Capítulo 30
1637palabras
2022-11-14 11:42
Mientras tanto en Lúa Dark dentro del castillo Stoker, el maestro Omega Marcus Dimitri había sido llamado por el rey Vlad al auditorio de guerra, llegó sin decir nada y acomodándose sus largos y lacios cabellos oscuros, que se pegaban a su rostro como si estuvieran sosteniéndolo, se sentó para saber el motivo de su llamado.
-Maestro Omega Marcus Dimitri, ha sido llamado para aclarar su responsabilidad en los hechos denunciados por la Princesa, que declara que abandonó a su escuadrón en pleno combate, en el altercado suscitado con Daro`s el milenario, donde resultaron heridos los maestros Omega Corzo Brigante y Yamil Angen; ¿Cómo se declara de los cargos?
Le pregunta el rey Vlad al acusado en aquella especie de corte marcial, que se desarrollaba en el auditorio de guerra del castillo Stoker, según los reglamentos que regían a aquella sociedad de vampiros, amantes de las disciplinas militares.

-Me declaro culpable, su excelencia.
Dijo el acusado poniéndose de pie, provocando rumores entre los asistentes a la ceremonia.
-Muy bien. –dice inquisitivo el rey Vlad. -Declarado culpable se omite la presentación de pruebas y testimonios en su defensa, ahora; ¿Podría explicar satisfactoriamente a los presentes? El motivo por el cual no ayudó a sus compañeros en el altercado con Daro´s, el milenario, conocedor de su peligrosidad.
-¿Y además, sabiendo perfectamente que el agresor, era el mismísimo Rey de los dragones?
-Porque consideré primero mi deber poner a resguardo a la Princesa, al ver como el maestro Omega Corzo Brigante caía fulminado por el ataque de los ojos del dragón y conocedor de la peligrosidad del enemigo, consideré también que los maestros Omega Yamil y Zeth lo derrotarían fácilmente, de haber calculado que se les iba a escapar tras su decepcionante ataque, les hubiera dejado el resguardo de la Princesa a ellos, y yo mismo hubiera despedazado al Rey de los dragones sin sufrir daño alguno, me declaro culpable por haber calculado mal las habilidades de mis compañeros, y considerar que ellos solos podrían derrotar al enemigo.
Una ensordecedora multitud estalló rompiendo el sepulcral silencio en aquel impresionante auditorio de guerra.

-¡TAP, TAP, TAP!
Se escuchaba el golpeteo del martillo sobre el estrado, tratando de acallar los gritos y discusiones de aquella multitud, al escuchar la declaración del acusado.
-Se le acusa también de desobedecer una orden directa de la Princesa, que le indicó que se sumara a sus compañeros en el ataque contra el dragón; ¿Cómo se declara del cargo? –le pregunta el rey Vlad siguiendo el desarrollo del juicio.
-Me declaro inocente. –contesta Marcus provocando una nueva ola de discusiones. -La Princesa solo me comentó que debería estar ayudándoles a mis compañeros. 

