Capítulo 35
1510palabras
2022-12-01 15:37
El punto de vista de Stella.
"¿Tutoría?" Le pregunté nerviosa. No podía entender cómo sabía que era él quien me gustaba y no Vince. Sin embargo, dijo que era obvio. ¿En serio? "Pero ya no lo necesito. Solo estamos haciendo esto porque pensaste que me gustaba Vince y que quería que fuera mi novio, pero como todo fue una mentira, no hay necesidad de que sigamos con esto".
"¿Estás segura?" Preguntó.

"¿Qué?"
"¿Estás segura de que no quieres que te enseñe más cosas en las que soy prácticamente bueno?" Preguntó, sonriendo. "Lo podrás usar en el futuro, Stella. Te servirá para seducir a la persona que te guste". Me susurró al oído, lo que hizo que un escalofrío recorriera mi columna vertebral.
Tragué saliva al girarme para verlo y mis ojos se abrieron de par en par cuando nuestros rostros casi chocaron. De nuevo tragué saliva y me tomé unos segundos, dudando si aceptar o no.
Sabía que esto ya no era parte del trato pero quería saber qué más podía enseñarme y además me tentaba el deseo ardiente que brillaba intensamente en sus ojos diciéndome que dijera que sí. "¿Cómo?" Pregunté. "¿Cómo puedo seducirte?"
"Bésame".
Me sorprendí y parpadeé estupefacta un par de veces antes de contestar. "Pero dijiste..."

"¿Quieres o no quieres seducirme con tus dotes sensuales?" Dijo enarcando una ceja. No respondí porque sabía que tenía razón. "Stella, si no puedes hacer la primera jugada para besar a un chico, ¿cómo esperas llegar más lejos, y ni hablar de ser buena en eso?"
Sabía que tenía razón, así que suspiré, asintiendo con la cabeza, me enderecé y levanté la mano temblorosa, como es obvio, nerviosa.
"Mírame a los ojos". Giró mi cabeza para que mi mirada se encontrara con la suya. "Si vas a besar a un chico, míralo a los ojos". Sus ojos eran una mezcla arremolinada de verde y gris que, de alguna manera, consiguió atraparme para que indagara en las pequeñas tonalidades plateadas que danzaban alrededor de su pupila.
"Mira mis labios". Me lo ordenó con firmeza, pero en voz baja y áspera. Así lo hice, mi cuello se inclinó mientras mis ojos se concentraban en sus labios. "Pídeme un beso".

