un poco, pero recuperó la compostura inmediatamente mientras carraspeaba: "Bien.". Por su parte, Hera y Amanda se sentían en una nube al ver que todos sus planes iban viento en popa, sonriendo entre ellas con complicidad. “Nos amamos mucho.", añadió Amanda. "Lo siento, ojalá no tuvieses que haberte enterado de esta manera."
Elissa hizo oídos sordos a sus palabras por completo. Se sentía como una extraña una vez más en aquella habitación, dominada por un sentimiento de incomprensión y frustración imparable. De ahora en adelante, en su vida solo estaban ella y su bebé.
Sin embargo, Hera tenía otras intenciones al respecto. “Después de firmar los papeles, irás al hospital para abortar.” Elissa se indignó notablemente.
“¡¿Qué has dicho?! ¡¡Jamás haré eso!!”
“¡Carson, dile que aborte al bebé!”, le ordenó la suegra a su hijo. La desdichada mujer aún pensaba que, pese a todo lo ocurrido, Carson no sería tan cruel como para desearle la muerte a su propio hijo nonato. 
Pero él, tragando saliva otra vez y con expresión tensa, acató los designios de su madre: “Irás al hospital a abortar”
"¿Qué...?"
“Ya has oído a mi hijo, pelandusca. ¡No quiero que tengas nada más que ver con nuestra familia!" ¿Cómo podían ser tan crueles con ella, sin escuchar siquiera su versión? El corazón y la confianza de Elissa quedaron completamente destrozados, nunca pensó que se vería en una situación como aquella, "¿Qué haces ahí como un pasmarote? Firma ya los papeles de una vez."
Carson suspiró profundamente y fue el primero en proceder a elo. Elissa reunió el poco coraje que le restaba y fue tras. Hera y Amanda caminaron detrás de ellos, sonriéndose por lo bajini dado el éxito de sus maquinaciones. 
El abogado ya estaba esperando en el salón, sentado junto al papeleo pertinente en una mesa rectangular de cristal. Todas las partes involucradas tomaron asiento en sillas y sillones. Elissa estaba temblando, sin dejar de lagrimear compulsivamente, cansada y débil. Carson cogió la pluma y empezó a firmar los papeles como si le fuera urgente, sin dilación. Con cada hoja que pasaba, Elissa sentía que su pecho se contraía bruscamente como en una RCP. Al terminar, el hombre le pasó los papeles a la que aún era su esposa.
Elissa agarró el bolígrafo, temblorosa, y releyó más de un par de veces las palabras que estaban escritas en negrita en la primera página: 'Convenio de divorcio de mutuo acuerdo."
"¡Date vidilla, niña!", la instó Hera, molesta. Así, Elissa firmó, y con eso el divorcio quedó consumado. De ahora en adelante, ambos pasaron de ser marido y mujer a no ser nada, y Elissa se quedó sin nada.
“Una vez lleve esto al juzgado, se formalizará en un par de días a lo sumo.", informó el abogado, para luego despedirse.
“Ahora lleva a esta al hospital.”, ordenó Hera. Elissa se percató de que Carson cerraba el puño, sentado donde estaba a su lado, pero al alzar la mirada para ver su rostro, se encontró con la misma expresión descorazonadora de indiferencia. Luego se levantó, y urgió a la mujer a que le acompañase.
"Tate, hijo, que voy yo también.", proclamó Hera. No podía confiar en su hijo para aquella operación, dado que era posible que su corazón de ablandase por alguna de aquellas. Así salieron los cuatro de la casa hacia el hospital, en silencio.