Capítulo 8
888palabras
2022-12-14 18:41
Punto de vista de Cassidy
Me di la vuelta poco a poco. El lobo parado detrás de mí era negro en su totalidad. Me sorprendieron tres cosas de él. Primero, sus ojos lucían muy humanos y eran de un color azul cielo. Segundo, no me estaba amenazando, solo me estaba dando a conocer su presencia. Tercero, lo rodeaba un aura de poder, casi como el que tendría un Alfa. Sin embargo, no existían Alfas renegados y estaba segura de que él era un renegado. Se notaba por su olor porque los renegados tenían un aroma único que solo podía describirse como a perro sucio. Tal vez sí era porque estaban sucios, pero era más como un olor a suciedad que quemaba un poco dentro de la nariz. De seguro yo olía así ahora, perfecto.
El lobo frente a mí se transformó a su forma humana. Aparté la mirada porque no quería ver el miembro desnudo de un extraño. Una ventaja de ser una hembra metamorfa era que éramos más bajas que los hombres, así que quedábamos a cierta altura de ellos cuando se transformaban. Aunque lo de “ventaja” era sarcasmo.
Escuché al hombre ponerse un par de pantalones de deporte y luego arrojó algo en mi dirección. Volví a mirarlo, salté lejos de lo que sea que me había arrojado y le lancé un gruñido de advertencia.
“Tranquila”, me dijo. Abandoné mi posición de ataque y miré lo que me había dado. “Es solo una camisa y pantalones, no tienes que ponerte a la defensiva. Ahora, transfórmate”.
Me reí con burla. Como si fuera a transformarme solo porque un extraño me lo había pedido. Pensé en buscar una oportunidad para escapar, pero me habló como si hubiera sentido que iba a tratar de correr. “Si corres, te atraparé, cariño. Ahora, no me hagas pedírtelo de nuevo”. Esperó a que me moviera, pero no lo hice. “Bien, como quieras. ¡Transfórmate!”, me ordenó con su voz de Alfa. ¡M*erda! Ni siquiera mi loba pudo negarse a seguir sus órdenes. Los Alfas tenían una voz que podían usar sobre los demás para que los obedecieran. Solo podían tener acceso a esta habilidad cuando tomaban el control de la manada de sus padres.
Caminé hacia los árboles, arrastrando la camisa y los pantalones que me había entregado. Me transformé a mi forma humana y cogí mi bolso, que todavía llevaba conmigo. Salí de detrás de los árboles y miré al misterioso Alfa frente a mí, que estaba de pie con los brazos cruzados frente a él, observándome. Sus músculos se contraían con cada movimiento. Su largo cabello rubio caía sobre sus ojos muy azules y sus pantalones de deporte colgaban demasiado debajo de sus caderas. Parecía tener la edad suficiente para ser mi padre, por lo que no lucía tan atractivo como si hubiera sido de mi edad. ¡Si tan solo hubiera sido más joven!
“¿Fue difícil?”. Me sonrió. “Me llamo Logan, ¿y tú?”. Asintió en mi dirección.
“¿Para qué quieres saber mi nombre? ¿Qué es lo que quieres?”. Estaba siendo grosera, pero a la Luna en mi interior no le gustaba que le dieran órdenes.
“Bueno, quería saber el nombre de la renegada tan especial que acabo de conocer. En cuanto a lo que quiero: nada. Es solo que es raro encontrar a otro renegado que todavía sea humano y mucho menos una mujer. Además, eres nada más y nada menos que una metamorfa”. Sonrió de nuevo. ¿Cuál era su problema? ¿Tenía algo en mi cara? Las personas arrogantes me sacaban de quicio.
“Cassidy… Me llamo Cassidy. Ahora, tú tienes que responder una de mis preguntas”. Asintió y me indicó que continuara. “Si eres un Alfa, ¿qué haces aquí? ¿Dónde está tu manada?”.
“Bueno, en teoría, son dos preguntas, pero responderé de todos modos. Sí, soy un Alfa, pero me convertí en un renegado después de que mataron a toda mi manada. No sucumbí ante mi lobo porque lo mantuve inactivo desde que mataron a mi compañera junto al resto”. Llevé mi mano a mi boca y jadeé. Era sorprendente que hubiera sobrevivido a la muerte de su compañera. La mayoría de los lobos que perdían a sus compañeros morían poco después. Luego continuó: “Ahora, Cassidy, ¿alguna vez has oído hablar de El renegado?”.
Asentí. “Se supone que es el renegado más fuerte que existe, nadie se mete con él. ¿Por qué preguntas?”.
“Bueno, lo estás viendo justo ahora”. Se señaló a sí mismo. ¡M*erda, m*erda, m*erda, m*erda! ¡Iba a morir en este lugar! ¿Cómo había podido ser tan est*pida como para transformarme y quedarme indefensa?
“Cálmate, no voy a matarte. Solo mato a los renegados que se vuelven ‘malos’. Ya sabes, los que matan a cualquiera solo por matar. Desde que acabaron con mi antigua manada, mi misión ha sido matarlos a todos o al menos intentarlo, o morir en el intento”.
Dejé escapar un suspiro. “¡Oh, me alegra oír eso! Pensé que iba a morir. Acabo de dejar a mi manada”. Apreté mi pecho, tratando de tranquilizar a mi corazón.
“¿Por qué no seguimos con esta conversación en mi casa?”.
“¡¿Tienes una casa aquí afuera?!”, pregunté medio gritando.
“Humm, sí. No puedo estar siempre en mi forma de lobo. Se vuelve agotador después de un mes”. Se rio entre dientes y me indicó que lo siguiera, lo cual hice.