Capítulo 19
2694palabras
2022-11-14 10:11
Unas horas antes de aquél atribulado día; Yurik buscaba en el sitio de la batalla los restos de los guerreros caídos y nada, no había tales.
-Pero… ¡Si yo los vi caer cuando se desarmó el tornado! ¿Dónde se habrán ido?
Pensaba al no encontrar rastros de los enemigos, después de alejarse del sitio de grandes pastizales.
Donde se había desarrollado la batalla, encontró una cueva y se internó en ella, no era muy profunda y le pareció un buen lugar para ocultarse, temía tener que librar otra batalla y que ésta vez fuera de noche, ayudado con su hacha cortó algunas ramas para hacer una fogata, y en la parte más profunda de aquella cueva se acomodó lo mejor que pudo, lamentándose por lo que había sucedido, y lamentando también el hecho que desde donde estaba, no podría ver el cielo de noche y platicar con la estrella solitaria, que le dijo que cada vez que pudiera ver las estrellas, velaría su sueño, tenía tantas cosas que contarle y otras tantas que preguntarle, ante la fogata sacó la espada para observarla detenidamente, aún estaba impresionado por la tremenda fuerza que le había demostrado, todavía no aceptando del todo la inverosímil manera de cómo la hizo funcionar y de cómo le salvó la vida.
-¡Así que te activas con la señal de la cruz! –pensaba. -Si funcionas así, la santísima trinidad es una de mis creencias, entonces: ¡Dios existe! Pero; ¿Por qué lo había olvidado, acaso fui ateo en mi realidad? ¿No creía en él? O tal vez nada más no estaba muy convencido, Entonces… ¿Por qué en éste mundo extraño si existe?
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Recordó las palabras de la estrella solitaria.
-¡Demonios! –dijo persignándose arrepentido. -Ahora entiendo; ¡Lo había olvidado! Porque yo no creía en Dios, no formaba parte de mis fantasías.
-Y en este mundo donde solo estoy recordando fantasías y olvidando realidades; ¡Mi corazón recordó las creencias que le fueron sembradas por mis padres y mis otros parientes, me acordé de Dios porque mis seres queridos lo dejaron sembrado en mi corazón desde que era un niño! ¡Vaya! –respiró contento. -La estrella tenía razón y yo estuve tanto tiempo equivocado; ¡Dios existe! Todos tenían razón; ¡Jesucristo y todos los santos son reales y son los que le dan el poder a la Espada del Destino! Por fin encuentro la lógica a las preguntas que no tenían respuesta a en mi vida.
La noche terminó de caer y tan sólo se escuchaba el canto de los grillos, el viento y el croar de las ranas en aquél valle llovido y Raiza, buscaba y buscaba por el extenso valle de Mirídia, lanzando un sonido agudo y bello, nada estridente, como si fuera una nota musical que se llevaba el viento, como un canto celestial, esa era su manera de llamarlo.
Mientras tanto, el negro manto de la noche satinado de estrellas cubría el Valle de las Flores, y Luz de Media Noche salía de su flor; Rayito de Cristal que era otra de las hadas que vivían en el valle le dijo.
-Lucecita, volvió a susurrar el viento y ésta vez no habló de tristes campanitas inoportunas, habló de un sentimiento, de un amor en forma diferente al que conocemos.
-¿Recuerdas lo que dijo el viento? -preguntó ansiosa Luz de Media Noche.
-No todo. –le contestó Rayito de Cristal.
-Pero te aseguro que en cuanto me desocupe lo escucharás completo.
Al escucharla Luz de Media Noche se despidió y salió como todas las noches a cumplir con su propósito, claro, esperanzada en encontrar también al autor de aquellas palabras en verso que se llevaba el viento, se dirigió al Sur porque de esa dirección provenía el viento que llevaba poesía, dejó rápidamente atrás el Valle de las Flores con dirección a los Montes Lunares y después de sobrevolar los lagos, cruzó el peñasco que semejaba el cuerno de un rinoceronte, que caracterizaba a aquel punto de la serranía y al llegar a la Pradera Marina, fue cuando pudo ver a B’eila.
