Capítulo 63
1219palabras
2022-12-23 00:01

El punto de vista de Cheol.
"¡No, no! ¡Por favor, para! ¡Mami, papi!", escuché a Stella chillar. Ella lloraba mientras luchaba en las sábanas. La expresión de su rostro solo reflejaba miedo y terror.

"Señor, ¿qué está pasando?", Amy preguntó algo nerviosa mientras miraba a Stella.
De inmediato, fui hacia ella para detenerla antes de que se haga daño a sí misma.
"¡Stella!", la llamé al mismo tiempo que la sostenía por los hombros. "Tranquila. Estás a salvo aquí", traté de contenerla con mis palabras.
"¡No! ¡Detente!", gritó, y luego me arañó los brazos haciéndome soltar sus hombros. "¡No me toques! ¡Aléjate de mí!". Comenzó a agitar sus brazos y piernas, luchando contra las mantas y sábanas que la rodeaban.
Todo esto me hacía sentir muy frustrado. No sabía cómo despertarla o incluso solo calmarla. Sus gritos resonaban por la habitación.
Me arrodillé junto a la cama donde ella estaba echada y le susurré al oído: "Stella, todo está bien. No te haré daño". De inmediato, vi que se acomodó un poco y, aunque vacilante, comencé a acariciarle el cabello.

"Tyler...".
Oí que murmuró un nombre, pero no pude escucharlo con claridad. Solo seguí murmurándole palabras tranquilizadoras hasta que por fin se calmó.
Solté un suspiro de alivio y luego me senté a su lado cerca del borde de la cama. Con el dorso de mi palma toqué su frente y pude darme cuenta que estaba caliente. 
De inmediato busqué a Amy con la mirada y pude ver que se encontraba todavía de pie detrás de mí, viéndonos con una expresión de preocupación.