"Pero..." Seguía distraída, enfocada en sus labios. ¿Por qué iba a preguntarle si quería besarlo por sorpresa?
"Es sexy pedir permiso, cariño. Hazlo".
"Está bien". Carraspeé y fijé mis ojos en él. "Tyler, ¿puedo besarte?" Susurró.
"Sí". A los pocos segundos, chocó sus labios contra los míos en un beso lento y suave que consiguió quitarme la respiración mientras intentaba hacer todo lo que me había enseñado. Nuestros labios se movían en sincronía así como nuestras lenguas bailaban su propia música.
Deslicé mis manos por su firme pecho y automáticamente lo rodeé por el cuello. Me moví en mi lugar para adoptar una posición más cómoda.
Sus manos ásperas acariciaban mi cara, pero me sujetaban suavemente mientras sus labios se movían más rápido, con ansiedad. Después, sus manos recorrieron mi cuerpo y tocaron por un instante la piel del interior de mi blusa. Mis ojos se abrieron de par en par y lo aparté de mí.
"¿Por qué me tocas?" Pregunté, acomodando las gafas que tenía en la nariz.
Tyler suspiró. "Me estás seduciendo. Simplemente me estoy dejando llevar".
"Pero..."
"Ven aquí, siéntate en mi regazo". Lo dijo y, antes de que pudiera protestar, me jaló y me apoyé con las rodillas y alcé el torso, arrastrando los pies, así que cuando volví a sentarme, mi entrepierna se encontró directamente con la suya y jadeé por la repentina fricción.
"¡M*erda!" Dijo Tyler con voz ronca y soltó un suspiro entrecortado. "Ahora, bésame de nuevo".
Me quité las gafas y cerré los ojos mientras me inclinaba para besarlo de nuevo. Él emitía calor y feromonas masculinas, que hacían que mi cerebro se disparara a través de mi olfato.
De repente mi cuerpo se movió encima de él, como si tuviera su propia mente y empujara la parte inferior de mi cuerpo hacia él. "Eres muy buena para seducirme, cariño". Dijo y yo me sentí inmersa en su intenso oleaje de calor, que me inundó por completo y se adentró en cada uno de mis rincones, provocándome gemidos de necesidad.
Tenía muchas ganas y lo necesitaba para satisfacer mi ansiedad. Necesitaba más.
Antes de que pudiera decir algo, Tyler deslizó su mano sobre mi pecho izquierdo. "¿Está bien si toco esto?" Me preguntó y asentí de mala gana.
Pero no lo tocó, en su lugar agarró el dobladillo de mi blusa, así que levanté los brazos mientras él la subía por encima de mi cabeza, dejándome con un simple y sencillo sujetador negro. Me crucé de brazos y me lo tapé avergonzada, pero Tyler retiró mis manos de forma lenta, sin apartar sus ojos de los míos.
Mi cara se sonrojó cuando su dedo se movió y desprendió la correa a lo largo de mi espalda. Cerré los ojos cuando sentí que me quitaba la correa de los hombros, librándome de la tela que cubría mis pechos.
"Son hermosos". Dijo Tyler antes de tomar uno y acariciarlo con sus delicadas manos. Sus dedos, se deslizaron lentamente, dejando su sutil toque contra mi cálida piel.
Su atención se dirigió a mis clavículas, para dejar ligeros besos a lo largo del estructurado hueso. Luego sus besos fueron bajando hasta que sentí que sus húmedos labios se apoderaban de un pecho.
"Tyler". Dejé escapar un suave gemido mientras su lengua jugaba con la zona sensible. Me presioné aún más contra él, buscando con desesperación más contacto.
Soltó mi p*zón de repente y me miró con mucho deseo. "Stella, ¿alguna vez te has... tocado?"
Negué con la cabeza, jadeando, y él sonrió. "¿Puedo hacerlo por ti?"
No esperó a que le contestara y me dio la vuelta para que mi espalda quedara pegada a su pecho. "¿Qué estás haciendo?" Pregunté, pero de repente su mano se deslizó dentro de mis pantalones de yoga.
No podía moverme, lo único que podía hacer era observar cómo ponía la palma de su mano sobre mi piel, acercándome lo más posible a su cuerpo, antes de que desaparecieran hacia abajo.
Tyler colocó la punta de su dedo medio derecho sobre mi cl*toris y empezó a frotarlo con suavidad en un movimiento circular. "¿Te gusta?"
Asentí jadeante, mirando su mano mientras se movía entre mis piernas. Era una visión tan *rótica, ver su mano dentro de mí. Era un contraste muy fuerte, pero una unión tan perfecta.
Con la intención de devolverle el favor, moví ligeramente las caderas, empujando así mi trasero hacia él y acariciándolo con eso.
Soltó un gemido sensual y movió su dedo medio entre mis labios húmedos, de un lado a otro, de forma provocativa. Luego introdujo solo la punta, metiéndola y sacándola lentamente. Arqueé la espalda y apoyé la cabeza en su hombro; su boca se acercó a mi cuello y empezó a besarlo con la boca abierta. "Tyler", no podía reconocer mi cuerpo. Quería detenerlo, pero a mi cuerpo le encantaba lo que me estaba haciendo sentir.
"Estás tan excitada como lo que esperaba, cariño". Susurró y yo me relajé, apoyando mi cabeza en su hombro y cerré los ojos mientras él seguía estimulando mi cuerpo.
En ese momento, el único sonido que se oía en todo el sótano era únicamente el s*xual: los sonidos húmedos y estremecedores de su dedo entre mis piernas, el contacto de sus labios sobre mi cuello, nuestras fuertes respiraciones unidas y mis sensuales gemidos.
Tyler acomodó el agarre para sujetarme con más fuerza al notar que apenas podía mantenerme en pie. "Abre los ojos, Stella. Quiero que me mires cuando te corras por primera vez".
Mis ojos se abrieron y se posaron en el hermoso hombre que me estaba haciendo sentir tantas emociones. Nunca en mi vida había sentido tanto placer, aunque no pude evitar preguntarme si eso tenía que ver con el hecho de que mi corazón empezara a latir con tanta fuerza mientras miraba fijamente sus ojos grises, decorados con reflejos verde bosque. "Estoy a punto... De..."
"Tienes unos ojos hipnotizantes". Tyler me observó deleitado, introduciendo su dedo por completo y haciendo que mis labios rojos e hinchados emitieran un fuerte gemido.
Mi respiración se hacía cada vez más entrecortada, hasta el punto de que casi empecé a temer que se detuviera por completo, aunque no me preocupó tanto como para impedirme agarrar su cabeza y aplastar mis labios contra los suyos en un beso apasionado y exigente.
Tras un rápido intercambio de saliva, se apartó, quizás sintiendo lo cerca que estaba, y me miró a los ojos con una intensidad tal que hizo que me viniera en su mano.
"Buena chica". Me elogió al mismo tiempo que su brazo derecho rodeaba mi cintura para sostenerme mientras metía su mano izquierda en la boca.
Aún me estaba recuperando de mi primer orgasmo cuando vi que chupaba descaradamente sus dedos mientras me dedicaba una sonrisa perversa.
"Sabes tan bien en mis dedos, que no puedo esperar a probarte con mi lengua".