-¡Amiga, dime! ¿Has visto al humano?
Le pregunta Luz de Media Noche a B’eila y la estrella le contesta.
-Ésta noche no; Luz de Media Noche, yo también lo busco, es que han pasado tantas cosas que me siento muy preocupada por él.
-Y; ¿Podrías decirme algo más de él, querida amiga? –le pregunta el hada a la estrella.
-Uff, si yo te contara, por las noches toca un instrumento musical que él llama armónica, al tocarlo empieza a hablar en palabras mágicas, diciendo cosas tan bonitas y tan tristes que se sienten en lo más profundo del alma, una noche estábamos hablando de una estrella de 5 picos y que uno de los picos se rompió.
Y me contó en su increíble manera de decir las cosas eso que le lacera el alma y que al parecer había olvidado.
-Yo también lo escuché; B’eila, en verdad fue tan triste que ya no pude volar y tuve que regresar al valle mucho antes que de costumbre, pero dime; ¿Dónde lo viste?
-Espera; Luz de Media Noche, tengo que decirte algo de verdad asombroso de nuestro amigo el humano, ahora es el poseedor de la Espada del Destino, y la última vez que lo vi fue cerca del Bosque de Eoz, me dijo que iba a visitar el Valle de Mirídia.
-Mmm; ¿Dices que tiene la Espada del Destino? Eh oído algunas historias sobre ella, se dice que es muy poderosa y que nunca jamás nadie la había obtenido, ni dios ni titán, ni demonio, ni colosos, ni dragones y ahora la tiene uno de los humanos, ¿Qué cosas tiene el Señor Destino no crees? –dice el hada muy extrañada.
-Yo aún me resisto a creer que nuestro amigo el humano, haya derrotado al guardián de las entradas y a los tornados de Mirídia en un solo día. –dice la estrella.
-¡Así que derrotó a Onél y al ejército de Mirídia en un día! Hacer cualquiera de esas dos cosas podría ser la quimera de cada uno de los guerreros de Fíria, entonces debe de ser un poderoso monstruo o dios guerrero que acabará por destruirnos a todos. –comenta el hada.
-No lo creo amiga, no es ninguno de esos, tan solo es uno de los humanos, yo he platicado con él y velado su sueño.
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-Parece tan frágil y aunque es un hombre casi a la mitad de su existencia, tiene una mirada de niño que causa ternura nada más de verlo.
-Quiero conocerlo B’eila, así que entraré al Bosque de Eoz y lo encontraré, te contaré cualquier cosa que suceda.
Y diciendo esto; Luz de Media Noche bajó hacia la Pradera Marina, entrando al Bosque de Eoz e internándose en sus penumbras, rápidamente lo cruzó sin novedad y salió al Valle de Mirídia, pensando en dirigirse a la ciudad pero escuchó a lo lejos el canto de Raiza, quien al punto de la medianoche aún seguía buscando al caballero poderoso y tan temido por su gente, el hada al verla se acercó a ella y la llamó, saludándola y preguntándole:
-¿Qué buscas ángel nocturno?
Y Raiza, al ver a la pequeña hada a la altura de sus ojos, le contestó sonriéndole.
-Hola pequeña hada, busco a un lindo caballero que está perdido y de seguro asustado y herido, estoy muy preocupada por él, soy Raiza de Mirídia y uno de nuestros tornados lo atacó, tal vez dejándolo mal herido.
-Tal vez buscamos a la misma persona ángel nocturno, el caballero que yo busco viene del mundo de los humanos, tiene magia en la voz y dice las palabras tan parecidas que suenan iguales, contando historias de tristeza y amor, palabras que el viento lleva hasta el Valle de las Flores, cada noche y a veces por las mañanas.
-¡Debe de ser el mismo y no sabía que era uno de los creadores! Él fue el que me dijo que el amor es como un susurro del viento de la manera que nunca lo había escuchado, de la manera que solo mi lindo caballero vagabundo me lo puede decir.