“Llama al médico, Amy. Ella tiene fiebre", dije en voz baja. Le entregué mi teléfono y ella asintió para después marcar el número del Dr. Kim.
Después de realizar la llamada, se acercó para tocar la frente de Stella, y cuando la vio temblar un poco frunció el ceño.
"Su fiebre no es muy alta, pero tiene escalofríos", sentenció y luego la arropó mientras acomodaba las mantas. Asentí sin decir palabra y seguí acariciando su cabello.
La expresión de Stella se relajó un poco y respiré hondo mientras limpiaba sus lágrimas con mi pulgar.
Después, noté que Amy colocó mi teléfono en la mesita de noche y salió de la habitación.
De pronto escuché a Stella soltar un suspiro y fruncí el ceño. Esperaba que pudiera dormir tranquila sin pesadillas inquietando su descanso.
Luego, la vi abrir los ojos poco a poco al mismo tiempo que mi rostro en sus manos. La miré perplejo cuando de repente me besó en los labios… ¡M*erda!
El punto de vista de Stella.
Fueron mis propios gritos los que me despertaron. Cuando abrí los ojos pude ver a Tyler inclinado hacia mí. "Tyler...".
Mi visión estaba un poco borrosa, pero lo poco que vi fue la expresión de preocupación en su bello rostro. De pronto, el alivio se reflejó en su cara en y sus hermosos ojos azules.
"Tyler…", dije mientras tomaba su rostro en mis manos. "Me alegro de que estés aquí". No pude evitar toser, mi garganta me ardía. Aun así, me incliné hacia él y lo besé en los labios. Pero, para mi sorpresa, se apartó de mí de inmediato.
¿Por qué no quería besarme? Ahora ya no me estaba escondiendo detrás de esas gafas y peluca. ¿Qué había pasado?
"¡Stella!", gritó visiblemente sorprendido. "¿Qué estás haciendo?".
Parpadeé unas cuantas veces y poco a poco su rostro se volvió mucho más claro a mis ojos. La persona a la que acababa de besar no era Tyler, era Cheol.
"¡¿Cheol?!", exclamé, y luego le di una cachetada. "¿Qué me estás haciendo? ¿Por qué me besaste?".
"¡Oye, espera!", levantó las manos en señal de inocencia. "Tú fuiste quien me besó".
De pronto entendí todo. Mi mala visión hizo que pensara que él era Tyler. Me mordí el labio inferior muy avergonzada por lo sucedido. "Lo siento", dije y luego agaché la cabeza.
Sentí que lágrimas se formaban en mis ojos, pero Cheol de inmediato trató de tranquilizarme. "Estoy bien. No te preocupes", dijo mientras sostenía mi mentón.
Sonreí para luego acercarme más a él y abracé su cuello con mis brazos. "Gracias", afirmé con sinceridad. No entendía por qué me sentía tan segura en su compañía. Esta es la tercera vez que lo veía, pero parecía que lo conociese por mucho tiempo.
Después de ello fue cuando experimenté un dolor que me recorrió todo el cuerpo. Hice una mueca de sufrimiento y sentí que me quitaron todo el aire.
"¿Te duele?", preguntó Cheol mientras sostenía mi cuerpo.
Asentí con la cabeza, me apoyé en su hombro y respiré hondo. No recordaba lo que había pasado. Todo lo que sabía era que iba a tomar una ducha esta mañana, mas no recordaba cómo salí del baño.
Cuando escuché que tocaban la puerta y que esta se abría de golpe, me aparté de él de inmediato.
Miré por encima del hombro de Cheol y vi a un hombre desconocido que estaba parado en la puerta. De inmediato cogí su brazo y lo miré alarmada. "No te preocupes, es un médico", trató de tranquilizarme.
¿Un médico? No quiero ver a uno, eso puede traer a la policía.
Levanté la vista y miré al doctor con cautela. "Hola, Stella, soy el Dr. Kim", dijo mientras sonreía con calidez.
Traté de aclarar mi garganta, y luego Cheol me acercó un vaso de agua. "Toma un sorbo".
Lo cogí con mis manos temblorosas y me tragué la mayor parte.
Después de soltar un suspiro, pregunté: "¿Por qué me arde la garganta?". Mi voz estaba ronca y sentía que cada palabra que pronunciaba raspaba mi garganta. No parecía poder hablar en un tono más alto que el de un susurro.
"¿No recuerdas nada?", escuché a Cheol preguntar. "¿Lucy fue la que te hizo esto?".
Asentí con la cabeza. "Yo...", traté de hablar, pero en cuanto levanté la mirada hacia él, pude sentir que las lágrimas caían por mis mejillas.
Cuando cerré los ojos, las imágenes de todo lo sucedido esa mañana llegaron a mí.
"Cheol…", dije antes de comenzar a sollozar. Me sentí completamente desorientada. Me pasaban todo tipo de cosas por la cabeza.
Cheol pasó su mano sobre mi espalda, tratando de tranquilizarme y luego besó mi frente.
"¿Qué sucedió?", le pregunté. "No recuerdo haber salido del baño".
“Te encontré echada en la ducha, estabas helada. Has estado inconsciente desde esta mañana, tuviste fiebre y te dimos algunos sedantes". De pronto, señaló hacia el guapo médico. "El Dr. Kim está aquí para ayudarte. Se quedará con nosotros solo para asegurarse de que estés bien".
"Lo siento", susurré. Luego tomó el vaso de mis manos y lo colocó sobre la mesita de noche. "Y gracias", dije.
Con delicadeza sostuvo mi mentón para poder mirarme a los ojos directamente. "No tienes nada por qué disculparte", afirmó. De pronto, se inclinó hacia delante y me atrajo hacia su pecho.
"Bueno, Estela. Quiero realizarte una radiografía el día de mañana", sentenció el Dr. Kim. "Es necesario revisar cuál es el estado de tus costillas y también asegurarnos de que no se haya dañado nada más".
"No quiero", respondí con firmeza.
"Stella, por favor, tienes que hacerlo. No discutiré sobre esto", insistió Cheol.
¿Ir al hospital para que me hagan una radiografía?
La palabra hospital me hizo recordar a Dino.