Capítulo 69
1043palabras
2023-01-05 00:01
Tras diez minutos de viaje, llegamos al lugar. Ayudé a Cassidy a salir de su asiento para que no se cayera. Luego, agarré a Evangeline y la canasta de picnic. Las puse a las tres en una canoa.
"¿Puedo quitarme la venda?", preguntó Cassidy.
"Casi", contesté riéndome de su impaciencia. Ella lanzó un resoplido y refunfuñó, por lo que sacudí la cabeza mientras volvía a reírme.
Me subí a la canoa y comencé a remar hacia nuestro destino. Me demoré alrededor de cinco minutos, pero no tenía duda de que valdría la pena. "Listo", contesté. "Ahora puedes quitarte la venda".
Cassidy prácticamente se la arrancó de los ojos y su mandíbula casi tocó el fondo de la canoa cuando vio dónde nos encontrábamos. Era una pequeña laguna. A la derecha, había una cascada; y como el día estaba soleado, un arcoíris surgía de la niebla. También había varios tipos de flores silvestres creciendo en la orilla, cerca de cada grieta. Las ramas de los árboles estaban cubiertas de hiedra y enredaderas, por lo que parecían cortinas que rodeaban el pequeño paraíso del exterior. Era mi santuario personal. Ahí podía pensar con claridad.
"¿C-Cómo encontraste este lugar?", tartamudeó Cassidy mientras observaba todo con asombro.
"Lo encontré cuando te escapaste... Te estaba buscando y llegué a este pequeño paraíso. Desde entonces, suelo venir aquí. Lo hacía a diario cuando te fuiste. Me pasaba el día soñando con traerte y pedirte perdón de mil y un maneras. No he venido aquí desde que regresaste, y se me ocurrió que sería el lugar perfecto para nuestra primera cita. Pero si no te gusta, podemos irnos a otro lado...", propuse. Todo lo que estaba diciendo era verdad.
"Basta", murmuró ella, interrumpiendo mis divagaciones. "Es perfecto". Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. "Eres perfecto, muchas gracias". Se inclinó hacia mí y plantó un dulce beso en mis labios. Mi lobo ronroneó ante su amoroso gesto.
Remé hasta la pequeña isla que estaba en medio de la laguna y detuve la canoa. Luego de ayudar a Cassidy y Evangeline a salir, agarré la canasta de picnic y las conduje hacia la playa. Puse una pequeña manta para sentarnos y serví la comida. Compartimos todo los bocadillos, y a veces nos dábamos de comer en la boca. También nos turnamos para alimentar a Evangeline. Una vez que terminamos, hablamos de todo y de nada.
"¿Cass?", susurré.
"¿Sí?".
"¿Aceptarías que Evangeline se convirtiera en nuestra hija? La amo como si fuera mía". Estaba rezando para que aceptara.
"Yo pensaba que ya era nuestra", respondió Cassidy inclinando su cabeza adorablemente.
"Muy bien, entonces". Me reí y ella me imitó. Fue en ese instante que lo entendí todo. "Te amo, Cassidy", declaré con seriedad y observé sus verdes ojos. "Te amo más que a mi propia vida. Amo tu risa y tu sonrisa. Amo tu personalidad y todo de ti. No es necesario que me respondas, solo quería que supieras lo mucho que significas para mi". Le sonreí amorosamente, pero sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. "Mi*rda, ¿dije algo malo? ¡Lo siento! No debí haberte dicho nada, no quise molestarte. Yo...". Empecé a entrar en pánico, pero ella me interrumpió.
"No seas tonto. Son lágrimas de felicidad. Yo también te amo, bobo. ¿Cómo puedes pensar lo contrario?", replicó con una sonrisa impresionante.
"¿En serio me amas?", pregunté. Sonaba demasiado bueno para ser verdad.
"Por supuesto", afirmó Cassidy. Sin perder el tiempo, la senté en mi regazo y la besé. Nunca me había sentido tan completo y feliz como en ese momento. Era como si nada pudiera derribarme. No creía que pudiera tener una mayor felicidad.
Sin embargo, pronto empezó a llover. "¡J*der!", exclamé. De inmediato, recogimos todo, empacamos y corrimos hacia la canoa. Pero ya era un poco tarde porque estábamos empapados. Afortunadamente, Evangeline no le dio mucha importancia. Estaba mirando a su alrededor con asombro, tal vez preguntándose qué de dónde venía esa mágica agua. Era una pequeña curiosa. Los tres regresamos a la camioneta empapados por completo, pero tan felices que no pudimos evitar reírnos. Aún nos encontrábamos en nuestra burbuja de amor y felicidad.
Regresamos a la casa de la manada con la ropa mojada y una enorme necesidad de ducharnos. Metí la camioneta al garaje y sacamos todo. La canasta estaba empapada. Por mucho que antes lo hubiera disfrutado, ahora Evangeline se veía cansada y hacía pucheros, aunque seguía viéndose adorable. Riley entró corriendo al garaje justo cuando estábamos por cruzar la puerta.
"¡Entren rápido!", exclamó jadeando.
"¿Por qué? ¿Hay algún problema?", preguntó Cassidy tensándose. Había entrado en modo Alfa.
"Hay una conmoción en la sala, y nunca adivinarais quién está involucrada", respondió él con un tono sarcástico.
"Oh, claro que lo adivino", gruñó ella. "¿Cuándo se cansará?". Luego, entró furiosamente a la casa y le entregó la niña a Riley, quien me hizo señas para que también entrara. Su mirada me dio a entender que él la cuidaría.
Corrí para alcanzar a Cassidy, pero ella no solo ya había llegado, sino que tenía la mano en la garganta de su hermana, atrapándola contra la pared. Recordé cuando nos vimos en el club y ella tenía a mi subordinado inmovilizado de la misma forma. Pero esta ocasión era diferente. Cassidy tenía una mirada feroz y parecía estar dispuesta a matar.
"No te escuché bien", gruñó en el rostro de su hermana y la tiró al suelo. Briella empezó a toser mientras se agarraba la garganta, justo donde estaban las manos de Cassidy. "¡Contéstame! ¡Repite lo que dijiste!". La loba de mi pareja estaba a punto de salir a la superficie. Todos podían notarlo, y daba mucho miedo. Cassidy empezó a temblar con los ojos enrojecidos. Algo andaba muy, muy mal. ¿Qué me había perdido?
"¡Estoy embarazada!", exclamó Briella. Todos se quedaron en silencio. Nadie emitió ni un solo sonido, pero entonces ella agregó: "Y es un heredero Alfa".
Cassidy cambió de forma a su loba y aulló a la luna. Sus ojos no tardaron en encontrarse con los míos. Su furiosa mirada tenía el color escarlata de la sangre. Sin embargo, no atacó a su hermana, sino que saltó por la ventana, rompiéndola en pedazos, y escapó.
Una vez más se había ido.
¿Qué diablos acababa de pasar?