Capítulo 2
1841palabras
2022-11-14 01:03
En ese instante los indicadores de presión y de flujo en el pozo se fueron a cero, con la pérdida de presión las bombas se aceleraron y Juan indeciso, dudó y no hizo sonar la alarma, llamó a Edgar que se encontraba cerca de ahí para decirle.
-¡Avisa a todos! Los quiero en sus puestos de control que el pozo se va a arrancar.
Y Edgar sin dudar un instante procedió a dar la voz de alarma, en eso Juan se recompuso de su indecisión, y jaló de la perilla que hacía sonar una corneta de aire, jaló una vez, contó mentalmente 10 segundos y la soltó, cumpliendo así el protocolo de códigos de situaciones de emergencia que indicaba que un toque corto, avisaba a la gente de un descontrol de pozo, el personal se puso a la expectativa cuando escuchó el toque de aquella corneta, muy semejante al sonido que hacen los barcos, porqué normalmente la alarma se escucha cuando la negra columna de fluidos del pozo revienta en la atmósfera, provocando un fuerte rugido como el de 1000 elefantes enfurecidos, y al no ver la manifestación obvia y visible, se confundieron y unos fueron a sus puestos de control, otros al punto de reunión y otros hicieron caso omiso asumiendo que se trataba de un simulacro más.
Ron Olsen y Luis Molina subieron presurosos e inquisitivos al área de la torre, preguntándole con acento de disgusto, el por qué había hecho sonar la alarma de descontrol de pozo si no había tal; Mike se había quedado organizando a la gente, lista para controlar y desfogar la burbuja de gas aceite.
En caso de que ésta llegara a la superficie; Juan contestó.
-¡Soné la alarma porque la presión se fue a cero y el indicador de flujo en la línea también! Las bombas se aceleraron y la circulación se ha perdido, eso significa que se rompieron las paredes y el lodo se está perdiendo, por lo tanto el pozo se va a arrancar con mucha fuerza, a causa de un golpe de presión de fondo, que provocó aquí nuestro desesperado jefe canadiense, que por más que quise explicarle que esto podía suceder, no me hizo caso y ahora necesito a todos en sus puestos de control; ¡Les digo que ahí viene! Los quiero en sus puestos de control, que el pozo se va a arrancar.
El personal de la cuadrilla se dispuso a obedecer al perforador, siendo detenidos por una orden seca de Ron.
-¡No vayan! Y usted señor no puede hacer sonar la alarma ni activar la emergencia hasta no estar seguro del evento o accidente; ¡Y no hay tal!
-¡Lo siento señor pero no voy a esperar a que revienten los fluidos en superficie para cerrar el pozo! –y gritó volteando a ver a su gente. –Ya saben que si hay algo que no soporto es que alguien no haga su trabajo; ¡Todos a sus puestos dije!
Diciendo esto se dirigió al sistema remoto de cierre de los preventores, que colocados cerca de la boca misma del pozo, se operaban desde una consola auxiliar en el piso de perforación, y poniendo la palanca en posición de cierre.
El preventor esférico superior comenzó a hacer su movimiento de cierre, el cual tardaba 17 segundos en completar.
Y Ron, visiblemente molesto y con actitud agresiva, colocó la palanca en posición de abierto, interrumpiendo así el movimiento de cierre.
Juan de Dios tan solo se apartó consternado por la actitud de su jefe, y volteó a ver a sus ayudantes que sin saber qué hacer, y tan sólo estaban a la expectativa de los acontecimientos.
En eso, una tremenda y ensordecedora honda sonora irrumpió en el lugar, seguido por una aterradora y negra columna de aceite crudo y gas natural, provenientes del pozo que irrumpían furiosos cuál si fueran un dragón que amenazaba con cubrirlo todo, el perforador sin perder un segundo retomó los controles de cierre, y regresando la palanca a su posición de cierre, la enorme válvula hidráulica reinició su lento movimiento de cierre, y a la vez activó los preventores inferiores, logrando así cerrar con éxito en menos tiempo, mientras buscaba con la mirada a sus atribulados, confundidos y ahora asustados ayudantes, gritándoles:
-¡Todos a sus puestos! ¡El pozo esta descontrolado; Edgar, al quemador! ¡Está apagado! La presión es muy alta; ¡Desfógala por el quemador!
Y Edgar que se movilizaba torpemente, porque había sido sorprendido por una gran cantidad de aquel lodo aceitoso, que lo había bañado casi cubriéndolo por completo, todo el personal se había movilizado a sus puestos de control reponiéndose de la sorpresa; Mike al ver a Edgar completamente bañado con aceite y lodo, le ordenó que se fuera a cambiar el overol.
Y éste medio molesto por estar siendo retirado de su puesto, asintió y fue a cambiar sus ropas, quedándose Ron sustituyéndolo en lo que regresaba; Juan de Dios desde el piso de perforación observaba preocupado las altas presiones que registraban los indicadores; Ron, indeciso y asustado no desfogó a tiempo las presiones y las líneas empezaron a cimbrarse, obligándolos a hacer una apertura rápida de la válvula de 4 pulgadas de diámetro, que desviaba los flujos al quemador, las líneas metálicas que conducían los flujos del manyfold al quemador vibraron, y se azotaron al sentir la loca carrera de los fluidos del pozo, buscando desesperadamente una salida, cuál si fueran un dragón encerrado pugnando por escapar, una alta y delgada columna oscura emergió furiosamente por la punta del quemador, ensordeciendo el ambiente con su estruendoso rugido; Mike procedió a accionar el sistema electrónico de encendido remoto, funcionando éste con éxito, obligándolo a voltearse encorvado al sentir la repentina onda de calor, que irradió aquella columna negra al encenderse; Juan que se encontraba más alejado también tuvo que protegerse, viendo preocupado que los líquidos derramados en el suelo, también estaban encendidos, y accionó la alarma procediendo esta vez a dar 2 cornetazos de 5 segundos, avisando así la emergencia de incendio, el área estaba rodeada por una tupida selva de mezquite, y gritó inútilmente que cerraran el quemador sin poder ser escuchado, por el tremendo ruido que hacía, aquella columna de fuego del descontrolado pozo llamado Caudaloso 2, la alta columna del quemador no alcanzaba a consumir completamente.