Y así, hablando de él mientras lo buscaban y tratando de recordar los susurros que el viento les había llevado, platicando también de las cosas que B’eila le había contado, se les fue la madrugada y las sorprendieron los primeros rayos del Sol.
-Ups; ¡Tengo que regresar al Valle de las Flores, amiga! –Dice Luz de Media Noche.
-¡Pues apresúrate porque ya casi amanece! Y yo tengo que seguir buscándolo. –dice Raiza.
Y así, se despidieron mutuamente y cada una emprendió el camino hacia sus destinos, Luz de Media Noche se internó en el bosque de pinos y Raiza continuó buscando y llamando, hasta que algo en el viento le llevó un olor a humo.
-¡Es él! ¡El usa fuego para calentarse! Entonces no es un elemental de fuego, si es uno de los humanos entonces es de carne y sangre y por lo tanto siente el frío.
Y guiada por el olor de aquél humo en el viento llegó a la cueva.
-Debe de estar ahí dentro –pensó. -Le llamaré; ¿Cómo dijo que se llamaba? ¡No lo recuerdo! Caballeroooo, caballero del otro mundooo; ¿Está usted ahí?
Y así, la angelical vocecita de Raiza llenó cada uno de los rincones de aquella oscura cueva.
Haciendo un eco musical que llegó a sus oídos despertándolo sobre saltadamente.
-¡Reina mía! ¿Eres tú, acaso es tu dulce voz la que llega a mis oídos, dónde estás? ¡Hazte visible que otra vez no puedo verte!
Dice ansioso y al escucharlo con una iluminada sonrisa, la chica le contestó:
-Estoy aquí, mi lindo caballero, venid, que yo no puedo entrar.
-¡Voy, Espera!
Dijo gritando y apenas tratando de peinar sus desarreglados cabellos, al fin salió de la cueva, la chica al verlo salir no pudo controlar un impulso de alegría al verlo ileso y lo abrazó colgándosele del cuello, abrazo al que éste respondió con la misma fuerza diciéndole.
-Mi linda Reina que gusto volver a verte, créeme que con todo lo que hoy me ha pasado, creí que nunca más lo volvería a hacer y tienes mucha razón, la Espada del Destino es muy poderosa, imagínate, me atacó un ejército que se convirtió en un tornado y sin ella no te lo estaría contando.
-Si mi caballero, lo sé todo, lo que os atacó fue mi gente, los guerreros del viento de Mirídia.
-¿Tu gente? –preguntó azorado. -Pero… ¿Por qué? ¿Acaso es territorio prohibido o sagrado? ¿Y por qué me atacaron así? No debieron, digo, yo no sé cómo sean las cosas en Fíria, pero en la Tierra; ¡Todo enemigo tiene derecho a una declaración de guerra antes de ser atacado! ¿Acaso eran los malos?
-¿Por qué tan cálida bienvenida de tu pueblo mi querida Reina?
-¡Ya os dije que no soy Reina! –le dice Raiza aclarando. -Muy apenas una Princesa con dos hermanas mayores que serán Reinas antes que yo, y dos menores que lo serán después que yo y vengo a darle un mensaje de mi padre, el rey Coballo de Mirídia que dice que no os atacará más si vos regresáis por donde vino, yo lo convencí de que me dejara hablar con vos, para advertiros que solo ha derrotado a una parte del gran ejército de mi pueblo, yo no quiero que le pase algo o salga malherido, así que será mejor que se aleje de Mirídia.
-¿Me pides que me aleje cuando lo único que me trae aquí eres tú? –dice Yurik con acento definitivo. -Pero está bien, si tú me lo pides entonces obedeceré sin protestar, me iré y te prometo que nunca jamás vas a saber de mí, pero solo te pondré una condición mi querida y bella princesa de Mirídia.
-Dígame su condición caballero y le aseguro que sí está en mis manos se la concederé.
-Muy bien Raiza Vin de Mirídia. –dijo muy seguro de sí mismo. –Mi condición es que mirándome a los ojos, me digas que nada sientes por mí y quieres que me vaya.
