Capítulo 50
1062palabras
2022-12-15 17:15
Punto de vista de Cassidy
Cuando me desperté, escuché a Riley roncando. Yo tenía la cabeza apoyada sobre su pecho como la noche anterior, me sujetaba de la cintura con un brazo, y roncaba muy fuerte en mi oído. Cada ronquido era como un pequeño martillo neumático dentro de mi cabeza. Me arrepentía de haber bebido. Intenté soltarme de su agarre, haciendo lo posible para no despertarlo. Quité su brazo de mi cintura con suavidad y salí de la cama lo más rápido que pude, lo que solo consiguió que una oleada de náuseas me invadiera. Oí que Riley emitió una especie de gruñido, seguido del sonido de unas sábanas moviéndose. Supuse que se había dado la vuelta para acaparar el resto de la cama.
Miré el reloj. ¡Mierda! ¡Ya eran las 9:30! El entrenamiento comenzaría dentro de media hora. Salí corriendo hacia el baño de al lado, solo para volver a sentir que me dolía la cabeza. No debería haber bebido la noche anterior, ahora tenía el estómago revuelto. Corrí al baño y vomité todo lo que me quedaba en el interior. Me sentía mejor y miserable al mismo tiempo. Me seguía doliendo la cabeza y tenía náuseas, pero también hambre. Pensé que una ducha rápida me ayudaría al menos a calmarme.
Tomé una ducha fría porque todos en la manada ya habían agotado el agua caliente esta mañana. Después, me puse a toda prisa un sujetador deportivo, unos pantalones cortos, una camiseta de tirantes y me recogí el cabello en un moño desordenado. Como iba a entrenar duro con la manada, me vestí para estar cómoda y no para lucir bien. Regresé a la habitación, y encontré a Riley despierto y abrazando a Evangeline, que ya estaba despierta.
“Se despertó llorando, así que la cargué para que se tranquilizara. Me palpita la cabeza. Recuérdame no beber durante un tiempo, ¿vale?”, susurró Riley mientras mecía a Ev en sus brazos. Le sonreí y tomé a mi hija, ¿o debería decir nuestra hija? Decidí no pensar en esto por ahora.
“Deberías ducharte y vestirte rápido porque tenemos que bajar en unos quince minutos para entrenar a la manada. Te esperaré en la cocina mientras le doy de comer a Ev. Date prisa”. Asintió y se inclinó para darme un beso rápido. Fue agradable, pero nada maravilloso. Mi est*pido vínculo de compañeros me impedía comprometerme con Riley por completo como él se merecía. Tal vez con el tiempo disminuiría y llegaríamos a ser una pareja de verdad. Después de todo, era un gran chico y merecía ser amado como él me amaba a mí.
Sentí los ojos de Riley sobre mi espalda mientras me alejaba, por lo que me di la vuelta y lo regañé en broma. “¿Sabes? Es de mala educación mirar fijo a alguien”.
“No puedo evitarlo, eres demasiado hermosa. Además, ¿por qué estás vestida así? ¿Tratas de matar a todos los chicos de la manada de la impresión? Porque eso acentúa todas tus curvas y humm… atributos”, afirmó con descaro.
“¡Los hombres solo pensáis con vuestra ‘otra’ cabeza!”, respondí en broma, refiriéndome a la cabeza que no estaba sobre sus hombros.
“Bueno, entonces, ¿estaría mal que te pidiera que me masajearas la cabeza?”, respondió jugueteando.
“¡Cuidado con lo que dices! ¡Hay una niña presente!”, dije, cubriendo uno de los oídos de Evangeline con mi mano libre.
“¿Qué? Solo estamos hablando de las cabezas sobre nuestros hombros, ¿o no, Cass?”. Sonrió.
Sacudí la cabeza ante su inmadurez. “Recuérdame por qué anoche acepté estar con un i-d-i-o-t-a inmaduro como tú”. Comenté, deletreando la mala palabra por si mi Ángel intentaba repetirla.
“Porque me amas como soy, inmaduro y todo”, dijo con seguridad.
“¿Estás seguro de eso?”. Ahora era mi turno de sonreír.
La sonrisa de Riley tembló un poco. Me di la vuelta y continué por el pasillo hacia las escaleras. “¿Qué significa eso?”, gritó detrás de mí. Tan solo reí en respuesta. Escuché las protestas de Riley mientras bajaba por las escaleras, pero lo ignoré.
Todavía no sabía lo que sentía por Riley. Me gustaba, pero ¿este gusto podía convertirse en algo romántico? Era mi mejor amigo y no quería arruinar nuestra amistad. ¿Por qué no había pensado en esto la noche anterior? Era demasiado difícil decirle que no. Tenía la cara de un cachorro rogando ser adoptado, ¿cómo podría decirle que no? Lo menos que podía hacer ahora era darle una oportunidad a nuestra relación. ¿Qué daño podría hacer?
Cuando entré en la cocina, me encontré con una escena bastante inquietante. Mi hermana y mi compañero se estaban con pasión besando frente a la nevera. Briella tenía las manos alrededor de su cuello y él estaba sujetándola de los brazos. Debía admitir que dolía verlos así, incluso después de todo lo que había pasado, pero iba a tener que superarlo si me iba a quedar aquí un tiempo. Entonces, me aclaré la garganta. Al menos esto llamó su atención y se separaron. Briella actuaba presumida, casi como si hubiera esperado que la atraparan, mientras que Damen parecía culpable y sorprendido. De seguro no esperaba que lo atrapara su compañera. Sin embargo, ¿por qué me importaba si estaban juntos? Él era libre de estar con quien quisiera.
“No os preocupéis por mí, solo vine para prepararle el desayuno a mi hija y a mí. Os veré en el patio en diez minutos”, les dije, haciendo que mi voz sonara indiferente.
“Como sea”, dijo Briella con su voz nasal mientras masticaba un chicle con la boca abierta. Luego se dirigió a la puerta trasera. Madre mía, ¿qué llevaba puesto este día? Otro par de pantalones cortos que parecía ropa interior y un sujetador deportivo que, de alguna manera, había alterado para que mostrara aún más escote. Ni siquiera llevaba una camiseta normal o una sin mangas que le cubriera el sujetador.
Caminé a la nevera y tiré de la puerta, asegurándome de golpear a Damen, que se había quedado de pie boquiabierto como un pez. Saqué el zumo de naranja para mí, leche para Ev y fresas para las dos. Mientras comenzaba a cortar las fresas, Damen seguía de pie observándome. De repente, golpeé el cuchillo contra la mesa, haciendo que se sobresaltara. “Me estoy hartando de que me mires tanto, así que eres libre de irte cuando quieras”, dije irritada.
“No es lo que crees…”. Comenzó a hablar, pero lo interrumpí.