Capítulo 65
1074palabras
2023-01-01 00:01
 
Me alegraba haber arreglado algunas cosas con Riley, no había hecho bien en engañarlo de esa manera. Él merecía la felicidad de la que me hablaba, la que iba a buscar. Me sentía orgullosa de él por haberse animado a rechazar a la p*ta a la que me veía obligada a llamar hermana y por haber intentado seguir adelante con alguien que no fuera yo. Sabía que había saltado muy rápido de Riley a Damen después de haber jurado que no lo quería, pero esto era lo que pasaba con los compañeros. Ya sabía que estábamos destinados a estar juntos, pasara lo que pasara. Decidí que debía mirar hacia el futuro en lugar de todos los errores cometidos en el pasado.
El hecho era que amaba a Damen, quisiera admitirlo o no, siempre lo había amado y siempre lo amaría. Antes, odiaba el hecho de que lo amaba y por eso pensaba que lo odiaba a él, pero me di cuenta de que nunca fue el caso. Era imposible para mí odiarlo. Tal vez era un efecto de nuestro vínculo de compañeros, pero siempre estaría enamorada de él. Incluso me había gustado cuando éramos más jóvenes, pero nunca fui tras él porque temía el rechazo… Supuse que había tenido razón en tenerle miedo porque todos sabían lo que había pasado. No obstante, ahora todo estaba en el pasado y planeaba tratar de dar pasos hacia adelante en lugar de retroceder a partir de ahora… En cuanto atamos los cabos sueltos, era de esperar que todo volviera a la normalidad o a lo más normal posible.

Cuando volví a la habitación de Damen, bueno, a nuestra habitación, tenía sentimientos encontrados. Debía lidiar con este asunto, pero me daba miedo volver a sufrir como antes. Al entrar, vi a mi compañero sentado en la cama, trabajando en algunos documentos. “¿Necesitas ayuda?”, pregunté, lo que lo hizo saltar. ¿Para qué le servía su oído de hombre lobo? No pude evitar reírme.
“¡Oye! ¡No es gracioso!”, hizo un puchero burlón.
“¡Sí que lo es!”, respondí, aún riéndome de su puchero.
“¡Te enseñaré lo que es gracioso!”. Se levantó de repente, corrió hacia mí, me cargó y me arrojó a la cama. Luego comenzó a hacerme cosquillas.
“¡Detente!”, grité. “¡No es justo!”. Estaba jadeando por aire.
“No me detendré hasta que prometas que no volverás a acercarte a mí a escondidas”, dijo con seriedad.

“¡Nunca!”. Me negué a aceptar su condición porque su reacción era muy divertida cada vez que lo hacía.
“Como quieras”. Se encogió de hombros y continuó haciéndome cosquillas.
Después de lo que parecieron horas, por fin cedí. “¡Bien, ya no lo haré!”.
“Oh, no. ¡Tienes que prometerlo!”. Estaba actuando inmaduro.

“¡Vale, lo prometo!”, exclamé.
“¿Qué prometes?”.
“¡Damen!”. Me estaba comenzando a frustrar.
“¡Solo dilo! ¡Me detendré cuando lo digas!”.
“¡¡Prometo que no volveré a acercarme a escondidas!!”. Entonces se detuvo. “Creo que me rompiste una costilla”. Ahora yo hice un puchero.
“¿Quieres que la bese para que mejore?”, dijo, levantando las cejas de forma sugerente y le di un golpe en la nuca.
“Piensa con la cabeza sobre tus hombros, chico lobo”, dije con burla.
“Me lastimaste”. Damen volvió a hacer un puchero con la mano sobre su corazón. Puse los ojos en blanco. De verdad había cambiado su forma de ser. Estaba actuando como el compañero que siempre había querido, uno que me amara y me hiciera reír así. Era un compañero dulce, y cariñoso, pero sobre todo uno que siempre estaría conmigo en los buenos y malos momentos.
“¿Oye, Damen?”, pregunté en voz baja mientras las lágrimas comenzaban a formarse en mis ojos.
“¿Si, amor?”, respondió, levantándome y poniéndome entre sus brazos como si no pesara nada.
“¿Puedes ayudarme con algo?”.
“Con lo que quieras, cariño”, respondió, besando mi frente.
“¿Me ayudarías a planear el funeral de Jake?”, susurré mientras unas lágrimas silenciosas comenzaban a caer por mis mejillas.
Levantó mi cabeza para poder mirarme a los ojos, apartó las lágrimas de mis mejillas con sus pulgares y dijo: “Por supuesto, mi amor”. Luego me dio un beso en la frente y me mostró una pequeña sonrisa.

Unos días después
Este día, sería el funeral de Jake
Ya era diciembre y estaba comenzando a nevar, pero como éramos hombres lobo, el frío no nos molestaba. El funeral tendría lugar en el exterior, en el mismo claro donde también habían celebrado mi “funeral”. Había cocinado en persona todas las comidas favoritas de Jake, también había acomodado las sillas y había escrito una canción, que pensé que podría cantar para despedirme de él. Nunca había sido buena con las palabras, ni hablando con mi hermano y ahora nunca podría arreglar esto. Esperaba que esta canción le llegara de alguna manera a dondequiera que estuviera ahora.
De pronto, dos manos rodearon mi cintura y, por las chispas, supe que era mi compañero. “¿Lista, mi amor?”, Damen preguntó en voz baja.
“Como nunca”, susurré.
Punto de vista de Damen
Me dolía ver a mi compañera tan destrozada de nuevo, pero este era un cabo suelto que ella había dicho que necesitaba ser atado. ¡Demonios! Todos necesitábamos despedirnos de Jake de manera apropiada. Pensé que Cassidy me dejaría ocuparme de toda la planificación, pero se mostró inflexible y dijo que ella tenía que ser parte de esto. Ambos estuvimos a cargo, pero ella realizó todos los pequeños detalles tan íntimos como pudo, recordando todo lo que él amaba y asegurándose de que estuviera representado de alguna manera. Por otro lado, yo fui el que reunió a la manada, colocó las sillas e hizo los arreglos para el entierro. Por muy doloroso que fuera enterrar a mi Beta, mi amigo y hermano de mi compañera, había que hacerlo.
Cogí la mano de Cassidy y la llevé a rastras a través del pasillo. Estaba decorado con flores recién cortadas con palitos de canela atados en unos lazos. Ella había descubierto que este era el aroma de la compañera de Jake y, rechazada o no, presente o no, debía tener algún tipo de participación por él. Le habíamos avisado la fecha, pero no recibimos ninguna respuesta, así que no sabíamos si vendría. Todo el mundo iba vestido de gris, blanco y plateado porque los lobos no usábamos negro en los funerales. El lugar tenía un aspecto agridulce. Todo parecía impecable, pero con un propósito incorrecto. ¿Cómo algo lleno de tanta pena podía tener un aspecto tan bello? No era justo.