Capítulo 48
977palabras
2022-12-15 17:15
Al cabo de unos minutos, Cassidy por fin subió. Para entonces, ya había vestido a Evangeline, había dejado un rastro de agua en dirección a su cuna y me había quitado la camisa porque este angelito la había empapado. No tenía duda alguna de que iba a ser un poco difícil lidiar con ella cuando creciera.
“Ella era Briella, ¿verdad? ¿Era tu hermana?”. le pregunté después de que se había acostado en la cama junto a mí. Se había acurrucado a mi lado con la barbilla sobre mi pecho. Se sentía muy bien estar con ella de esta manera.
“Sí, Ri. Siento mucho que el destino haya sido tan cruel como para emparejaros”, dijo mientras deslizaba sus dedos sobre mi pecho, dejándome con la piel de gallina dondequiera que nuestra piel se tocara.
“¿Por qué no pudimos ser compañeros tú y yo, y Damen y ella ser compañeros? Eso habría hecho todo mucho más fácil…”, dije en voz baja. No esperaba que me diera una respuesta. “Me gustaría que fueras mi compañera”, admití. Tenía que decirlo en voz alta al menos una vez en mi vida. Creía que ella ya sabía lo que sentía, pero de todos modos me sentí bien al decirlo.
“Lo sé. Yo también…”. Se quedó en silencio.
“¿Pero?”, pregunté.
“Pero creo que somos demasiado parecidos para que lo nuestro funcione… Quizás hay una razón por la que no fuimos emparejados”. Suspiró. No me atreví a responderle. ¿Tenía razón? ¿De verdad no estábamos destinados a estar juntos? ¿El destino esperaba que terminara con la p*ta de mi compañera? Dudaba mucho que esto pasaría.
Después de un momento en silencio, no pude seguir pensando en todas estas preguntas hipotéticas. Entonces, me levanté sin previo aviso. “Vamos”, dije, extendiendo mi mano para que la tomara. “Pasaremos la noche fuera de este lugar. Ambos necesitamos un poco de aire fresco”.
Tomó mi mano y se puso de pie. “¿A dónde iremos?”, preguntó.
“Al club, pero esta vez iremos para beber y bailar, no para trabajar”, expliqué mientras la sacaba de su habitación y la llevaba por el pasillo. Necesitaba beber para quitarme el estrés que me provocaba mi compañera. Necesitaba emborracharme ahora mismo.
“Quizás deberías ponerte una camisa primero, cariño”, me recordó.
‘‘Esa sería una buena idea, ¿no crees, Riley?’, me dije a mí mismo. “Claro, una camisa”. Me detuve y me di la vuelta para regresar a su habitación y buscar una. Después de que encontré una camisa que ponerme, continuamos nuestro camino hacia el club para pasar una noche de diversión. Le pedimos a un chico pelirrojo, al que Cassidy llamó Charlie, que cuidara a Evangeline por nosotros.
Cuando atravesamos la puerta, una voz nos gritó: “¿A dónde creéis que vais?”.
“Afuera”, fue todo lo que dijo Cassidy mientras subíamos al coche que su madre nos había prestado. Me parecía que había sido su compañero porque ella pareció enfadarse de inmediato. Solo había visto que se pusiera así cuando era algo que tenía que ver con él.
El viaje comenzó en silencio y, en realidad, lo estaba disfrutando. No obstante, Cassidy comenzó a hablar. “Así que…”.
“¿Qué?”, pregunté con desgano.
“¿Qué planeas hacer?”. Parecía nerviosa al hacerme esta pregunta.
“¿Sobre qué?”. Me hice el tonto en un intento de evitar el tema, pero era obvio que ella se dio cuenta de lo que trataba de hacer.
“Sobre el hecho de que hueles como un hombre lobo”, respondió con sarcasmo. “¿Qué planeas hacer con tu compañera? ¿De qué más podría estar hablando?”, preguntó con rudeza.
Me puse tenso. Mi lobo salió a la superficie en cuanto escuchó que mencionaron a su compañera. Tal vez él no le tenía tanto aprecio, pero de todos modos actuaba de forma protectora con ella, como lo haría un compañero normal. A veces, pensaba que era bipolar, pero supuse que este era su modo de ver las cosas. Estaba hecho para amarla y este sentimiento no desaparecería de la noche a la mañana. Mi lobo, aunque había salido a la superficie, no luchó conmigo por tomar el control, pero sí tuve que luchar contra el impulso de transformarme, así que me aferré el volante con toda la fuerza que pude y me concentré en respirar. “Creo que tendré que rechazarla, ¿no crees?”, dije entre dientes.
“¿Quieres hacerlo? Tal vez puedas hacer que cambie su forma de ser”, sugirió.
Por mucho que no quisiera hablar de este tema, parecía que me iba a obligar, así que supuse que ahora era un momento tan adecuado como cualquier otro. Más vale pronto que tarde, ¿no? “Es que ella no es como imaginé que sería mi compañera. Es grosera, indiferente, una chica fácil y apesta. Su aroma natural era algo parecido a las fresas, pero ese horrible perfume que usaba la hacía oler a podrido. Además, ¿viste la ropa que usaba? ¿No tiene ningún respeto por sí misma? Y luego está la peor parte”, dije adolorido. “Cuando estábamos en la cocina, pude oler el aroma de cinco hombres diferentes en ella…”.
Extendió la mano y me frotó el brazo. Mi lobo pareció calmarse un poco ante este gesto reconfortante, así que aflojé mi agarre sobre el volante. “¿Qué quiere tu lobo?”, preguntó.
Era una buena pregunta. “Parece confundido. Quiere estar con ella, pero creo que no puede ignorar a todos los hombres con los que se ha acostado. Creo que quiere que yo decida…”.
“Entonces, ¿crees que vas a rechazarla? ¿O quieres hablar con ella al respecto?”, preguntó con timidez.
Suspiré. “Si hablo con ella, solo empeoraría las cosas. Creo que, la próxima vez que la vea, la rechazaré y trataré de seguir adelante con mi vida”. Le mostré una pequeña sonrisa mientras llegábamos al club. Tal vez había acelerado un poco mientras conducía… Bueno, había acelerado mucho… “Entremos, quiero olvidar todo por una noche y divertirme un poco”, dije mientras le tendía el brazo.