Todo el aceite y gas que escapaban de las entrañas de la tierra, cayendo algunos restos encendidos sobre los resecos árboles de mezquite, que rodeaban la pera incendiándolos, provocando el inicio de un incendio forestal, que de no ser controlado podría convertir en cenizas varios miles de hectáreas, causando un impacto tremendo al ecosistema natural de aquella zona, el perforador por políticas de la compañía, en una situación así debía de permanecer en el área de los controles, desde el piso de perforación miraba impotente los fallidos intentos de sus ayudantes, para controlar aquél incendio con extintores industriales de polvo químico seco, que eran más que inútiles, por la fuerza del viento que soplaba del Este, dispersándolo antes de que lograra su función, que era la de agotar el oxígeno, procediendo así a cortar el ciclo del fuego, nuevamente determinado abandonó el área de la torre, dirigiéndose al enorme montacargas Caterpillar de 5 toneladas, que tenía habilitado oportunamente el cucharón, que el operador utilizaba para mover o acomodar grandes cantidades de tierra, se subió y haciendo rugir su potente motor, se dirigió de inmediato hacia unos montones de tierra removida en un costado de aquella pera, y llenándolo con tierra y escombros, se dirigió a la base del quemador, siendo protegido de la radiación del calor por la cabina climatizada del vehículo, logrando así apagar las líneas del quemador que habían sido encendidas, viendo su esfuerzo inútil porque ya el incendio avanzaba voraz, devorando los mezquites que rodeaban la instalación, alejó el pesado vehículo del quemador, al bajarse tomó una pequeña hacha de contra-incendio.
Y dirigiéndose al operador del vehículo que ya se acercaba, le indicó que trajera más tierra y la fuera acercando al área incendiada en la selva de mezquite, indicó que trajeran palas para tratar de apagar con tierra, rodeando y encerrando, a aquel incendio que amenazaba con expandirse, miró a Mike y Edgar cuando presurosos interconectaban mangueras a una bomba de agua, y tomó la punta de la manguera dirigiéndose al fuego, para ayudar a los que ya echaban tierra a paladas a la base del incendio, era inútil tratar de acercarse mucho, ya que la radiación de calor emitida por el quemador era insoportable, le pidió a Edgar que lo ayudara a llevar la pesada manguera de contra incendio hacia el fuego y rodearan al quemador, para poder rociar con agua la parte incendiada de la selva que estaba al alcance de la manguera, mientras los demás trabajadores habilitaban otra manguera y otra bomba, se adentraron en el incendio, temerarios y dispuestos a extinguir hasta la última chispa de aquel fuego.
-¡Edgar, a la base! –le gritó. -¡A la base del fuego, hay que atacarlo desde aquí para regresarlo, si logramos enfriar la base del fuego será más fácil extinguirlo!
De repente, los amigos se vieron rodeados de grandes lenguas de fuego y humo sin encontrar escapatoria, y al sentir una fuerte ráfaga de viento muy caliente; Juan de Dios desesperado, buscando la salida de aquella nube de calor y humo, rociaba agua alrededor de él, tratando de romper el círculo de fuego, que se cerraba en torno suyo, aquel fuego parecía decidido a alimentarse con él.
Entre el fragor del incendio alcanzó a distinguir a Edgar, que cegado por el humo trataba de salir de aquella trampa, y le lanzó el chorro de la manguera para ayudarlo y a la vez indicarle su posición.
-¡Tendremos que brincar Edgar! El fuego se cierra y nos encierra.
-¿Pero; hacia dónde? –Preguntó Edgar.
-¡Hacia donde no veas lumbre! –le contesta Juan. -¡La tela anti flama de los overoles evitará que nos quememos si lo hacemos rápido! Si no podemos correr hacia la salida, entonces corre hacia la izquierda y yo hacia la derecha así si solo hay una salida será más fácil así para el otro.
-¡Nooo perfo!… -Dice Edgar. -¡Yo no veo ninguna luz que no sea de fuego y si juntos nos metimos en esto, juntos nos saldremos!
Mientras se ponían de acuerdo, la manguera dejó de rociar agua y los amigos se miraron, mientras una ráfaga de aire caliente les quitaba el tiempo de pensar.
-¡COORREEE!
Gritó Edgar tomando rumbo a las espaldas de su amigo, tratando de arrastrarlo con él, pero debido a la humedad, los overoles se resbalaban como plástico, y Juan de Dios desestabilizado por el jalón, calló al piso y rodó, al sentir que una de sus manos golpeaba con algo caliente y se levantó gritando.
-¡EDGAARR!
Mientras lo buscaba con la mirada en el rumbo donde había desaparecido, traía aún el hacha de contra incendio que tomó del montacargas, y de un solo golpe cortó una rama de un metro de largo, que utilizó como bastón de ciego para abrirse paso entre la maleza.