Capítulo 9
1513palabras
2022-12-08 14:38
El hombre que iba a mi lado era tan guapo y misterioso, que no podía evitar preguntarme por qué estaba ayudando a una mujer en una situación tan desagradable y vergonzosa como ésta.
Si Hayden no me hubiese lastimado tanto, podría decir que esa persona a quien no conocía era realmente amable.
¡Pero ahora, no me atrevía ni a pensarlo!
Entré un poco en pánico pero luego me tranquilicé al ver de reojo a ese apuesto salvador que iba a mi lado como un noble caballero, viendo hacia el frente con una mirada profunda y cautivadora.
¡No parecía ser un bandido peligroso!
Me obligué a mantener la calma y me dije que ¡tal vez era mera coincidencia que supiera dónde vivía! Quizá su casa estaba cerca de la mía porque yo residía en un distrito comercial que también tenía un área residencial.
¡Probablemente por eso sabía mi dirección!
Después de todo, no había razón para que alguien me estuviera siguiendo.
Al caer en cuenta de ello, me sentí aliviada.
El taxi llegó rápidamente a nuestro destino, y el apuesto caballero sacó un billete de cien de una lujosa billetera para pagar el servicio.
"Eh..." Lo miré un poco avergonzada, pero finalmente me armé de valor y le dije: "Disculpe, pero creo que soy yo quien debería pagar".
Sin embargo, él pareció no escucharme y en lugar de ello, recibió el cambio del conductor y me dijo en voz baja: "Bájate".
Luego, él salió del vehículo.
Algo sorprendida, miré su espalda bajo la lluvia y luego descendí abatida del auto, mientras el conductor me miraba extrañado.
Al bajarme, observé el televisor de la tienda abierta las 24 horas que estaba transmitiendo una noticia sobre un psicópata asesino que había ingresado a una casa, y había violado y asesinado a los moradores de la vivienda.
"¡A primeras horas de la mañana, otra mujer fue asesinada!'
"Explicaban que el criminal utilizaba métodos extremadamente brutales y que se sospechaba que le había inyectado a la víctima una droga desconocida. Por ello, la policía estaba investigando el caso con mayor profundidad..."
Aunque las fotos del noticiero se veían borrosas, igual eran aterradoras.
¡Justo al voltearme vi al hombre que acaba de acompañarme, parado en la escalera de mi casa!
¡Se volteó y parecía tener intenciones de subir!
¡De inmediato me puse nerviosa!
¡Ese hombre se estaba dirigiendo al lugar donde yo vivía!
¿Acaso no me había acompañado porque vivía cerca de mi casa, sino para seguirme?
Quizá ya conocía mi identidad, el empleo que tenía y la dirección de la casa y por eso me estaba siguiendo esa noche. ¿Acaso ésa es la verdadera razón de esa escena?
¿Entonces él sí era un bandido?
¡Al instante, empecé a escuchar claramente cómo se me aceleraba el corazón en la quietud de la noche.
Después él se detuvo en lo alto de las escaleras y volteó a mirarme sin decir una sola palabra.
Tragué saliva nerviosamente y apreté el bolso y el vestido negro húmedo que tenía en las manos, mientras mi cerebro parecía un torbellino.
¿Y ahora qué hago? ¿Echo a correr?
Pero si él se daba cuenta de que pensaba hacer eso, quizá me atacaría al instante. Sentí pánico al pensar en eso y comencé a moverme lentamente.
De pronto sentí frío porque tenía la sábana húmeda adherida al cuerpo, y el mero hecho de caminar me resultaba muy difícil en ese momento.
Aquel hombre me miró con absoluta calma, pero yo no podía adivinar qué pasaba por su mente en ese momento. Di algunos pasos y de repente él empezó a caminar en dirección a mí.
¡Mis pupilas se dilataron por la conmoción que sentí al ver que se acercaba.
¿De verdad estará pensando en matarme?
En ese momento, apareció en mi mente con total nitidez la imagen borrosa del noticiero. Aparentemente se trataba de una mujer que habían encontrado desnuda, y quien según escuché, tenía el cráneo destrozado y le habían cortado las piernas de una manera atroz.
Mi respiración se aceleraba cada vez más por el miedo que sentía.
¿Tendré el mismo destino de esa mujer?
¡No! ¡No puede ser!
¡No quiero morir!
Me quedé quieta y respiré profundamente tratando por todos los medios de tranquilizarme.
En medio de mi desesperación, vi un bate de madera cerca del contenedor que tenía al lado.
Aunque soy gorda, tengo fuerza suficiente y en este momento mi cuerpo debería servirme para algo. Así que si ese hombre quería hacerme daño, yo iba a utilizar ese bate para defenderme y protegerme.