-Y enseguida me ordenó que la ayudara a buscar al maestro Omega, Corzo Brigante, que había caído fulminado, yo tuve que escoger entre un comentario y una orden, así que obedecí la orden e hice caso omiso del comentario, lo que hace que la acusación de la Princesa sea falsa, su majestad.
Y una vez más estallaron las voces entre los presentes, siendo acallados otra vez por el continuo golpeteo del martillo del juez Vlad que presidía aquella ceremonia de justicia oscura.
-Pues bien. –dijo el Rey. –Como tenemos en su contra el testimonio de la Princesa, quedará arrestado en lo que los demás maestros Omega, incluidos los heridos dan su veredicto, y esperará en las mazmorras el resultado de la votación.
Escuchando esto el maestro Omega Marcus Dimitri, se dirigió hacia el frente del estrado, donde ya estaba siendo esperado por 8 guerreros Beta vestidos de blanco, quienes lo escoltarían hasta las mazmorras donde esperaría el fallo del jurado, la princesa Lilth lo miraba burlona desde el estrado al lado de su padre, y Dimitri al pasar la miró con una sonrisa cínica, guiñándole un ojo como regresándole la burla; Lilth al ver su gesto dejó de sonreír cuando aquel grupo de guerreros salían de la estancia.
Y mientras se desarrollaban estos hechos en el castillo Stoker, en otra parte de Lúa Dark, muy cerca de las Montañas de la Muerte, un par de ojos en la oscuridad volteaban al cielo, extrañados al escuchar también aquellas palabras en verso que le llevaba el viento; Valek Deinal, un vampiro humano desprovisto de nobleza y de entrenamiento militar, practicaba él solo sus artes de guerra.
Su cuerpo alto y delgado le proporcionaba una velocidad sorprendente muy por encima de los demás vampiros, unos grandes ojos ávidos de conocimiento hacían de él alguien sumamente curioso, al escuchar aquellas frases en el viento, suspendió su solitario entrenamiento y poniéndose una levita oscura, de un salto subió a un árbol y de otro más saltó al cielo extendiendo sus alas de demonio, quedando suspendido mientras oteaba el horizonte, tratando de ubicar la procedencia de aquella voz que parecía venir de algún lugar en específico, le pareció tener una referencia y a la velocidad de las sombras se dirigió hacia el Sur, en unos cuantos minutos alcanzó los límites de la muralla, el autor de la voz que llevaba el viento estaba aún mucho más allá, una luz proveniente de las torres de vigilancia que custodiaban la muralla le indicó que lo habían visto, y aunque no le importaban las reglas, no se atrevió a cruzar por temor a que lo castigaran negándole su participación en el próximo torneo de artes marciales del reino, cada cierto tiempo se llevaba a cabo un torneo, donde los guerreros más hábiles y calificados, desafiaban a los maestros Omega para obtener el título de campeón, además del rango de maestro Omega y la inmunidad contra los rayos solares y así, aquel ágil vampiro desprovisto de rango, decidió que era mejor regresar, olvidarse de aquellas palabras en el viento y continuar con su solitario entrenamiento.
En las faldas de las Montañas de la Muerte yacía un condado siniestro; Nosferália, donde tétricas calles y avenidas con casonas y edificios al estilo rumano, en una ciudad enorme que en vez de escuelas. 
Tenía barracas donde se entrenaban en las artes de la guerra seres no naturales, preparándose para las constantes batallas que tenían que librar contra el ejército tecnológico de los no muertos de Alcalá, una ciudad que en vez de centros comerciales, tenía grandes fábricas operadas por siniestros artesanos, que eran utilizadas para la construcción de armas pesadas, con dispositivos mecánicos como ballestas y catapultas que eran utilizadas en batalla, una ciudad que en vez de hospitales tenía grandes galeras, que eran utilizadas para la recuperación de los heridos en batalla, una ciudad que en vez de iglesias tenía grandes castillos oscuros y tenebrosos donde se desarrollaban técnicas mágicas, aunque las calles lucían limpias y bien trazadas como si un arquitecto las hubiera diseñado, con adoquines y el aspecto normal de una antigua comunidad europea, pero no como una antigua aldea medieval, sino como una ciudad al estilo europeo del siglo XVIII, iluminada con antorchas y pebeteros de algún tipo de aceite combustible que llenaba de siniestras sombras cada rincón de aquella tétrica urbe, donde animales nocturnos, como cancerberos en vez de perros, lamias, en vez de gatos, arpías y gárgolas en vez de palomas y gorriones, pandillas de vampiros humanos, licántropos y varias razas no naturales que habitaban la ciudad, en el centro de entrenamiento del castillo Stoker, se preparaban los guerreros vampiros, seleccionados por linaje para recibir el entrenamiento para acceder al honor de pertenecer a las guardias reales, donde un largo entrenamiento en todo tipo de artes de guerra regido por rangos ascendentes, desde el mensajero Alpha. 
Hasta el maestro Omega, convertía la vida de jóvenes vampiros y vampiras en un agradable suplicio, que los hacía sentirse orgullosos de pertenecer a dichos clanes, el mensajero Alpha era el principiante, el maestro Omega era aquél que había superado todas las pruebas, obteniendo a la vez el privilegio de ser inmune a los rayos solares, convirtiéndolos así en guerreros diurnos, que suele ser la quimera de todo vampiro conocido, entrenamiento al cual no tenían derecho los habitantes de Nosferália, ciudadanos considerados de clase baja, por haber sido derrotados en algún momento por los humanos.
Como era el caso de Valek Deinal.
Cada cierto tiempo se desarrollaba un torneo de artes marciales, donde los finalistas desafiaban a los Omega para obtener el título de campeón, el rango de maestro Omega y el sueño de convertirse en guerrero diurno; Marcus Dimitri, un poderoso guerrero vampiro de impresionante musculatura ostentaba el título de los 6 últimos torneos, convirtiéndolo así en el comandante supremo de las legiones no naturales de Lúa Dark, pero ese año el torneo había concedido nuevas reglas y mejores premios, el rey Vlad había decretado el derecho a los derrotados de participar, desafiando por etapas a las diferentes clases de guerreros, sin importar raza ni rango, dándole así la oportunidad a guerreros como Valek Deinal a subir su rango y dejar de pertenecer a las clases bajas, todo esto a consecuencia de que en los últimos 10 torneos, ninguno de los 8 maestros Omega había sido derrotado, a sugerencia de su hija, la bella chica vampiro de ojos orientales, como premio extra, al ganador de ese año se le concedería el honor de ser su guardia personal, convirtiéndose éste en el principal objetivo de muchos jóvenes guerreros que admiraban a la bella Princesa, muchos quedaban obsesionados de su increíble belleza y del encanto de sus ojos orientales, como Valek Deinal que más que obtener el rango de maestro Omega del reino, lo hacía por estar cerca de ella, ya que una extraña fijación que tenía por la Princesa desde la primera vez que la vio estando de espectador en un torneo, hasta que se le dio la oportunidad de participar en uno, pensó que era la única oportunidad que tenía de estar cerca de ella, ya que no se la podía quitar de la cabeza.