Y Raiza mirándolo de frente y acercándose un poco le dijo:
-Usted sabe que yo no puedo pedirle eso; ¡Por favor no me pida eso! Sería una gran mentira y los ángeles de Mirídia no sabemos mentir.
Y Yurik, esbozando su acostumbrada media sonrisa.
De satisfacción le dijo:
-Entonces mi querida y futura reina de Mirídia esperaré aquí a tu gente.
-No, por favor, no me haga eso. –dice la chica suplicante. -Yo lo quiero mucho y no deseo que algo malo le pase, los tornados de Mirídia son muy poderosos y nadie nunca los ha derrotado, y ésta vez los acompañara nuestro dios padre Júpiter, él ya sabe que usted porta la Espada del Destino y dice la historia de mi pueblo que el que logré derrotar al poseedor de la espada, la espada pasará a su poder.
-¡Espera! ¿Has dicho Júpiter? ¡El dios del trueno de los griegos! ¿Odín y Júpiter viven aquí? ¡Demonios! ¿Acaso tú eres griega? Además creo haber matado a muchos de los guerreros que formaron ese tornado, y si dices que los tornados los forman los ejércitos de Mirídia, y tú eres la princesa de Mirídia, entonces… ¡Deberías odiarme! ¿Podrías explicarme de que se trata todo esto?
-No tengo porque odiarlo mi lindo caballero, porque usted no mató a los guerreros al destruir el tornado, pero si les dio tremenda paliza, a mi gente sólo los destruye el fuego, por eso yo no entré a la cueva, porque vi salir humo, esa es nuestra debilidad, que como nuestro elemento es el aire, pues avivamos el fuego, somos su alimento preferido y mi gente no lo odia, pero si le teme, mis hermanas lo vieron usar fuego, por eso piensan que es un enviado de Daro’s del volcán Necro, o uno de los magos oscuros de Fúnebra de Nosferália, y saben que porta la Espada del Destino, además saben lo de Onél.
-Le repito que no lo odian, pero si le temen, lo consideran su mortal enemigo y están preparando un ataque sin precedentes en la historia de Mirídia, cuya victoria más grande ha sido cuando derrotaron a Daro’s y sus poderosos dragones, en su último intento por entrar al oráculo de los dioses olvidados y no los dejamos pasar.
-Uff, ahora sí me dio miedo, pues bien, entonces será un honor morir por ti, despedazado por tu gran ejército. –replica Yurik.
-¡No señor! ¡No me haga esto! Yo no quiero que deje de existir, dígame por favor; ¿Por qué me hace esto? –dice la chica ángel en sus últimos intentos por convencerlo.
-¿De veras quieres saberlo mi querida Raiza? Entonces te lo diré pero será de la manera que más me gusta decirlo, y la única también que pienso que podrás entenderlo. –dice mientras se buscaba la armónica en sus bolsillos.
Amor sin barreras.
Anoche estaba pensando en ti.
Y pensaba:
En un amor.
Que apareció de la nada
Que como un sutil dolor
Nació de madrugada.
Apenas un sentimiento.
Sin ninguna explicación
Como un susurro del viento.
Laceraba mi corazón.
Un amor
Con muchas barreras que romper
Con muchas fronteras que cruzar
Y una guerra sin cuartel
Luchando a muerte por tu piel.
Las barreras del tiempo y la distancia.
Las barreras de la cultura y la ignorancia.
Y una barrera más.
La barrera de tus brazos.
Que si la logro cruzar.
Caeré derrotado por tus besos.
Y nunca, nunca.
Me podré escapar.
En el Valle de las Flores; Luz de Media Noche apenas iba llegando, las demás hadas ya la esperaban preocupadas cuando la vieron llegar, y Ala de Ángel y Rayito de Cristal volaron apresuradas hacia ella preguntándole.
-¿Lo viste?
Y Luz de Media Noche ya reposando en una flor, les contó todo lo que había escuchado de la estrella solitaria y la princesa de Mirídia, cuando el viento les llevó aquellas palabras que hablaban de un amor sin barreras, que Yurik le había recitado a Raiza.