Apenas pensé en eso, caminé apresuradamente hacia el pipote y agarré el bate sucio lo más rápido que pude sintiendo una sensación de seguridad, a pesar del hedor tan desagradable que éste expedía.
Al instante, el apuesto caballero que estaba en lo alto de las escaleras pareció percatarse de mis movimientos y me vio fijamente, mientras yo retrocedía unos cuantos pasos.
Aunque tenía un bate en la mano, él era fuerte y yo no estaba muy segura de ser una buena contrincante.
Sin embargo, apreté el bate sin bajar la guardia en ningún momento.
Me dije a mí misma que si venía a golpearme, le pegaría bien duro con el bate, mientras apuntaba a la cabeza de aquel sujeto.
"Heh...", escuché de pronto una risa lánguida y sumamente sensual.
Me sorprendí al verlo reír y lo vi fijamente a la cara porque no entendía de qué se estaba riendo.
Lo observé mientras se sacaba la mano del bolsillo y me mostraba una llave plateada, y luego me dijo: "Tranquila, no te voy a hacer daño".
Luego caminó con cierta gracia hacia el apartamento del piso de abajo, y abrió la puerta tranquilamente.
Después de abrirla, se volteó y con voz clara y sexy me dijo: "Hola soy tu nuevo vecino. Me llamo Astepon Mantle.
Abrí los ojos desmesuradamente por lo impactada que estaba y de pronto recordé que en la mañana del día anterior, la Sra Lellar, nuestra casera, me había informado que se había mudado una persona a ese apartamento.
¡Él era mi nuevo vecino!
¡No sólo había malinterpretado su gesto, sino que había tratado de aplastarle la cabeza con un bate! ¡De verdad, me sentía muy avergonzada!
Me sonrojé al instante y sentí que el rostro me ardía de la pena y la vergüenza que me invadían. Solté el bate aterrada y luego me envolví con fuerza otra vez en la sábana.
"Ey... ¡Hola hola!", tartamudeé y añadí: "Me llamo Meita Vives. Es un placer conocerte. Anoche... y justo en este momento... Bueno, no quise malinterpretar las cosas, es decir, disculpa por lo que acabo de hacer".
Astepon se paró en la puerta de su apartamento y me miró con seriedad y dijo: "No te preocupes, me parece bien que estés alerta".
Ya había dejado de llover, pero yo estaba temblando de frío. Por ello, me envolví con fuerza en la sábana.
"Creo que debes ocuparte de tu ropa", dijo Astepon.
Me quedé muda por un momento, pensado que había dicho eso para mostrarme su aversión hacia mí.
Tras pensar en lo que había pasado en el hotel y en todo lo sucedido hasta ese momento, sonreí con amargura y respondí: "Lo siento, no quería que las cosas sucedieran de esa manera..."
"Te vas a resfriar si no te pones una ropa", dijo él en voz baja.
Me quedé paralizada y luego lo miré tratando de verificar si realmente él estaba preocupado por mí.
Sentí un nudo en la garganta al ver su sonrisa amable y afectuosa.
¡Me habían humillado tantas veces ese día, y él estaba preocupado porque podía pescar un resfriado!
Esas pocas palabras de preocupación hacia mí sacaron a flote todas esas emociones desagradables que tenía reprimidas dentro de mí.
Así son las emociones. Puedes reprimirlas todo lo que quieras, pero una mera grieta en tu coraza es suficiente para abrir las compuertas y dejar salir esa ola de dolor que recorre todo tu cuerpo.
Al instante, mis lágrimas silenciosas se convirtieron en un llanto incontrolable.
Mientras lloraba, me incliné para mostrarle mi agradecimiento y le pedí que me perdonara porque yo tampoco quería que eso pasara.
Toda la opresión, agresión e intimidación de la que había sido objeto en toda vida me habían mantenido en la oscuridad durante tanto tiempo, que una simple palabra de preocupación parecía haberse convertido en un sin fin de emociones y tranquilidad.
¡Estaba segura de que en ese momento me veía muy graciosa y fea a la vez!
Pero no quería que me viera en un estado aún peor.
Por ello, entre sollozos le di las gracias de nuevo y luego me volteé para irme a mi apartamento.
Quizá giré demasiado rápido porque cuando iba a subir las escaleras, de pronto me sentí mareada.
Después percibí que una inmensa oscuridad se cernía sobre mí como una garra invisible, pero no tuve tiempo de pedir ayuda y me desplomé pesadamente en el piso.
En el instante en que vi todo negro, dentro de toda esa confusión, me pregunté qué me había pasado o si sencillamente acababa de morir.